Abel Ferrara, cara a cara con la muerte
El Pais, Madrid, España
"Estuvimos a punto de morir. Pensé: 'Este avión está a punto de estrellarse'. ¿Has visto alguna vez el momento en el que caen las máscaras de oxígeno? Da miedo, tío. El avión olía a quemado, las máscaras de oxígeno nos cayeron... Estábamos en medio del océano, en medio de la noche. Y miré a mi novia, que es budista... y no sé". El realizador Abel Ferrara (Nueva York, 1951) habla en un bar mientras examina los sobres de azúcar y saluda a caras conocidas a derecha e izquierda. Su avión -en el que también viajaba el actor Ethan Hawke- había realizado un aterrizaje de emergencia el día anterior -el lunes- y Ferrara lucía nervioso.
El director de El rey de Nueva York, El funeral o Teniente corrupto es un hombre conocido por su afición al exceso pero también por su innegable talento, que en Napoli, Napoli, Napoli brilla con luz propia, especialmente en las escalofriantes entrevistas a presas de cárceles que sirven de hilo conductor al filme: "Me gustaba la idea de ir añadiendo cosas mientras rodábamos. Éste era mi primer documental y yo soy un director de cine, así que he decidido muchísimas cosas sobre la marcha. ¿Que si he sentido peligro rodando allí? No. Para mí, cuando gritas acción todas las ciudades son iguales".
En el pase, al que han asistido unas 50 personas (en una sala para 1.200), Ferrara, a grito pelado, se dirigió al público desde su palco: "Ayer estuve a punto de morir en un accidente de avión, pero hoy estoy aquí y quiero daros las gracias por haber venido". Poco después las luces se apagaban. "Qué pedazo de pantalla", se le oyó decir cuando su nombre apareció en pantalla. Cien por cien Ferrara.