AFP (Agencia France-Presse)
KABUL. - Miles de afganos votaron el sábado en la segunda vuelta de las presidenciales para elegir al sucesor de Hamid Karzai, a pesar de las amenazas de los talibanes, una victoria para un país desestabilizado por la insurgencia.
Estas elecciones, primeras en las que se pasan el poder dos presidentes afganos elegidos democráticamente, se consideran una prueba para este país sumido en la pobreza parcialmente controlado por los talibanes.
Todavía es pronto para hacer un balance global de los comicios, pero el simple hecho de que hayan podido tener lugar sin mayores incidentes es una victoria para Hamid Karzai y la comunidad internacional que lo puso en el gobierno tras derrocar a los talibanes en 2001.
Tras la primera vuelta del 5 de abril en la que hubo una importante participación, la segunda jornada terminó el sábado a las 16H00 locales (11H30 GMT) y comenzó rápidamente el recuento de votos.
La amenaza de los talibanes de que sería un día con muchos atentados no se ha cumplido, aunque dos personas murieron en Logar, al sur de Kabul, y otras cinco en la provincia de Jost (este), todas por ataques con cohetes.
"Los atentados han tenido muy poco impacto", afirmó el ministro del Interior Omar Daudzai, en la cadena afgana ToloNews.
"El éxito de hoy dice a nuestros enemigos que con el tiempo puede darse una transición democrática y que nuestras tropas son capaces de asegurar la seguridad del país", añadió.
- "No nos da miedo" -
Los afganos estaban convocados a elegir entre el ex ministro de Relaciones Exteriores y principal favorito, Abdula Abdula, de 53 años, que fue portavoz del célebre comandante Masud, y el ex economista del Banco Mundial Ashraf Ghani, 65 años, quienes obtuvieron en la primera vuelta 45% y 31,6% de votos, respectivamente.
Ambos acudieron a votar por la mañana en Kabul y se comprometieron a luchar contra la corrupción y a desarrollar la economía de su país que todavía depende de la ayuda internacional.
Ignorando las amenazas de los talibanes, los votantes se movilizaron en todo el país y mostraban con orgullo la tinta antifraude que llevaban en los dedos.
"Se escucharon algunas explosiones en la ciudad, pero no nos da miedo, no nos va a impedir votar para decidir el futuro del país", dijo en Kabul Ahmad Jawid, de 32 años.
En Kabul, un importante dispositivo de seguridad era visible en las calles de la capital, patrullada por unas fuerzas afganas en "alerta máxima" y decididas a repeler todo ataque de los talibanes.
En total, unos 400.000 soldados y policías fueron desplegados en todo el país y la Fuerza Internacional de la OTAN en Afganistán (ISAF) estaba preparada para intervenir en caso necesario.
"He venido a votar para que mi papeleta ayude a cambiar algo en nuestras vidas", declaró a la AFP Janat Gul, un comerciante de 45 años que hacía cola en un colegio electoral de la ciudad.
"Votaré por el candidato que recuperará nuestra economía, creará empleo y cambiará nuestro día a día. Si la economía funcionara bien, no habría insurreción, y la gente estaría ocupada trabajando en lugar de luchando", dijo.
El presidente saliente votó por la mañana temprano en una escuela cercana al palacio residencial.
"Vaya a votar, que todos vayan a votar", declaró Karzai dirigiéndose a los afganos.
Abdula Abdula, que en la primera vuelta le sacó 13 puntos de ventaja a su principal rival, parece tener la victoria al alcance de la mano. En 2009 se había retirado de la segunda vuelta frente a Karzai debido, según él, a los fraudes masivos organizados por el presidente.
"No podemos aceptar ni una sola papeleta fraudulenta a nuestro favor y esperamos que los otros dirán lo mismo", dijo Abdula dirigiéndose a su adversario.
Los resultados provisionales de la segunda vuelta, que tiene lugar dos meses después de la primera, se conocerán en principio el 2 de julio y los resultados definitivos el 22 del mismo mes.
El próximo presidente afgano asumirá sus funciones el 2 de agosto y el primer expediente que tendrá que solucionar es el de la firma de un tratado bilateral de seguridad (BSA) con Estados Unidos que permita mantener en suelo afgano a unos 10.000 militares norteamericanos en el país.