“Bayly es muy divertido, pero su candidatura me llega”

Perú21, Perú

Tulio Loza regresa a los escenarios con un espectáculo de humor político llamado Sobornos son robos –un palíndromo como la corrupción de nuestro país, de derecha a izquierda, de arriba a abajo, siempre igual–.

Tulio Loza, a la derecha, junto a su hermano Hugo
Tulio Loza, a la derecha, junto a su hermano Hugo
Gonzalo Pajares Cruzado.- "Salí de Abancay en 1957, a los 17 años. Vine a estudiar Derecho en San Marcos porque mi papá quería que fuera el mejor abogado del país", nos dice Tulio Loza, el cómico que, después de varios problemas familiares, regresa a los escenarios con la obra Sobornos son robos.

Alfredo Bryce fue su compañero en San Marcos…
'Mister Bryce’. El hombre era un lord inglés. Nosotros íbamos con nuestra chompita y él usaba su gran e increíble terno inglés. Era buena gente, un tímido total. Yo era su pata, siempre lo cochineaba. Nunca pensé que tras mi compañero de carpeta había un gran escritor. Después de leer Un mundo para Julius, me quedé asombrado. Bryce nunca dio muestras de ser un gran escritor, pero sí le daba al trago.

¿Iban juntos a los bares?
Yo no bebo, no fumo ni jalo… pero bailo pegadito.

¿No siente que ha perdido algo?
No, porque aún me queda tiempo (risas). Bryce bebía y yo lo acompañaba. Por entonces, él salía con Manto, la hija de un español, quien después se convirtió en su esposa. Él me decía: “Cholito, tienes que acompañarme hasta mi casa, estoy hasta el perno”. Yo lo llevaba para que Manto y su familia, quienes me tenían mucha simpatía, le perdonaran la vida (risas).

¿Quiso ser su celestino?
Sí, con una secretaria de cuarta, pero rica, una cholita limeña, salerosa, bien rica. Bryce se moría por ella. Yo le decía: “Si quieres, te ayudo”. Él me respondía: “No me aviento, hermano. ¿Y si patino?”.

Usted empezó en la radio…
Sí. En Loquibambia, un programa dirigido por un argentino talentoso. Yo le propuse presentar un cholo citadino, diferente; un cholo que no fuera el tozudo y el pelotudo de siempre, un cholo pendenciero y sapo, que le vendiera la Plaza de Armas al capitalino, y no al revés.

¿Qué tan real era ese cholo?
Llegó a ser muy real porque no olvidemos que, en los 50, el 50% de 'limeños’ ya éramos provincianos. El desborde popular estaba produciéndose.

Siendo una sociedad racista, ¿lo discriminaron?
Claro. En la universidad, por ejemplo, al verme blanquito, muchos se dijeron: “Este es de los nuestros”, pero, al hablar, me salió el mote. “Este es un infiltrado, un indígena”, y se quisieron apartar. Yo les dije: “Los cholos somos los dueños del país. What happen with you?” (risas), y con humor los conquisté. Fui el intermediario entre blancos y cholos. Al limeño lo 'cholifiqué’ y al andino lo hice limeño. Además, de Abancay me vine a Barrios Altos, donde están los más bravos. En 15 días me hice uno de ellos.

¿Cómo llegó a la TV si en esa época se discriminaba más que ahora?
Necesitaban un cholo urgente. Me dieron un libreto donde el cholo seguía siendo un imbécil. Les dije: “Esto no lo puedo hacer porque yo soy cholo y serrano, aunque me vean blanquito”. Me convertí en el que hacía la chacota.

¿Quién es su personaje más entrañable?
Todos, pero recuerdo con cariño a Doña Lucha, inspirado en mi mamá. Un día, ella me dijo: “En el barrio, esa secuencia de Las vecinas no gusta, no funciona”. “Ya, mamá, la voy a sacar”, le dije. A las tres semanas me llamó: “¿Por qué no vuelves a sacar a la vieja esa tan divertida?” (risas). Heredé su humor porque mi padre era más seco que un mojón de camello (risas).

¿Se arrepiente de haber trabajado en Canal 7 en tiempos de Fujimori?
No, yo solo hacía mi trabajo.

¿Pero no es mejor estar del otro lado, donde es posible criticar?
Sin duda. Allí uno puede meterle dedo al poder, y yo se lo he metido más de una vez. Por eso vuelvo con Sobornos son robos. El país está tan jodido que 'Camotillo’ tiene que reaparecer.

¿Cómo ve a Jaime Bayly?
Como periodista, como humorista y como muchacho, inteligente. Pero no creo que quiera ser presidente. Él hace esto por joder. Le va a fregar la candidatura a más de uno. Él es un cachoso y muy divertido, pero su candidatura me llega porque hay que tener seriedad para lanzarse como presidente.


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