AFP (Agencia France-Presse)
BEIRUT. - En una Siria exhausta y corroída por la crisis humanitaria, las fuerzas del presidente Bashar al Asad intentan reconquistar el terreno perdido frente a una rebelión dividida, cuando se acerca el inicio del cuarto año de conflicto.
Mientras el país se desintegra, ninguna solución parece alumbrarse, máxime cuando los dos promotores de las conversaciones de paz de Ginebra, Rusia y Estados Unidos, mantienen un conflicto diplomático sobre la situación en Ucrania.
"Sin una intervención occidental, la guerra durará varios años más. Mientras [el presidente estadounidense, Barack] Obama esté en la Casa Blanca, esta intervención es poco probable", dijo el especialista de Siria y profesor de la Universidad de Edimburgo, Thomas Pierret, para quien "la situación podría cambiar a partir de 2016".
El conflicto ha causado más de 140.000 muertos y casi la mitad de la población marchó de sus hogares y se refugió en países vecinos en condiciones terribles. Ninguna de las partes enfrentadas parece por el momento alzarse con la victoria.
La insurrección nació en marzo de 2011 con manifestaciones pacíficas, duramente reprimidas, que desembocaron en una guerra total a partir del bombardeo de Homs en febrero de 2012.
Desde la primavera de 2013 y tras una serie de derrotas, el régimen pasó al contraataque con el apoyo decisivo de combatientes reclutados entre las filas del movimiento chiita libanés Hezbolá, así como con chiitas iraquíes enrolados por los Guardianes de la Revolución, las tropas de élite iraníes.
Las fuerzas progubernamentales se vieron fortalecidas por la anulación de los ataques occidentales en respuesta al ataque químico el 21 de agosto de 2013 en las afueras de Damasco, que la oposición siria y los países occidentales atribuyen a Asad.
Un acuerdo entre Moscú y Washington anuló estos ataques occidentales a cambio de que el régimen destruyera sus armas químicas, bajo supervisión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAC). Por el momento, Siria evacuó o destruyó la tercera parte de su arsenal químico.
La estrategia del presidente sirio es controlar la "Siria útil", es decir, la costa, las grandes ciudades y las carreteras más importantes. La oposición controla más territorio pero el régimen tiene bajo su control las regiones más pobladas.
Las tropas de Asad avanzaron en tres direcciones: en el sur de Damasco, donde impusieron armisticios a varias localidades rebeldes asediadas; en la región montañosa de Qalamun, al norte de Damasco, donde rodean la ciudad de Yabrud cercana a la frontera con Líbano; y, al norte de la ciudad de Alepo, donde intenta acorralar a los rebeldes.
- Rebelión dividida -
Al mismo tiempo, la rebelión se rompe. Los rebeldes, en su mayoría islamistas, y la rama oficial de Al Qaida en Siria, el Frente al Nosra, se enfrentan desde enero de 2014 a los yihadistas del Estado Islámico en Irak y en Levante (EIIL), a quienes acusan de brutalidad y de tener una voluntad de hegemonía.
Según los expertos, los rebeldes contarían entre 100.000 y 150.000 combatientes, unos 15.000 extranjeros, repartidos en 2.000 grupos. El grupo más importante sería el Frente Islámico, una coalición de combatientes islamistas.
Las fuerzas del régimen contaban antes de la crisis con 300.000 soldados, la mitad reclutas, a los que se suman decenas de miles de combatientes más. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), unos 50.000 murieron en tres años.
"Ningún bando está ganando. Asad puede mantener la mayoría del territorio bajo su control y aplicar la política de tierra quemada en las regiones que no controla, pero no podrá nunca restablecer la integridad del país bajo su régimen", explica el director del instituto alemán de política exterior y de seguridad, Volker Perthes.
Para Perthes, la desintegración del país "no es una posibilidad, es una realidad y si la guerra terminara mañana, enderezar el país tomaría más de una década".
El geógrafo especialista de Siria, Fabrice Balanche, plantea que, en el caso de que ninguno de los bandos gane, se produciría "una partición de facto entre una región kurda al noreste, una región rebelde al norte y una zona en manos del régimen en el centro".
"De hecho, no existe un buen escenario en Siria. Asad se restablecerá lentamente pero a qué precio", dijo Balanche, para quien "el restablecimiento del régimen vendrá acompañado de una represión que no motivará el regreso de cientos de miles de sirios".
"Me sorprendería que Siria recibiese un aflujo de capitales como Líbano en 2006. Además, no cuenta con el petróleo de Irak", indicó el géografo. "El país empleará mucho tiempo antes de restablecerse, puesto que la reconstrucción se sumará a los problemas estructurales previos a la crisis".