Cambian pistolas por bicicletas para desarmar a población mexicana
AFP (Agencia France-Presse)
MEXICO. - Orgulloso, Francisco Aro muestra su revólver Smith 32 de colección. "Era de mi bisabuelo, que fue revolucionario", afirma antes de cambiarlo por una bicicleta, en un trueque pacífico organizado por las autoridades de Ciudad de México para desarmar al peligroso barrio de Iztapalapa.
Gente hace cola con sus armas
En el atrio de la Iglesia del Señor de la Cuevita, en pleno corazón de Iztapalapa, unas 60 personas, pistola en mano, aguardan para llegar a un puesto en el que militares y policías reciben sus armas de forma anónima a cambio de bicicletas, tabletas electrónicas, despensas y hasta dinero en efectivo.
Se trata del programa "Por tu familia, desarme voluntario", instalado desde el lunes y hasta el domingo por el gobierno de la Ciudad de México.
"Por cada día que dura el programa, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal y el gobierno de Iztapalapa invierten 300.000 pesos (unos 23.000 dólares)", según una fuente del gobierno municipal que pidió el anonimato
¿Y los verdaderos criminales?
La iglesia de estilo colonial que presta sus instalaciones para el desarme, alberga entre flores y veladoras a Nuestra Señora de las Balas, a quien "policías y militares vienen a rezar para que los proteja de balas letales", cuenta el acólito del templo.
Pese a las más de 200 armas que hasta el momento se han recaudado, no todos creen en la capacidad de este programa para desarmar a los verdaderos criminales.
"Los malhechores normalmente tienen varias (armas). Pueden dejar la que no les sirve o la que no les gusta y conservar la buena", opina Augusto Martínez, de 79 años, quien entregó un revolver Colt 80, por "una bicicleta, 800 pesos (62 dólares) y una despensa".
Ente los escépticos también está el mando militar cuya tropa se encarga de recoger, catalogar y destruir las armas.
"Vea el estado de las armas. La mayoría son inservibles o muy viejas. Las traen padres de familias, a quienes se las heredaron sus abuelos", dice el comandante bajo anonimato.
México recibe un importante flujo ilegal de armas desde Estados Unidos, que luego son utilizadas por bandas del crimen organizado y el narcotráfico.
Según cifras del gobierno del expresidente Felipe Calderón (2006-2012), un total de 107.973 armas y 10,9 millones de cartuchos fueron incautados de diciembre de 2006 a febrero de 2012, y el 90% de esas armas provenía de Estados Unidos, donde más de 8.000 vendedores tienen licencia federal.
En México es ilegal portar armas contrariamente a Estados Unidos, donde se reavivó el debate sobre el tema a mediados de diciembre tras la matanza de 26 personas en una escuela, 20 de ellas niños.
Sin embargo, Jesús Valencia, delegado de Iztapalapa, el segundo municipio con mayor criminalidad de la capital mexicana, aseguró a la AFP que el programa ayudará a evitar las muertes por balas perdidas.
El mes pasado, un niño de 10 años falleció tras recibir una bala perdida en un cine que fue disparada desde el exterior del recinto, mientras que el 13 de diciembre una mujer murió por la misma causa en un mercado.
Objetos no identificados y pistolas de plástico
La iniciativa en Iztapalapa, que se extenderá a otros municipios, atrae rifles, escopetas caseras, granadas, e incluso algunas armas difíciles de identificar.
"Es un misil", dice alguien señalando un artefacto que se asemeja a un vaso agitador de cócteles. "No, es un lanza granadas", opina otro.
Juan Carlos Izárraga, el joven comerciante que lleva el extraño objeto, asegura que "lo utilizaba para sostener los libros en los estantes", mientras lo entrega a un policía que, sorprendido, inspecciona el aparato inclasificable en sus registros. "De que algo hace, algo hace", concluyó el uniformado.
Además de los adultos, los niños también pueden canjear sus juguetes bélicos por otros pacíficos. Más de un centenar de ellos, en su gran mayoría varones, han acudido a la cita.
Vistiendo como el "Hombre Araña", con un gesto seco y firme, Suriel Guadalupe, de cuatro años, sacó dos pistolas de plástico de su pantalón. "Ya no las quiero", grita, al ponerlas sobre la mesa e ir a buscar una pelota de baloncesto.
Pero no todos van de buena gana. Tadeo, de 11 años, un poco presionado por su madre, intercambió sus cuatro pistolas por un balón, un juego de mesa y una muñeca "Barbie" para su hermanita. "Ya no voy a poder jugar a los narcos", se lamentó.