Bolsonaro gana en primera vuelta, pero no evita balotaje con Haddad

El Tiempo, Colombia

El ultraderechista Jair Bolsonaro ganó este domingo por amplio margen la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, pero deberá medirse con el izquierdista Fernando Haddad el 28 de octubre en el balotaje.

Con el 99,07 por ciento de las urnas escrutadas, Bolsonaro, un excapitán del Ejército, de 63 años, obtenía 46,23 por ciento de los votos, frente al 28,99 por ciento de Haddad, designado candidato del Partido de los Trabajadores (PT) por el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La posibilidad de la segunda vuelta fue anticipada por una encuesta a pie de urna divulgada tras el cierre de las mesas por el instituto Ibope, que le adjudicó a Bolsonaro un 45 por ciento de los votos válidos y a Haddad, un 28 por ciento.

En el tercer lugar de las votaciones aparecía el centroizquierdista Ciro Gomes, con un 12,50 por ciento; seguido por el socialdemócrata Geraldo Alckmin, quien obtenía un 4,78 por ciento de los sufragios.

Mientras en un hotel en el centro de São Paulo, donde esperaban los seguidores de Haddad, se escucharon gritos de júbilo y alivio al divulgarse los resultados, en la explanada de los ministerios de Brasilia, los partidarios de Bolsonaro reaccionaron con desilusión.

Este domingo, el candidato de extrema derecha afirmó que estaba confiado en que tenía la mayoría de los votos válidos necesarios para ganar la presidencia sin una segunda vuelta. “Si Dios quiere, se liquida hoy”, dijo a periodistas. “Estamos en una creciente trayectoria y confiamos en que las personas de bien de Brasil quieren alejarse del socialismo”.

Aunque no logró ganar en la primera vuelta, los aliados del ultraderechista obtuvieron grandes victorias a nivel estatal, en un resultado sorpresivo que mostró grandes derrotas para los candidatos del PT, incluyendo a la destituida expresidenta Dilma Rousseff, que se postuló para una banca en el Senado.

“No podemos dar un nuevo paso a la izquierda”, dijo Bolsonaro a sus simpatizantes después de ver los resultados oficiales. “No queremos el regreso del tipo de gente que ha traído lo peor de la política al Palacio de Planalto”, puntualizó.

Por su parte, Haddad prometió un Brasil “profundamente democrático” y agradeció al expresidente Lula. “Iniciaremos mañana una campaña para salir victoriosos en la segunda vuelta”, dijo Haddad. “Creemos que hay mucha cosa en juego”, afirmó.

Tras emitir su voto por la mañana en São Paulo, Haddad estaba convencido de que habría segunda vuelta. De hecho, este domingo el izquierdista empezó a tender puentes con otros candidatos. Además, se cree que para que el candidato del PT se acerque a los porcentajes de Bolsonaro es importante el apoyo de Gomes.

Pero ante la diferencia de más de 18 millones de votos que le sacó Bolsonaro, Haddad necesita tejer más alianzas. La pregunta es si logrará hacerlo en 20 días. Durante la campaña, Haddad “se olvidó mucho del centro, que es fundamental. Sin el centro no se gana una elección y menos aún se gobierna, entonces precisa esos apoyos ya. Son tres semanas, una campaña cortísima; y, más aún, tiene que pensar en la gobernabilidad, estableciendo compromisos con esos sectores”, dijo André César, de la consultora Hold en Brasilia.

Bolsonaro y Haddad son los vencedores y, al mismo tiempo, los candidatos con mayor índice de rechazo.

Haddad, un exalcalde de São Paulo poco conocido en otras regiones, heredó una buena parte del electorado de Lula, sobre todo entre la población pobre que mejoró sus condiciones de vida bajo su gobierno (2003-2011).

Pero también heredó el odio que el expresidente de Brasil izquierdista inspira entre quienes le reprochan los escándalos de corrupción revelados por la operación Lava Jato y la crisis económica en la que se sumió el país bajo el mandato de Rousseff, destituida por el Congreso en 2016.

Por eso si bien su principal lema, ‘Haddad es Lula’, le permitió acercarse a la población del empobrecido noreste, bastión histórico del PT, ese puede ser su mayor obstáculo en el balotaje.

Bolsonaro, por su parte, recibió en la última semana apoyos de poderosos sectores, como los ruralistas y las iglesias evangélicas. Sin embargo, debe lidiar con un historial de declaraciones racistas, misóginas y homófobas y con sus justificaciones de la tortura durante la dictadura militar (1964-1985), que le valieron un amplio rechazo de mujeres y de las minorías.

En su último video en Facebook, prometió gobernar “inclusive” para los ateos y para los gais. “Gobernaremos para todos, independientemente de su fe religiosa, inclusive para quien es ateo. Gobernaremos para todo el mundo, para los gais incluso, que hay gais que son padres, que son madres”, afirmó.

En campaña, Bolsonaro ha aprovechado la ola de enfado contra la clase política tradicional tras descubrirse una de las mayores tramas de corrupción del mundo y el aumento de la delincuencia en un país con más asesinatos que cualquier otro.
Sus partidarios culpan de todo al PT, que dirigió a Brasil en 13 de los últimos 15 años, junto con políticas económicas imprudentes que contribuyeron a la peor recesión del país en una generación.

Pero Brasil está dividido sobre el costo que su democracia podría tener que pagar si elige a Bolsonaro, un congresista experimentado que ha elogiado en repetidas ocasiones el régimen militar de 1964-85 y que ha sugerido que sus oponentes solo podrían ganar a través del fraude, aunque ahora se compromete a adherirse con firmeza a los ideales democráticos.

Genies Correa, un administrador de negocios de 46 años en Brasilia, aseguró que votó por Bolsonaro y respaldaría un golpe de Estado si gana el PT, culpando al partido por la desenfrenada corrupción. “Si ellos ganan, se convertiría en Venezuela, la gente tendría hambre, con una moneda que no vale nada”, aseguró.

Por su parte, Margarita Antunes, una historiadora paulistana electora de Haddad, dijo: “Estamos aquí para defender la democracia contra el fascismo que se está instalando en la mentalidad de los brasileños”.



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