"Blade Runner 2049", ¿tan sólo posthistoria?

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Berlín. - El viernes, tres décadas después de que "Blade Runner" marcara un hito narrativo y estético en la historia del cine con Harrison Ford a la caza de androides, llega su esperada secuela: "Blade Runner 2049". Al frente del desafío está el director canadiense Dennis Villeneuve, que en "Arrival" ya demostró sus dotes para la ciencia-ficción con trasfondo filosófico. Pero, ¿podrá esta segunda entrega superar al clásico de Ridley Scott?

Los Angeles, 2049. Han pasado 30 años desde que Rick Deckard (Ford) lograra escaparse junto a la replicante Rachael (Sean Young) y el mundo está aún peor: la sobrepoblación, la incomunicación y la electrónica recreativa han seguido su curso, subrayando todas las desventajas de un mundo digitalizado. Una y otra vez se escuchan frases como: Esto fue antes del Apagón.
Ahora, los replicantes se presentan como "hombres biotecnológicos". Tras la experiencia narrada en "Blade Runner", están equipados con recuerdos artificiales y un mecanismo de obediencia más eficaz para garantizar que no se produzcan rebeliones. Tyrell, el fabricante de androides, está en bancarrota y la gigantesca central de su compañía no es más que la antesala de la faraónica sede de Niander Wallace: un visionario ciego encarnado por Jared Leto que, en un alarde de megalomanía, quiere crear replicantes capaces de reproducirse.
Ya en 2021 se produjo uno de esos "nacimientos naturales", pero el androide desapareció, así que Wallace envía en su búsqueda a su replicante para todo Luv (Syvia Hoeks). Mientras tanto, la policía Joshi (Robin Wright) encomienda al Blade Runner K (Ryan Gosling) la misión de acabar con él. Y, con ello, el protagonista de "Drive" emprenderá todo un viaje de autodescubrimiento.
La película intenta con éxito no quedarse a la sombra de su icónica predecesora ni en lo visual ni en lo temático. Se abordan cuestiones como el cambio energético o el problema de la alimentación en un mundo sobrepoblado, además del racismo -los replicantes son quienes se ocupan de realizar los trabajos más molestos- o la economía creativa, todo un universo laboral para quienes se encargan de crear recuerdos artificiales.
"No creo en la teoría de que la inteligencia artificial pueda acabar arrebatándonos el control. Al contrario, puede sernos muy útil, por ejemplo en el terreno médico", dijo Ford en entrevista con dpa en Berlín. "Nunca se podrá reemplazar la inteligencia emocional. Al menos, eso me dice todo el tiempo mi mujer (la actriz de "Ally McBeal" Calista Flockhart). Y estoy seguro de que tiene razón".
Con todo, da que pensar la subtrama en torno a la "amiga" holográfica de K, interpretada por la cubana Ana de Armas ("El internado"). En el archivo de ADN, la joven filosofa sobre la diferencia entre estar compuesto por cuatro bases genéticas o dos componentes digitales. Y se las apaña para, pese a no poseer un cuerpo, poder mantener relaciones sexuales con K.
No obstante, pese a la imponente puesta en escena que Villeneuve despliega en "Blade Runer 2049", la trama se diluye hasta que en el último tercio del filme encadena giros y diálogos pseudoprofundos. Un envejecido Deckard se emborracha en una postapocalíptica ciudad de casinos mientras una atractiva replicante (Hiam Abbass) con ejército privado hace que el viaje interior de K se venga abajo como un suflé.
Así, pese a contar con un prometedor arranque, una estética espectacular y el buen hacer de los actores, los fans de "Blade Runner" seguramente echen de menos un guión más ambicioso. "Blade Runner" hizo historia y todo el equipo se declara fan de la película, pero en "Blade Runner 2049" las críticas coinciden en que la historia suena un tanto a repetición, a posthistoria.


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