Ataques y amenazas en campaña
Deia, Euskadi, España
Sectores de la izquierda abertzale están utilizando la excusa de la ilegalización de sus listas para amedrentar a los partidos y candidatos mediante injustificables actos violentos e insultos que sólo buscan el enfrentamiento.
lA campaña electoral en Euskadi afronta su recta final con los partidos políticos volcados en transmitir sus últimos mensajes con el objetivo de influir en esa amplia capa de indecisos que, al fin y al cabo y a la vista de los sondeos, son los que hacen ganar elecciones. Esta campaña, que se está caracterizando por eso que se ha dado en llamar perfil bajo -es decir, por la normalidad, la no estridencia, la ausencia de insultos e improperios y hasta por el sentido del humor-, discurre por cauces democráticos que en absoluto hacen añorar ocasiones precedentes en las que la tensión se palpaba día a día. Esta normalidad, pese a todo, no es absoluta. La antidemocrática Ley de Partidos y la acción de la justicia llevada por un oportunista impulso político evidente han dejado fuera de la contienda electoral a la opción de la izquierda abertzale, que por primera vez en la historia no puede presentarse a las urnas de forma legal en unos comicios autonómicos. No será, sin embargo, tal y como se ha dicho y escrito, la primera vez que la izquierda abertzale no estará en la Cámara de Gasteiz. Hay que recordar que durante muchos años los electos de Herri Batasuna se negaban a ocupar sus escaños en lo que despectivamente llamaban -y siguen denominando- el Parlamento vascongado, obviando su representación popular. Esta ausencia obligada e indeseada de la candidatura de la izquierda radical está siendo tomada como excusa por quienes se autoproclaman defensores de la libertad para atacar, amedrentar y amenazar al resto de fuerzas políticas, llegando al atentado directo mediante bomba, cóctel incendiario o cualquier artefacto de terror que sirva para sus fines. Es la clásica y perversa máxima de la socialización del sufrimiento tan instalada en ese mundo llevada al terreno electoral: "Si yo no puedo presentarme, que nadie tenga libertad para hacerlo", parecen decir. Y en ello están empeñando gran parte de sus energías, en ejercer una presión intolerable sobre los partidos, sus candidatos, sus militantes y sus sedes. Y sin distinciones: casas del pueblo, batzokis, oficinas y sedes de EA, PP, Aralar, Ezker Batua y cualquiera que pueda considerarse "enemigo". Hasta ahora, la reacción de los diferentes partidos está siendo modélica, de forma que se ha rehuido el enfrentamiento que algunos buscan con esas acciones. Sólo ayer, entre la rabia y la impotencia, un vecino de Lazkao afectado por la bomba que ETA colocó el lunes en la sede del PSE se introdujo con una maza en la herriko taberna del municipio y causó destrozos en el local. No es ésta la manera de proceder, por mucho que algunos puedan buscar excusas a su actuación. Algunos están intentando calentar la campaña de la única forma que saben y flaco favor se le haría a la democracia si se entrase al trapo de sus provocaciones.