Autodefensas mexicanas "rehabilitan" en sus filas a colaboradores de cártel
AFP (Agencia France-Presse)
LA NOPALERA. - Carlos y Manuel colaboraban con el cártel de Los Caballeros Templarios vigilando el avance de las autodefensas por la región mexicana de Michoacán (oeste), pero ahora están retenidos en una destartalada base por sus antiguos enemigos, que tratan de "rehabilitarles".
Los jóvenes, que prefieren ser identificados con nombres ficticios, explican que la policía federal los capturó y, tras una "calentada" (golpiza), los entregó a las autodefensas para que aportasen información de los Templarios, el cártel al que las milicias combaten en esta región clave para la siembra y producción sintética de drogas.
"De nada les servíamos nosotros muertos", dice a la AFP Manuel, un campesino de 25 años de sonrisa alegre.
Desde hace más de dos semanas este joven cocina, trapea e incluso recibe formación en manejo de armas junto a Carlos en una base de las autodefensas situada en la remota comunidad La Nopalera de Apatzingán, el antiguo bastión de los narcotraficantes.
Este febrero se cumple un año de que ciudadanos de varios municipios de Michoacán se levantaron en armas contra los asesinatos, extorsiones, secuestros y violaciones de los que denuncian ser víctimas, uniéndose en las llamadas autodefensas.
En su avance, que en enero les llevó a alcanzar Apatzingán, fueron deteniendo a sospechosos de integrar la base de apoyo de los Caballeros Templarios mientras que, tras el refuerzo militar de enero, el gobierno anunció la captura de más de 300 personas vinculadas al crimen organizado.
Si huyen, no hay perdón
Manuel recuerda que se unió al cártel porque no le alcanzaba el sueldo como limonero y se le hizo "fácil" mantener así a su esposa y dos hijos, aunque Carlos admite que, como muchos de sus amigos en Apatzingán, se hizo templario por gusto.
"Uno veía allí a los vatos (chicos) que iban armados y que nadie les podía decir nada y uno quería andar igual", relata este esbelto joven de 20 años y cara arañada, que asegura que trabajar para el cártel era un gancho para conquistar chicas.
Aunque malviven junto a diez autodefensas en un espacio mugriento y con sarnosos colchones por camas, ambos aseguran que están "mil veces mejor" que con los templarios porque en esta casa-base arrebatada al cártel les dan de comer y no les atan, golpean ni amenazan si no rinden lo suficiente.
"La consigna es tenerlos tres meses bajo mi vigilancia y simplemente convencerles psicológicamente de que deben agarrar el camino más correcto", explica el "Comandante Patancha", un dirigente de las autodefensas menudo y de bigote espeso que supervisa su "rehabilitación".
Sin embargo, "si huyen, posiblemente no tengan perdón", advierte.
Si los chicos demuestran cambios de actitud, podrán decidir si vuelen a su casa o unirse a las autodefensas, pero los dos no dudan ya en cargar las armas y vestir las camisetas de las milicias, donde reciben una "ayuda" de unos 450 dólares mensuales parecida al salario que tenían como vigilantes del cártel.
Manuel no ve otra salida: "Si nos llegaran a agarrar los Templarios, nos matan. Ahorita no me queda otra mejor que ayudar a las autodefensas".
¿Narcos "volteados"?
En los municipios tomados por las milicias ya casi no queda rastro evidente de los Templarios. Apenas sobreviven algunos de sus santuarios destruidos, "narcorridos" dedicados a ellos en las rocolas de restaurantes o estampitas de propaganda escondidas en los mostradores de algunas tiendas.
El portavoz de las autodefensas Estanislao Beltrán asegura que no toleran la entrada de criminales en el movimiento, pero reconoce las dificultades que tienen ante la gigantesca red que tejió el narcotráfico en la zona.
Hay pueblos de Tierra Caliente, la región michoacana más conflictiva, que "están completamente coludidos con los Caballeros Templarios", apunta.
"¿Y los vamos a capturar y a desterrar a todos?, ¿vamos a hacer pueblos fantasmas o qué va a pasar?", se pregunta el líder comunitario que explica que en algunos pueblos ya se han hecho asambleas ciudadanas para decidir qué hacer con esas personas.
"Casi todos aquí son volteados, porque los otros les trataban mal", comenta el encargado de una barricada en Pinzándaro, donde, según este hombre, las milicias reciben ayudas de Los Viagra, una banda delictiva que se escindió de Los Templarios.
Hay cabecillas de las autodefensas que han sido acusados de haber pertenecido al crimen organizado, como Adalberto Fructuoso, exalcalde y actual líder comunitario en el minero pueblo de Aguililla, y el polémico Juan José Farías, "El Abuelo", quien fue identificado por la fiscalía como un jefe narcotraficante en 2009 pero sólo fue sentenciado a tres años de cárcel por porte ilícito de armas.
