Carceleros de Mandela tenían poderosos aliados en el mundo

AFP (Agencia France-Presse)

JERUSALÉN. - El régimen racista del apartheid, que imperó durante más de cuatro décadas en Sudáfrica y mantuvo 27 años preso a Nelson Mandela, contó hasta sus últimos días con poderosos aliados, como Estados Unidos y Gran Bretaña, y también Israel, un país que sufría un aislamiento regional similar.

Israel brilló por su ausencia en la ceremonia de homenaje a Mandela que el martes congregó en Soweto a casi 100 jefes de Estado y de gobierno.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu renunció a efectuar el viaje aduciendo un excesivo costo y el presidente Shimon Peres, que debía reemplazarlo, tuvo que renunciar debido a un estado gripal.

La prensa criticó la actitud de Netanyahu, diciendo que había dejado pasar una ocasión para purgar una parte del pasivo en las relaciones con Sudáfrica.

"No nos quieren en Sudáfrica. La población negra recuerda a Israel como un país que cooperó con el terrible régimen del apartheid", señaló el diario Maariv.

Shimon Peres, que destacó el "precio personal muy importante pagado por Mandela durante sus años de cárcel" (1962-1990), fue en ese período el principal artífice de la cooperación con Sudáfrica.

"En tanto que ministro de Defensa (1974-1977), Peres estaba implicado", señala el ex ministro Yossi Beilin, director del ministerio de Relaciones Exteriores a fines de los años ochenta.

"Israel no respetaba para nada la resolución de la ONU de 1977" que imponía un embargo a las ventas de armas, agrega Beilin.

"Pretendíamos respetar contratos que ya existían, pero en realidad eludíamos" el embargo y eso "duró hasta 1992", dice el diplomático Alon Liel, embajador israelí en Sudáfrica durante la presidencia de Mandela.

"Era una especie de alianza con una dimensión militar muy fuerte", agrega.

Ese vínculo se forjó en los años setenta, indica un responsable israelí que pidió el anonimato.

El diario Haaretz afirma incluso que "el régimen del apartheid salvó a la industria de defensa israelí" cuando en 1988 compró 60 aviones Kfir por un monto de 1.700 millones de dólares.

Sudáfrica era un "mercado cautivo" a causa de las sanciones, dice Haaretz.

"En esa época de alianza entre estados aislados, las relaciones estaban basadas en la sangre, en la raza y el dinero", indica el diario.

"Lo que contaba era la seguridad y poco importaba la segregación", dice el diario.

Consideraciones similares llevaron a Estados Unidos y a Gran Bretaña, en plena Guerra Fría con la Unión Soviética, a cuidar a un régimen conocido por su anticomunismo.

"Hasta los años setenta, Gran Bretaña era de lejos el principal socio comercial de Sudáfrica", señala Saul Dubow, profesor de historia africana en la Universidad Queen Mary de Londres.

La primera ministra conservadora Margaret Thatcher (1979-1990), opuesta a las presiones económicas, logró "diluir las sanciones comerciales en la Mancomunidad británica y la Unión Europea"

El presidente estadounidense Ronald Reagan, otro adalid de la revolución conservadora, vetó por su lado una resolución del Congreso que imponía sanciones a Sudáfrica.

Pero por única vez en el siglo XX, el Congreso estadounidense levantó el veto presidencial, imponiendeo sanciones financieras y una suspensión de líneas aéreas que contribuyeron al fin del apartheid.

El nombre de Mandela fue retirado de las lista norteamericana de personalidades y organizaciones terroristas recién en 2008, cuando Mandela ya no era presidente.

El anticomunismo, y el aislamiento regional, cimentó también la alianza de Sudáfrica y Taiwán, gobernado por el Kumintang nacionalista durante la mayor parte del período 195-1990.

"Taiwán y Sudáfrica intercambiaban recursos y tecnologías", reconoce Loh I-cheng, embajador en Pretoria de 1990 a 1997.



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