AFP (Agencia France-Presse)
Washington, Estados Unidos. - "Cualquiera menos Bibi", el eslogan de los opositores al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, comienza a estar en boca de estadounidenses y europeos, molestos por sus intervenciones contra el programa nuclear de Irán y sus constantes desaciertos con los palestinos.
Netanyahu, quien aspira a ser reelecto el martes, trató de mantener las apariencias a principios de este mes durante su discurso ante el Congreso en Washington dando las gracias a Obama por su apoyo a Israel, pero allí nadie se dejó engañar.
La Casa Blanca ignoró ostensiblemente al primer ministro cuando se despachó en contra del acuerdo del plan nuclear iraní, que Teherán y el Grupo 5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania) quieren lograr antes del 31 de marzo.
Ese día, Obama estaba hablando por videoconferencia con sus aliados europeos para discutir la crisis en Ucrania.
Oficialmente, la Casa Blanca rechazó recibir al primer ministro Netanyahu por la cercanía de las elecciones en Israel.
Sin embargo, según el analista Aaron David Miller, ese comodín que salió de la manga de la administración Obama era en realidad un pretexto, ya que "la idea de que no se recibió al primer ministro israelí por la proximidad de las elecciones es simplemente falsa".
Basta con recordar los debates entre Bill Clinton y Shimon Peres organizados en la Casa Blanca sólo algunas semanas antes las elecciones legislativas de mayo de 1996, que supusieron la derrota del primer ministro en favor de... Benjamin Netanyahu.
Y sin ir tan lejos, el vicepresidente Joe Biden se reunió el mes pasado en Múnich con el candidato laborista Isaac Herzog.
De hecho, "se ve a los primeros ministros que se quiere ver", resumió Miller, que ha asesorado a seis secretarios de Estado.
La administración "envió una serie de señales que muestran, sin lugar a dudas, que Netanyahu está tratando de sabotear las relaciones entre Estados Unidos e Israel", dijo.
- Netanyahu, "un mal negocio para Israel" -
En Europa, la percepción cada vez más firme y extendida de que Israel se opone a un Estado palestino debilita su base de apoyo y refuerza el frente favorable al boicot y las sanciones contra el Estado hebreo.
Benjamin Netanyahu "ha sido un mal negocio para Israel", escribió recientemente la revista The Economist.
Del lado de enfrente, Isaac Herzog "no es carismático", admitió la revista británica, pero "quiere negociar con los palestinos y sanar las relaciones con Obama. Merece una oportunidad".
Sondeos de opinión publicados el viernes revelaron que el partido de derecha de Netanyahu, Likud, obtendría cuatro bancas menos que la Unión Sionista de Herzog.
Si Herzog ganara las elecciones, el gobierno israelí tendría un aspecto "más dulce, más amable", y por lo tanto menos agresivo sobre temas candentes como los asentamientos, con la consecuente "mejora sustancial" de las relaciones con Europa, estimó el analista Aaron David Miller.
Una señal de que Estados Unidos aún cree en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos, interrumpidas en abril, es que John Kerry se reunió este fin de semana en Egipto con el presidente palestino Mahmud Abas, el rey Abdalá de Jordania y el presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi.
El gobierno de Obama está cada vez más preocupado por la viabilidad de la Autoridad Palestina, que enfrenta una grave crisis financiera, pero "tal vez piensa en lo que puede hacer por la cuestión israelí-palestina luego de las elecciones israelíes", sugirió Tamara Wittes Coffman, que se especializa en el Medio Oriente en el Instituto Brookings en Washington.
Por otra parte, el exemisario de Washington en Medio Oriente, Martin Indyk, dijo que cree una vez realizadas las elecciones, el gobierno estadounidense "querrá moverse en una u otra dirección respecto a la cuestión palestina".
Estados Unidos está dispuesto a trabajar con el próximo gobierno si es posible, o tratará de internacionalizar sus esfuerzos a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.