Verano electoral en Oriente Medio


BEIRUT. - El verano en los países del Oriente Medio ha sido siempre propicio a guerras y golpes de estado. Este año va a ser un tiempo prolífico en elecciones presidenciales en Egipto, El Líbano, posiblemente también Siria, además de las elecciones legislativas que se celebrarán en Irak. Su común denominador es que sin duda serán militares, hombres fuertes o ¨zaim¨ sus presidentes, incluyendo el caso de la república iraquí en el que otro hombre fuerte desempeñará el cargo del primer ministro.



Abdul Fatah As Sisi-a la izquierda-.
Abdul Fatah As Sisi-a la izquierda-.
Abdal Fatah el Sissi, después de haber renunciado a sus puestos de ministro de Defensa y comandante en jefe de las fuerzas armadas, se dispone a ser aclamado por una mayoría de ciudadanos como el ¨providencial salvador de la patria¨ en estos tiempos convulsos. Ha trocado el uniforme militar por el traje civil pero es el mismo hombre. Aupado por una inmensa popularidad, fruto de las enormes frustraciones de la población egipcia desde la ¨revolución del 25 de enero¨ del 2011 de la plaza del Tahrir, de las penurias económicas, de los abusos de poder del presidente Morsi y de su sectarismo islamista derrocado en un golpe de estado que sus partidarios calificaron de revolución popular, se propone restablecer el orden anterior. El orden del régimen republicano fundado por los oficiales libres de Gamal Abdel Nasser y sus compañeros que gobernó ininterrumpidamente desde 1952 tras el derrocamiento del rey Faruk hasta 2011 cuando el rais Mubarak fue forzado a dimitir. Será el quinto presidente militar después de Naguib, Nasser, Sadat y Mubarak aunque su generación ya no pertenezca a este tiempo de los padres de la patria surgidos de las fuerzas armadas. Como buen militar su prioridad es garantizar la paz pública. ¿Pero cómo hacerlo sin resolver los graves problemas de Egipto, donde la Cofradía de los Hermanos Musulmanes, profundamente arraigada en la sociedad, ha sido declarada sin contemplaciones organización terrorista? En Siria hay también prevista este verano la elección a la presidencia de la república. El Rais Bachar el Assad desde el principio de la rebelión, durante la guerra, ha insistido siempre en que cumpliría hasta el último día su mandato presidencial, cuando eran más fuertes las presiones de la oposición y de las potencias extranjeras, para que dejase el poder como condición previa para iniciar una transición política. En los pasados meses, gracias al acuerdo ruso norteamericano de desmantelar y destruir sus armas químicas, gracias a los avances en el terreno de sus tropas aunque no hayan sido completamente derrotados los grupos guerrilleros, y también como consecuencia del horror en que viven las poblaciones sometidas al yugo de los fanáticos del Islam, su posición ha quedado fortalecida. El parlamento ha aprobado una ley para regular las próximas elecciones, estableciendo como uno de sus requisitos para ser candidato a la presidencia de la república haber vivido en Siria los últimos diez años. De esta suerte se excluye a todos los miembros de la oposición en el exilio con veleidades de presentarse a este escrutinio. Los partidarios del rais Assad ya iniciaron por su cuenta y riesgo, su campaña electoral en la ciudad de Homs antes llamada la ¨capital de la revolución¨ colgando pancartas con estos lemas: ¨Imploramos presidente que os presentéis como candidato porque sois el símbolo de la victoria y de la resistencia, y os prometemos con la sangre nuestra fidelidad¨. Si presenta su candidatura su reelección esta evidentemente garantizada. Significará además la prolongación de la horrible guerra, porque las fuerzas de la oposición no lo aceptarán. Presume el Líbano de ser uno de los raros estados árabes donde no ha habido un golpe de estado. Desde el Atlántico al Golfo, desde el Magreb al Macrek, en la desgastada retórica del nacionalismo postcolonial, desde la marginal Mauritania, hasta el Yemen de la mítica Arabia feliz, Egipto, Siria, Irak, Libia, Sudán, sin olvidar la mediterránea Argelia, han sido gobernados por el ejército, han sido o son dictaduras militares. Una de las razones aducidas para explicar la ¨excepción libanesa¨ es su compleja composición de grupos confesionales, musulmanes, cristianos, drusos, que obstaculiza la constitución de una sociedad homogénea, mantiene una débil cohesión estatal ¿Quién asegura, por ejemplo, que un general golpista cristiano se llevase de calle a las tropas musulmanas o que un coronel sunita fuese obedecido por soldados chiis? En El Líbano -escribió hace años un historiador- no hay golpes de estado -coup d’etat- sino cabezazos -coup de tete-¨. Pero esto no empece para que en este país nada menos que tres comandantes en jefe de sus fuerzas armadas, hayan sido elegidos presidentes de la república. El General Mauci Cheab en 1952, tras un conato de guerra civil entre musulmanes y cristianos el general Emil Lahoud en el 1998 y el general Michel Soleiman en el 2008. Sus elecciones fueron siempre un compromiso entre los parlamentarios en el apogeo de graves crisis internas con patentes injerencias extranjeras. Es muy probable que la próxima elección presidencial que debería celebrarse en mayo sea también un militar quien obtenga el espaldarazo y nunca mejor dicho, el parlamento. El general Michel Aoun excomandante en jefe del ejército que ya fue primer ministro al final del mandato de Amin Gemayel, en plena crisis constitucional, es uno de los candidatos mas poderosos. Pero es muy posible que los diputados prefieran al actual jefe supremo del ejército, Jean Kahawagi. La institución militar es respetada entre la población, temerosa de un aumento de la violencia, porque combate los grupos terroristas y consigue que no estalle la república, debido a la guerra siria. A finales del mes de abril se celebraran las elecciones legislativas en Irak en un ambiente de exacerbación de las rivalidades entre sunis y chiis. Durante el año anterior nueve mil personas murieron en atentados y ataques sectarios. La comunidad suní que había dominado el país hasta que la guerra y la ocupación estadounidense del 2003 destruyó el régimen de Sadam Hussein denuncia la opresión que sufre por parte del ejército y de las fuerzas de seguridad estatal. Sin ningún compromiso ni diálogo posible con los dirigentes chiis, se radicalizan los grupos jihadistas como el Estado islámico del Irak y del Cham, también muy activo en la guerra de Siria. El primer ministro Nuri El Maliki que ha implantado un gobierno autoritario volverá muy probablemente a ganar las elecciones. Es el hombre fuerte del nuevo Irak, como antes lo fuera Sadam Hussein. La figura del hombre fuerte, del caudillo, del militar, son muy populares en la sociedad árabe. Después de unos tiempos muy convulsos, de efímeras ilusiones de reformas, se han vuelto a plantear con crudeza las permanentes cuestiones de si es compatible el Islam con la democracia y de si es factible establecer gobiernos democráticos en esta parte del mundo. Cuando llegué a Beirut, en el otoño de 1970, recuerdo que muchos libaneses alababan a Franco el caudillo español… No olvidemos que el boicot internacional contra su régimen sólo lo rompieron dos jefes de estado árabes, el presidente libanés Camile Chamoun y el rey Abdallah I de Jordania. Tomás Alcoverro
Lunes, 14 de Abril 2014
La Vanguardia, Barcelona, España
           


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