Biólogos Rosemary y Peter Grant: Aún hay esperanza para las especies
DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)
Madrid. - Tras 40 años investigando a los mismos pinzones de las Galápagos que estudió Charles Darwin, la pareja de biólogos británicos Rosemary y Peter Grant no pierde la pasión por la evolución. Gracias a sus descubrimientos, hoy se sabe que el proceso de adaptación de las especies es mucho más rápido de lo que se creía, lo que ayuda a desarrollar estrategias para la conservación de las especies en peligro de extinción.
Los Grant están en Madrid para recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación por sus aportaciones y en entrevista con dpa, la risueña pareja explica por qué los pinzones son tan especiales.
Peter Grant cuenta que cuando empezaron a investigar se plantearon tres preguntas: ¿Cómo se forman las especies?, ¿por qué hay especies más variables que otras? y ¿compiten las especies por el alimento y como resultado evolucionan para diferenciarse?
"Habíamos leído un libro de David Lack, titulado 'Los pinzones de Darwin', y en ese libro se describía un grupo de aves que parecían ser muy buenas para responder a esas preguntas. Y además, las Galápagos son un archipiélago aislado, muchas islas están en una condición prístina, no hay influencia (del ser humano) en algunas de las islas", cuenta.
"Otra ventaja es que el archipiélago está en el Ecuador y por tanto está expuesto a la oscilación austral de El Niño. Hay años de sequía y años de mucha lluvia. Y en los años de sequía muchos pinzones mueren y podemos ver quién sobrevive y en qué circunstancias", agrega Rosmary Grant. Además, esas variaciones drásticas de las condiciones ambientales permiten tratar de deducir cómo actuarán las especies ante el cambio climático en el futuro a nivel global.
Los Grant acuden cada año, desde hace 40, a las islas Galápagos para medir y tomar muestras de sangre de las aves que consiguen sobrevivir, para después en el laboratorio aislar los genes responsables de que esos ejemplares hayan sido más aptos y hayan sobrevivido a la selección natural. Además, estudian la cantidad y el tamaño de las semillas de las que se alimentan los pinzones pues están muy ligadas a su supervivencia.
Así, por ejemplo, Rosemay Grant cuenta que a lo largo de su investigación han presenciado tres grandes acontecimientos evolutivos. En todos ellos se dieron grandes sequías y gran parte de las aves murieron. Solo sobrevivieron las que por su tamaño y por el de su pico pudieron alimentarse de las semillas que quedaron. Esto produjo variaciones en el tamaño medio de la población al transmitirse los genes de los supervivientes a la generación siguiente.
"Había una interacción entre los pinzones y las semillas. La proporción de semillas grandes y pequeñas iba cambiando y la proporción de pinzones pequeños y grandes también iba cambiando como resultado de la evolución", resume su marido.
Sus hallazgos demuestran que una especie es capaz de evolucionar y adaptarse a los cambios ambientales en solo diez años siempre que la especie goce de la suficiente variación genética, destaca Rosemary Grant.
"Esto lo ves cuando hay un cambio medioambiental del clima, ha habido muchos casos en los que esto ha ocurrido", dice la bióloga mencionando como ejemplo un tipo de ratón que gracias a su variación genética presenta distintos colores de pelaje en función del hábitat en el que viva, lo que permite a los ejemplares sobrevivir.
Pero los dos coinciden en que para que las especies sean capaces de adaptarse a tiempo al cambio climático también es de vital importancia conservar los hábitats.
"Hay esperanza (para las especies) si somos capaces de conservar grandes cantidades de hábitats naturales", destaca. "Si tenemos la voluntad de conservar grandes espacios, se puede hacer. Se trata además de hacer que muchos países respalden este esfuerzo".
Para ello "debe haber un diálogo entre científicos, y entre los países. Y tiene que ser un diálogo empático", opina Rosemary Grant. "Hay que tener esperanza y hacer un esfuerzo y trabajar en ese sentido".
"Se puede hacer, pero la cuestión es si existe la voluntad política para ello", duda su marido. "A mí me preocupa el hecho de que haya gente desarrollando planes para el establecimiento de los humanos en otros planetas porque es como escapar del mundo que estamos haciendo que no sea habitable. Si esos planes tienen éxito y verdaderamente es factible tener una colonia de personas en Marte, digamos, eso va a tener un impacto en la actitud de la gente respecto a tener que enfrentarse al deterioro de la Tierra. Y creo que seguramente eso hará que digan: 'Bueno no importa que acabemos con el Amazonas o los bosques tropicales porque igual vamos a acabar colonizando otros planetas'. Y esa creo que es una actitud problemática".
En cuanto a la la conservación de las especies, el biólogo destaca la importancia que tiene su investigación.
"Lo que hemos estado haciendo con el estudio de los pinzones contribuye un poco a (la cuestión de) cómo conservar organismos amenazados por el deterioro medioambiental y la importancia de tener en cuenta la evolución", concluye. De hecho, su conocimiento ha sido aplicado en la conservación del lince ibérico en España, por ejemplo, introduciendo en los hábitat ejemplares con características que favorezcan la adaptación de la especie a las nuevas condiciones medioambientales.
Peter Grant cuenta que ahora la investigación de la evolución debe concentrarse en responder a la preguntá ¿cómo se produce?. Pero para ello hay que "ser capaces de conservar ese medio ambiente de manera que los organismos puedan interactuar, para ver cuál es la evolución a nivel natural. Y con ese conocimiento, desarrollar planes racionales de conservación".
