Un atentado suicida contra policías dejó al menos nueve muertos y cerca de treinta heridos en los suburbios de Peshawar, y luego una bomba activada a distancia al paso de paramilitares mató a 10 personas e hirió a 31 en Quetta, capital de la inestable provincia de Baluchistán.

El ataque de Peshawar, capital de Khyber Pakhtunkhwa, la provincia más afectada por los atentados talibanes en el último año, no ha sido reivindicado pero se presume que un grupo hostil al acercamiento entre el gobierno y los insurgentes talibanes podría estar detrás.

El gobierno de Islamabad y los rebeldes del Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), un grupo de facciones islamistas armadas, retomaron la semana pasada las negociaciones de paz y acordaron un cese al fuego.

El atentado de Peshawar fue perpetrado cuando los mediadores talibanes llegaban a los bastiones islamistas del noroeste para reunirse con el consejo central del TTP.

Desde el cese al fuego del 1 de marzo, los talibanes han negado cualquier implicación en los ataques que se han producido en el país.