AFP (Agencia France-Presse)
Damasco, Siria. - El presidente sirio, Bashar al Asad, admitió este miércoles por primera vez que su ejército había sufrido reveses pero aseguró que la guerra contra los rebeldes no estaba perdida, tras cuatro años de resistencia.
"No hablamos de decenas ni de centenas, sino de miles de batallas y naturalmente en las batallas hay retiradas, victorias y pérdidas. Hay altibajos", dijo en Damasco con motivo del Día de los Mártires.
"Hoy, combatimos en una guerra y una guerra no es una batalla, sino una serie de batallas", añadió en este discurso pronunciado en un colegio para hijos de soldados muertos en combate.
El ejército sirio ha perdido en poco más de un mes Idleb y Jisr al Shugur, dos ciudades importantes del norte, y en el sur el último puesto que controlaba en la frontera con Jordania. Además sus intentos por avanzar en la región de Damasco se han saldado con un fracaso.
Asad, con traje oscuro y rodeado de alumnos en uniforme color caqui, ha querido transmitir un mensaje tranquilizador a sus partidarios, desmoralizados por las derrotas.
"En las batallas, todo puede cambiar, con la excepción de la fe en los combatientes y la fe del combatiente en la victoria. Además cuando hay reveses debemos, como sociedad, cumplir con nuestro deber y apoyar moralmente al ejército y no esperar a que sea él el que lo haga", insistió. Pidió acabar con "el espíritu de frustración y de desesperanza después de una pérdida aquí o allí".
Sin reconocer oficialmente la pérdida de Jisr al Shughur, Asad rindió homenaje a las fuerzas del régimen que están asediadas por los rebeldes en un hospital del sur de la ciudad. "El ejército llegará pronto hasta esos héroes en el hospital de Jisr al Shughur", aseguró.
Desde hace dos semanas, 150 soldados están asediados en este hospital y combaten al Frente al Nosra (rama siria de Al Qaida) y a otros rebeldes islamistas que los rodean.
En el ámbito internacional, Asad calificó al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de "asesino" y lo comparó con un gobernador otomano apodado el "carnicero" que en 1916 hizo ahorcar a nacionalistas árabes en Damasco y Beirut.