Los Grant, por su parte, continuarán en esa línea en sus futuros viajes a las Islas Galápagos dutante tanto tiempo como su cuerpo se lo permita.
"Hemos estado este año ya, así que confiamos en poder volver el año que viene. Pero ya tenemos 81 años, así que lo vamos planteando de año en año", comenta Rosamary con una sonrisa.
Peter Grant cuenta que cuando empezaron a investigar se plantearon tres preguntas: ¿Cómo se forman las especies?, ¿por qué hay especies más variables que otras? y ¿compiten las especies por el alimento y como resultado evolucionan para diferenciarse?
"Habíamos leído un libro de David Lack, titulado 'Los pinzones de Darwin', y en ese libro se describía un grupo de aves que parecían ser muy buenas para responder a esas preguntas. Y además, las Galápagos son un archipiélago aislado, muchas islas están en una condición prístina, no hay influencia (del ser humano) en algunas de las islas", cuenta.
"Otra ventaja es que el archipiélago está en el Ecuador y por tanto está expuesto a la oscilación austral de El Niño. Hay años de sequía y años de mucha lluvia. Y en los años de sequía muchos pinzones mueren y podemos ver quién sobrevive y en qué circunstancias", agrega Rosmary Grant. Además, esas variaciones drásticas de las condiciones ambientales permiten tratar de deducir cómo actuarán las especies ante el cambio climático en el futuro a nivel global.
Los Grant acuden cada año, desde hace 40, a las islas Galápagos para medir y tomar muestras de sangre de las aves que consiguen sobrevivir, para después en el laboratorio aislar los genes responsables de que esos ejemplares hayan sido más aptos y hayan sobrevivido a la selección natural. Además, estudian la cantidad y el tamaño de las semillas de las que se alimentan los pinzones pues están muy ligadas a su supervivencia.
Así, por ejemplo, Rosemay Grant cuenta que a lo largo de su investigación han presenciado tres grandes acontecimientos evolutivos. En todos ellos se dieron grandes sequías y gran parte de las aves murieron. Solo sobrevivieron las que por su tamaño y por el de su pico pudieron alimentarse de las semillas que quedaron. Esto produjo variaciones en el tamaño medio de la población al transmitirse los genes de los supervivientes a la generación siguiente.
"Había una interacción entre los pinzones y las semillas. La proporción de semillas grandes y pequeñas iba cambiando y la proporción de pinzones pequeños y grandes también iba cambiando como resultado de la evolución", resume su marido.
Sus hallazgos demuestran que una especie es capaz de evolucionar y adaptarse a los cambios ambientales en solo diez años siempre que la especie goce de la suficiente variación genética, destaca Rosemary Grant.
"Esto lo ves cuando hay un cambio medioambiental del clima, ha habido muchos casos en los que esto ha ocurrido", dice la bióloga mencionando como ejemplo un tipo de ratón que gracias a su variación genética presenta distintos colores de pelaje en función del hábitat en el que viva, lo que permite a los ejemplares sobrevivir.
Pero los dos coinciden en que para que las especies sean capaces de adaptarse a tiempo al cambio climático también es de vital importancia conservar los hábitats.
"Hay esperanza (para las especies) si somos capaces de conservar grandes cantidades de hábitats naturales", destaca. "Si tenemos la voluntad de conservar grandes espacios, se puede hacer. Se trata además de hacer que muchos países respalden este esfuerzo".
Para ello "debe haber un diálogo entre científicos, y entre los países. Y tiene que ser un diálogo empático", opina Rosemary Grant. "Hay que tener esperanza y hacer un esfuerzo y trabajar en ese sentido".
"Se puede hacer, pero la cuestión es si existe la voluntad política para ello", duda su marido. "A mí me preocupa el hecho de que haya gente desarrollando planes para el establecimiento de los humanos en otros planetas porque es como escapar del mundo que estamos haciendo que no sea habitable. Si esos planes tienen éxito y verdaderamente es factible tener una colonia de personas en Marte, digamos, eso va a tener un impacto en la actitud de la gente respecto a tener que enfrentarse al deterioro de la Tierra. Y creo que seguramente eso hará que digan: 'Bueno no importa que acabemos con el Amazonas o los bosques tropicales porque igual vamos a acabar colonizando otros planetas'. Y esa creo que es una actitud problemática".
En cuanto a la la conservación de las especies, el biólogo destaca la importancia que tiene su investigación.
"Lo que hemos estado haciendo con el estudio de los pinzones contribuye un poco a (la cuestión de) cómo conservar organismos amenazados por el deterioro medioambiental y la importancia de tener en cuenta la evolución", concluye. De hecho, su conocimiento ha sido aplicado en la conservación del lince ibérico en España, por ejemplo, introduciendo en los hábitat ejemplares con características que favorezcan la adaptación de la especie a las nuevas condiciones medioambientales.
Peter Grant cuenta que ahora la investigación de la evolución debe concentrarse en responder a la preguntá ¿cómo se produce?. Pero para ello hay que "ser capaces de conservar ese medio ambiente de manera que los organismos puedan interactuar, para ver cuál es la evolución a nivel natural. Y con ese conocimiento, desarrollar planes racionales de conservación".
Los Grant, por su parte, continuarán en esa línea en sus futuros viajes a las Islas Galápagos dutante tanto tiempo como su cuerpo se lo permita.
"Hemos estado este año ya, así que confiamos en poder volver el año que viene. Pero ya tenemos 81 años, así que lo vamos planteando de año en año", comenta Rosamary con una sonrisa.