Cinco razones para leer 'Un hombre muerto a puntapiés'
Público, Madrid, España
Madrid. SILVIA CAMPILLO. - Muerte prematura. Muerto de manera prematura, el ecuatoriano Pablo Palacio fue uno de los exponentes de la vanguardia literaria en Latinoamérica. Arquetipo de intelectual, desde muy joven se sintió identificado con el Partido Socialista y los movimientos políticos europeos.
Similitudes literarias. Un hombre muerto a puntapiés se publica por primera vez en España. Es una recopilación de cuentos, fáciles de leer, que contienen grandes dosis de surrealismo y multitud de referencias culturales, que recuerdan a El Aleph de Borges. Sus dos primeros relatos, Un hombre muerto a puntapiés y El antrólogo, son un ejemplo de cómo Palacio tenía presente la tendencia estética que se utilizaba en el continente europeo. Prueba de ello son los juegos con la grafía y las palabras que la editorial Sieteleguas ha intentado mantener.
La elegancia de la sencillez. Menos es más. El libro está divido en dos partes, la primera recoge material inédito y la segunda aglutina lo ya publicado. Relatos de no más de cinco páginas que muestran el compromiso de un hombre preocupado por el estado del Sistema y los movimientos sociales de la época. Con una mirada siempre crítica con la que intentaba hallar la manera de aplicar en su país las teorías que surgían en Europa.
Lectura entrelíneas. Cuentos sin pretensiones, literatura ideal para combatir las altas temperaturas del verano, pero cargados de dobles sentidos que dejan al lector con un buen sabor de boca tras la lectura. Con esta recopilación se confirma como el autor joven más comprometido y admirado entre la intelectualidad de su tiempo.