"Las llamadas gastadas de los poderosos en Estados Unidos a sanciones económicas contra Ecuador simplemente por defender mis derechos, son erróneas e injustas", declaró el australiano, de 41 años, ante un centenar de partidarios y casi el mismo número de periodistas congregados ante el elegante edificio de ladrillo rojo adornado con decoraciones navideñas.
"El presidente Correa ha dicho con razón que los principios ecuatorianos no están en venta. Debemos mantenernos unidos para defender al pueblo de Ecuador de una intervención en su economía y de una interferencia en sus elecciones" presidenciales de febrero de 2013, agregó el expirata informático.
Assange tuvo palabras de agradecimiento para el país que le acogió en su legación el pasado 19 de junio, antes de concederle el asilo el 16 de agosto, al considerar fundados sus temores de una eventual segunda extradición a Estados Unidos después de Suecia, que lo requiere como sospechoso de cuatro delitos de agresión sexual.
"Hace seis meses entré en este edificio. Se ha convertido en mi casa, mi oficina y mi refugio. Gracias a la postura de principios del gobierno de Ecuador y el apoyo de su gente, estoy seguro en esta embajada y puedo hablarles", afirmó en su segunda intervención desde el balcón en 185 días.
"Aunque mi libertad es limitada, puedo seguir trabajando y comunicando, contrariamente a los 232 periodistas que están en la cárcel esta noche", agregó en otro momento aplaudido por los simpatizantes, que se encontraban detrás de unas barreras metálicas y custodiados por agentes de la policía.
Assange recordó que a pesar de todo lo ocurrido, 2012 fue un "gran año" para WikiLeaks, su página especializada en filtraciones que difundió casi un millón de documentos, incluidos algunos sobre el conflicto de Siria. Y prometió mantener un ritmo similar en 2013.
"WikiLeaks tiene ya más de un millón de documentos que están siendo preparados para ser difundidos" y que afectan a "cada país en este mundo".
En su mensaje salvó a los latinoamericanos, cuyos gobiernos -dijo- "no amenazan a nadie, no atacan a nadie, no envían aviones no tripulados a nadie, pero juntos se mantienen fuertes e independientes".
Assange se refugió en la embajada ecuatoriana para evitar una inminente extradición a Suecia como sospechoso de cuatro delitos sexuales, por temor a que el país escandinavo, donde no ha sido formalmente acusado, sea sólo una escala antes de su entrega a Estados Unidos.
Está convencido de que el país norteamericano le está investigando en secreto por la difusión de decenas de miles de documentos secretos sobre las guerras de Irak y de Afganistán y cables confidenciales del Departamento de Estado, y podría condenarle a la pena de muerte o a cadena perpetua.
Su caso continúa por el momento sin atisbo de solución, mientras las autoridades ecuatorianas tratan de obtener del Reino Unido y de Suecia garantías de que no habrá segunda extradición, o incluso un salvoconducto.
Además, paralelamente, tanto Assange como las autoridades de Ecuador --cuya embajadora, Ana Albán, le reiteró el jueves su "apoyo" en nombre del país-- han invitado también a la fiscalía sueca a venir a interrogarle sobre las presuntas agresiones sexuales.
"La puerta está abierta, y la puerta siempre ha estado abierta, para cualquiera que desee utilizar el procedimiento habitual para hablar conmigo o garantizar un salvoconducto", declaró.
Sus seguidores, que llevaban pancartas con lemas como "Don't shoot the messenger" (No disparen al mensajero), recibieron el discurso con una cerrada ovación y el grito en español de "Julian, amigo, el pueblo está contigo".
"Esto no es sobre las acusaciones a Julian Assange, es sobre si una persona puede filtrar información que es importante para el público", dijo un joven de 28 años que lucía una de las máscaras de Guy Fawkes, popularizada por los indignados. "Todos necesitamos vigilar la información y asegurarnos de que se escribe la verdadera versión de la historia", agregó.