Harta de ruidos y borracheras, Barcelona se rebela contra los excesos del turismo


BARCELONA. - Ruido, fiestas nocturnas, jóvenes borrachos e incluso desnudos por la calle han colmado la paciencia de los vecinos de la Barceloneta, el barrio marítimo de Barcelona que se ha rebelado contra la masificación turística de la ciudad.



Una manifestación en Barcelona contra los excesos del turismo
Una manifestación en Barcelona contra los excesos del turismo

Desde jóvenes parejas con hijos hasta nonagenarios se movilizan desde mediados de agosto en manifestaciones con cientos de personas por este barrio típicamente mediterráneo con elocuentes pancartas: "La Barceloneta se rebela", "Aquí no hay quien viva" o "No nos moverán".

El malestar se respira desde hace años pero las fotografías recogidas por varios periódicos de unos jóvenes comprando completamente desnudos en un supermercado hicieron estallar al barrio.

"Es nuestro pan de cada día. Por la noche, esto se llena de fiestas ilegales, borracheras, gente gritando por la calle. Es deplorable e inaguantable", lamenta Manel Serrano, de 59 años, manifestándose con su madre en silla de ruedas.

Antiguo barrio pesquero de la ciudad, la Barceloneta se benefició de la espectacular remodelación urbana previa a los Juegos Olímpicos de 1992, cuando se adecentó la playa convirtiéndola en uno de los lugares con mayor atractivo de la ciudad.

Pero la fisonomía tradicional de la zona se conserva con una población humilde y muy arraigada a este barrio de casas pequeñas, calles estrechas con ropa colgando de los balcones y rodeado de mar.

"Es muy complicado convivir con esto. Tengo tres hijos y yo no quiero que vean este tipo de cosas. Cada vez es peor", asegura malhumorada Eva Corbacho, una ama de casa de 39 años.

Su ira se dirige especialmente contra los apartamentos de alquiler turístico que han proliferado en el barrio, muchos ilegalmente, y han encarecido los precios de los inmuebles.

"Están especulando con los pisos, los alquileres suben y nosotros, vecinos de toda la vida, ya no nos lo podemos permitir", lamenta Pilar Lozano, una desempleada de 42 años.

El ayuntamiento, muy criticado por los vecinos, ha respondido aumentando la vigilancia policial e intensificando los registros de supuestos apartamentos ilegales.

Además, desde mayo no conceden más licencias de pisos turísticos en el centro urbano.

"Hasta ahora se había hecho trabajo de promoción turística pero faltaba la regulación de esta actividad y nos hemos puesto con ello", explicó Sonia Recasens, encargada de Economía en el consistorio.

 

- "Un parque temático" -

 

Pero el problema no se limita a la Barceloneta. El casco antiguo o los alrededores de la Sagrada Familia y el Parc Güell, las dos obras cumbres del arquitecto modernista Antoni Gaudí, hace tiempo que padecen una masificación del turismo.

Según un sondeo municipal en julio, el turismo es la cuarta mayor preocupación de los barceloneses por detrás del desempleo, la economía y la inseguridad.

Conocida por su arquitectura, su oferta cultural, su clima benigno y sus playas, esta ciudad de 1,6 millones de habitantes ha pasado de recibir 1,7 millones de turistas en 1990 a 7,5 millones en 2013, contando sólo los alojados en hoteles.

Incluyendo otros tipos de estancia y visitantes que no duermen en Barcelona, la cifra sube hasta los 27 millones, según el ayuntamiento.

"Este modelo turístico basado en el crecimiento ilimitado no es sostenible porque altera gravemente la convivencia vecinal y la vida de los barrios transformando la ciudad en un parque temático", critica Lluís Rabell, presidente de la asociación de vecinos de Barcelona.

Las zonas más afectadas son el barrio gótico y el Raval, alrededor de las Ramblas, donde el miércoles se celebraron protestas similares a las de la Barceloneta.

"El problema no es la cantidad sino la concentración en unos mismos espacios", dice Saida Palou, doctora en antropología con una tesis analizando el turismo en Barcelona.

"Hay que estudiar la carga turística que pueden soportar estas zonas y buscar la descentralización del turismo para que visite otras áreas", sugiere Oriol Miralbell, profesor de turismo de la Universitat Oberta de Catalunya, advirtiendo que este malestar acabará disminuyendo el atractivo de la ciudad.

"Se necesitan respuestas rápidas y urgentes. Barcelona no puede prescindir del turismo porque de él depende entre un 10 y un 12% de su PIB. Nos da mucha vida y riqueza cultural pero si el precio a pagar es este malestar social, algo se está haciendo mal", sentencia Palou.

Viernes, 5 de Septiembre 2014
AFP (Agencia France-Presse)
           


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