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Política
Era el 4 de marzo de 1976. El niño venía con los pies por delante en el parto. Gloria sólo recuerda que la durmieron, y un doctor le dijo que su hijo había muerto, sin más detalles.
Al día siguiente, el padre de la criatura preguntó por sus restos, pero le dijeron que el hospital se hacía cargo de todo.
"Sospeché siempre. Desde que salí del hospital", cuenta a la AFP hoy Gloria. Preguntaron en la maternidad y en el Registro Civil, pero no había certificado de parto ni de defunción.
"Bajé los brazos y sufrí en silencio estos 38 años, que me tienen muy enferma. Me siento culpable, porque no busqué más. Pero era un país que si uno reclamaba demasiado le pegaban un balazo y desaparecía", explica.
No hay antecedentes que vinculen estos supuestos robos de bebés a motivos políticos en el contexto de la represión de la dictadura (1973-1990). Más bien, mencionan los afectados, a una época de mucha opacidad y poco control en materia de adopciones.
- En busca de sus hijos -
Cuatro décadas después, una investigación del Centro de investigación periodística (Ciper) denunciando adopciones irregulares reabrió las heridas, y muchas madres se cuestionaron las presuntas muertes de sus hijos.
Como Gloria, por el momento otras 11 madres han presentado una querella ante tribunales por casos muy similares. Eran mujeres jóvenes, de origen rural o pobre, y muchas de ellas fueron atendidas en el hospital Barros Luco, entre los años 1970 y 90. Tres parieron mellizos.
No poseen documentos ni de muerte ni nacimiento y nunca vieron a sus bebés.
"Nos hemos querellado por sustracción de menores y por asociación ilícita porque claramante aquí había un grupo de personas que tenía por finalidad sustraer criaturas recién nacidas", señala Cristián Letelier, el abogado que representa a parte de ellas.
La investigación está en curso, y todavía no se sabe si el supuesto delito habría prescrito.
El juez a cargo ha pedido la creación de un banco de ADN para buscar hijos. Pero Arturo Fellay, presidente de la ONG Nos Buscamos, cree que no servirá de mucho por una simple razón: los hijos adoptados de forma irregular no judicializan sus casos porque no quieren involucrar a sus padres adoptivos.
La ONG Nos Buscamos preferiría hacer un banco de ADN propio y servir de puente entre hijos y padres que se buscan mutuamente, como la pareja de Fellay, adoptada de forma irregular.
- En busca de sus padres -
Bruce Müller estaba jugando a la pelota en la calle con un amigo. Pelearon, el niño lo insultó y le escupió que era adoptado. Así lo supo.
Entonces tenía 12 años. Bruce pasó una semana en el subterráneo del hospital J.J. Aguirre de Santiago, donde se hizo amigo de la mujer que guardaba los libros de nacimientos. Solo, durante horas, hojeó miles de páginas en busca de sus orígenes.
Ante la falta de respuestas, encontró en la droga una evasión a su angustia. Hoy, con 34 años y rehabilitado, sigue buscando.
"Nunca he encontrado nada, porque no hay nada. Es como buscar una aguja en un pajar", dice a la AFP. Supuestamente fue entregado en una oficina por una matrona a los tres días de nacer.
En Chile, las personas adoptadas tienen derecho a saber quiénes son sus padres biológicos a través de un programa del Servicio Nacional de Menores (Sename). Sin embargo, la partida de nacimiento de Bruce está adulterada, y aparecen sus padres adoptivos como biológicos, pese a que su madre no podía tener hijos.
Como Bruce, unas 1.300 personas que buscan sus padres llenaron una ficha con sus datos en la web Nos Buscamos, al igual que 900 padres o parientes que buscan a sus hijos. Todos, con la esperanza de que algún cruce de información les dé una pista.
La ONG también tienen fichas de chilenos adoptados de forma irregular en Alemania, Holanda, Suecia o Italia y que buscan sus padres.
¿Qué le preguntaría Bruce a su madre si la encontrara? "Cómo nací, a qué hora, qué pasó, por qué. Es como una angustia, saber qué pasó realmente".
