Controlar la natalidad con píldoras anticonceptivas, el nuevo combate en Afganistán
AFP (Agencia France-Presse)
Mazar-i-Sharif, Afganistán. - "Con cuatro niños, ya basta", dice una joven afgana tras comprar pastillas anticonceptivas a una oenegé aliada con algunos mulás (eruditos musulmanes) en la batalla por el derecho a la contracepción en Afganistán, un país muy conservador.
Con la cara oculta bajo una burka y sin dar su nombre, la joven acepta contar por qué usa anticonceptivos, un tema polémico en un país donde todo lo relacionado con el cuerpo de la mujer es tabú.
"No es la primera vez que uso anticonceptivos. Pero ahora tengo cuatro hijos, ya basta", afirma la joven tras surtirse de píldoras propuestas por la oenegé británica Marie Stopes International.
En la parte trasera del minibús de la oenegé estacionada en un barrio pobre de Mazar-i-Sharif, en el norte de Afganistán, una empleada le extiende una cesta que contiene un dispositivo intrauterino, un implante anticonceptivo de otro tipo, una caja de píldoras y preservativos. Ella elige las pastillas: una caja cuesta 20 afganis (unos 35 céntimos de euro) pero los consejos son gratuitos.
Le hizo falta el acuerdo de su marido. Sin él hubiera sido "imposible", reconoce.
"El gran problema en Afganistán es que no existe ninguna información sobre la planificación familiar", explica el doctor Rahmatudin Bashardost, responsable de Marie Stopes International en la provincia de Balj, cuya capital es Mazar.
Para llegar hasta las mujeres, a la oenegé se le ocurrió echar mano de los mulás, muy influyentes en la sociedad afgana.
"Algunos mulás dicen que el control de la natalidad es completamente 'haram' (proscrito por el islam), pero en cuanto les pedimos que nos muestren los textos religiosos que lo demuestran, resulta que no existen", afirma el doctor Bashardost. "Por el contrario, disponemos de documentos (de jurisprudencia religiosa) que dicen que es perfectamente legal".
Consultado por la AFP, el mulá sunita Kamalulá Hamid de Kabul no se opone a priori a la contracepción si "los padres creen que no tienen con qué alimentar a otro hijo". Pero advierte: "el principal objetivo del matrimonio es procrear y no divertirse".
El minibús de la oenegé está estacionado delante de una madrasa (escuela coránica) reservada a las mujeres, y no es por casualidad. Su directora Batul Mahadiyar es una mulá formada por Marie Stopes International.
Mahadiyar informa a las mujeres del barrio de entre 18 y 45 años sobre los medios de espaciar los nacimientos sin quebrantar el islam.
"Una sura del Corán dice: 'las madres que optan por una lactancia completa, amamantarán dos años enteros'", explica Mahadiyar, quien asegura que de este modo se reducen las posibilidades de un nuevo embarazo. "Destetar a un bebé hará que esté mal alimentado", agrega.
Espaciar los nacimientos permite criar a niños "en buena salud", asegura la mulá.
En cualquier caso contribuye a reducir la galopante tasa de fecundidad de las afganas. Según el Banco Mundial, en 2013 daban a luz a un promedio de 5,1 hijos cada una, un poco menos que en 2011 (5,5).
"Tener demasiados hijos genera problemas. En Afganistán hay demasiados truhanes. Para que los niños se integren bien en la sociedad, hay que espaciar los embarazos", insiste la mulá, madre de dos niños.
Marie Stopes International dispone de sucursales en numerosas provincias afganas en las que arrecian los combates entre los talibanes y el ejército. Por el momento, el doctor Bashardost asegura que los insurgentes no atentan contra sus equipos ni se oponen categóricamente a la contracepción.
Pero hay que convencer a los hombres, algo difícil pese a los avances logrados en los derechos de la mujer desde la caída del régimen de los talibanes en 2001.
El doctor Bashardost ha encontrado la forma de salvar el obstáculo: dirigirse a sus madres. "Una mujer no puede tomar anticonceptivos sin el acuerdo de su suegra. Por eso hemos puesto en marcha programas para explicarles los beneficios de la contracepción", deja caer.
"No es la primera vez que uso anticonceptivos. Pero ahora tengo cuatro hijos, ya basta", afirma la joven tras surtirse de píldoras propuestas por la oenegé británica Marie Stopes International.
En la parte trasera del minibús de la oenegé estacionada en un barrio pobre de Mazar-i-Sharif, en el norte de Afganistán, una empleada le extiende una cesta que contiene un dispositivo intrauterino, un implante anticonceptivo de otro tipo, una caja de píldoras y preservativos. Ella elige las pastillas: una caja cuesta 20 afganis (unos 35 céntimos de euro) pero los consejos son gratuitos.
Le hizo falta el acuerdo de su marido. Sin él hubiera sido "imposible", reconoce.
"El gran problema en Afganistán es que no existe ninguna información sobre la planificación familiar", explica el doctor Rahmatudin Bashardost, responsable de Marie Stopes International en la provincia de Balj, cuya capital es Mazar.
Para llegar hasta las mujeres, a la oenegé se le ocurrió echar mano de los mulás, muy influyentes en la sociedad afgana.
"Algunos mulás dicen que el control de la natalidad es completamente 'haram' (proscrito por el islam), pero en cuanto les pedimos que nos muestren los textos religiosos que lo demuestran, resulta que no existen", afirma el doctor Bashardost. "Por el contrario, disponemos de documentos (de jurisprudencia religiosa) que dicen que es perfectamente legal".
Consultado por la AFP, el mulá sunita Kamalulá Hamid de Kabul no se opone a priori a la contracepción si "los padres creen que no tienen con qué alimentar a otro hijo". Pero advierte: "el principal objetivo del matrimonio es procrear y no divertirse".
- Convencer a las suegras -
El minibús de la oenegé está estacionado delante de una madrasa (escuela coránica) reservada a las mujeres, y no es por casualidad. Su directora Batul Mahadiyar es una mulá formada por Marie Stopes International.
Mahadiyar informa a las mujeres del barrio de entre 18 y 45 años sobre los medios de espaciar los nacimientos sin quebrantar el islam.
"Una sura del Corán dice: 'las madres que optan por una lactancia completa, amamantarán dos años enteros'", explica Mahadiyar, quien asegura que de este modo se reducen las posibilidades de un nuevo embarazo. "Destetar a un bebé hará que esté mal alimentado", agrega.
Espaciar los nacimientos permite criar a niños "en buena salud", asegura la mulá.
En cualquier caso contribuye a reducir la galopante tasa de fecundidad de las afganas. Según el Banco Mundial, en 2013 daban a luz a un promedio de 5,1 hijos cada una, un poco menos que en 2011 (5,5).
"Tener demasiados hijos genera problemas. En Afganistán hay demasiados truhanes. Para que los niños se integren bien en la sociedad, hay que espaciar los embarazos", insiste la mulá, madre de dos niños.
Marie Stopes International dispone de sucursales en numerosas provincias afganas en las que arrecian los combates entre los talibanes y el ejército. Por el momento, el doctor Bashardost asegura que los insurgentes no atentan contra sus equipos ni se oponen categóricamente a la contracepción.
Pero hay que convencer a los hombres, algo difícil pese a los avances logrados en los derechos de la mujer desde la caída del régimen de los talibanes en 2001.
El doctor Bashardost ha encontrado la forma de salvar el obstáculo: dirigirse a sus madres. "Una mujer no puede tomar anticonceptivos sin el acuerdo de su suegra. Por eso hemos puesto en marcha programas para explicarles los beneficios de la contracepción", deja caer.