También el gobierno federal informó que varios miembros de las autordefensas detenidos confesaron recibir armas de un cártel rival de Los Templarios.
Pero voceros de la milicia confían en que el acuerdo al que llegaron con el gobierno, para que sus integrantes puedan incorporarse a un cuerpo legal de seguridad, sirva para purgarse de los posibles delincuentes.
"De nada les servíamos nosotros muertos", dice a la AFP Manuel, un campesino de 25 años de sonrisa alegre.
Desde hace más de dos semanas este joven cocina, trapea e incluso recibe formación en manejo de armas junto a Carlos en una base de las autodefensas situada en la remota comunidad La Nopalera de Apatzingán, el antiguo bastión de los narcotraficantes.
Este febrero se cumple un año de que ciudadanos de varios municipios de Michoacán se levantaron en armas contra los asesinatos, extorsiones, secuestros y violaciones de los que denuncian ser víctimas, uniéndose en las llamadas autodefensas.
En su avance, que en enero les llevó a alcanzar Apatzingán, fueron deteniendo a sospechosos de integrar la base de apoyo de los Caballeros Templarios mientras que, tras el refuerzo militar de enero, el gobierno anunció la captura de más de 300 personas vinculadas al crimen organizado.
Si huyen, no hay perdón
Manuel recuerda que se unió al cártel porque no le alcanzaba el sueldo como limonero y se le hizo "fácil" mantener así a su esposa y dos hijos, aunque Carlos admite que, como muchos de sus amigos en Apatzingán, se hizo templario por gusto.
"Uno veía allí a los vatos (chicos) que iban armados y que nadie les podía decir nada y uno quería andar igual", relata este esbelto joven de 20 años y cara arañada, que asegura que trabajar para el cártel era un gancho para conquistar chicas.
Aunque malviven junto a diez autodefensas en un espacio mugriento y con sarnosos colchones por camas, ambos aseguran que están "mil veces mejor" que con los templarios porque en esta casa-base arrebatada al cártel les dan de comer y no les atan, golpean ni amenazan si no rinden lo suficiente.
"La consigna es tenerlos tres meses bajo mi vigilancia y simplemente convencerles psicológicamente de que deben agarrar el camino más correcto", explica el "Comandante Patancha", un dirigente de las autodefensas menudo y de bigote espeso que supervisa su "rehabilitación".
Sin embargo, "si huyen, posiblemente no tengan perdón", advierte.
Si los chicos demuestran cambios de actitud, podrán decidir si vuelen a su casa o unirse a las autodefensas, pero los dos no dudan ya en cargar las armas y vestir las camisetas de las milicias, donde reciben una "ayuda" de unos 450 dólares mensuales parecida al salario que tenían como vigilantes del cártel.
Manuel no ve otra salida: "Si nos llegaran a agarrar los Templarios, nos matan. Ahorita no me queda otra mejor que ayudar a las autodefensas".
¿Narcos "volteados"?
En los municipios tomados por las milicias ya casi no queda rastro evidente de los Templarios. Apenas sobreviven algunos de sus santuarios destruidos, "narcorridos" dedicados a ellos en las rocolas de restaurantes o estampitas de propaganda escondidas en los mostradores de algunas tiendas.
El portavoz de las autodefensas Estanislao Beltrán asegura que no toleran la entrada de criminales en el movimiento, pero reconoce las dificultades que tienen ante la gigantesca red que tejió el narcotráfico en la zona.
Hay pueblos de Tierra Caliente, la región michoacana más conflictiva, que "están completamente coludidos con los Caballeros Templarios", apunta.
"¿Y los vamos a capturar y a desterrar a todos?, ¿vamos a hacer pueblos fantasmas o qué va a pasar?", se pregunta el líder comunitario que explica que en algunos pueblos ya se han hecho asambleas ciudadanas para decidir qué hacer con esas personas.
"Casi todos aquí son volteados, porque los otros les trataban mal", comenta el encargado de una barricada en Pinzándaro, donde, según este hombre, las milicias reciben ayudas de Los Viagra, una banda delictiva que se escindió de Los Templarios.
Hay cabecillas de las autodefensas que han sido acusados de haber pertenecido al crimen organizado, como Adalberto Fructuoso, exalcalde y actual líder comunitario en el minero pueblo de Aguililla, y el polémico Juan José Farías, "El Abuelo", quien fue identificado por la fiscalía como un jefe narcotraficante en 2009 pero sólo fue sentenciado a tres años de cárcel por porte ilícito de armas.
También el gobierno federal informó que varios miembros de las autordefensas detenidos confesaron recibir armas de un cártel rival de Los Templarios.
Pero voceros de la milicia confían en que el acuerdo al que llegaron con el gobierno, para que sus integrantes puedan incorporarse a un cuerpo legal de seguridad, sirva para purgarse de los posibles delincuentes.