De África a la Amazonia brasileña, la visión de un naturalista único
AFP (Agencia France-Presse)
Curitiba, Brasil. - Puede ser que en América Latina el nombre de George Schaller solo suene familiar a un pequeño grupo de fanáticos de la vida salvaje. Él ha investigado y defendido tierras y animales en todo el mundo.
Pero su legado como biólogo es universal y sus revelaciones sobre animales icónicos como el gorila, el oso panda o el leopardo de las nieves lo convirtieron en una celebridad mundial, clave para entender la gran difusión de documentales, programas de TV, libros y hasta turismo ecológico que vemos hoy en día.
Schaller, un académico alemán multipremiado de 82 años, habló en una entrevista con la AFP en Brasil sobre los desafíos que enfrenta la gigantesca reserva natural de la Amazonia, en permanente pugna entre el desarrollo, la preservación y las necesidades de las comunidades locales.
Este hombre delgado y amable, formado en Estados Unidos, participó en un congreso de conservación organizado por Grupo Boticario, donde ancló su mensaje en el aspecto que considera más importante de su vasto relicario como naturalista: el apoyo de los lugareños.
A continuación, los pasajes salientes de la conversación con uno de los padres del conservacionismo, cuyos estudios en Congo en los años 50 fueron la Biblia que guió el trabajo de Dian Fossey, autora de "Gorilas en la Niebla".
Pregunta: ¿Cómo encontró las cosas en Brasil?
Respuesta: Ha habido un progreso impresionante. Mucha más gente está enterada de lo que pasa y hay muchos biólogos trabajando bien. El Gobierno ha creado reservas naturales, de indígenas y parques.
Es cierto que aún hay muchos problemas de administración, que son los mismos que en todos lados: la puja entre la necesidad de desarrollo, el conservacionismo y las comunidades.
P: ¿Es posible armar una agenda conservacionista en países emergentes?
R: Brasil proyectó 417 represas en la Amazonia. Calcule cuántas carreteras implica eso, cuántas personas circulando, cuánta caza en esa área y cuántos bosques serán destruidos.
El impacto será enorme y hay que medirlo para ver cuáles son las áreas más importantes qué proteger, y hay que trabajar con los vecinos porque cualquier polución, por ejemplo en Ecuador, llegará a Brasil. Pero es posible hacerlo con una buena planificación.
P: ¿Cuál es su opinión sobre el proyecto ferroviario que cruzará la Amazonia desde Brasil hasta Perú?
R: Se puede hacer una obra como esa de una manera ecológicamente razonable. Ahora, ¿cómo se harán esas ferrovías? ¿Se destruirá más de lo que se gane o se intentará evitar afectar las zonas importantes? ¿Se permitirá que la gente destruya ésas áreas? ¿Se controlará la caza? No me parece que Brasil esté controlando mucho la cacería.
En China construyeron una hermosa vía férrea a través de la meseta del Tíbet y fue un trabajo magnífico con un mínimo de daño. En la Amazonia es más difícil porque hay terrenos inundables, pero puede hacerse con una planificación inteligente.
P: ¿Qué papel deben jugar los gobiernos para garantizar el futuro?
R: Las grandes corporaciones no se interesan por el país o sus tierras. Quieren ganar dinero, y más si son extranjeras, que quieren hacerlo rápido e irse. A menos que el Gobierno tenga planes serios de regular lo que les permite hacer, cobrarles muchos impuestos y permitir que la comunidad local también gane dinero, nada cambiará.
P: ¿Porqué es tan difícil ver los beneficios de proteger el medio ambiente?
R: Porque no son inmediatos. Construir una gran mina, destruyendo cientos de kilómetros cuadrados de suelo y bosques genera una renta inmediata y eso satisface a muchos. Pero no tiene futuro. Si se pierde todo, nadie va a estar contento.
P: ¿Cuál fue la experiencia más conmovedora de su vida como naturalista?
R: Básicamente, me gustaba estar al aire libre y mirar animales hermosos y me pregunté cómo podía ganarme la vida haciendo eso.
Algunos se convierten en fotógrafos, yo me hice científico. Luego quise ayudar a especies en riesgo y apareció el conservacionismo, que no es tan divertido porque hay que lidiar con la economía, la política y la cultura. Pero también encontré mucha gente buena y siempre busqué trabajar con biólogos y estudiantes locales porque realmente es lo único que puedo dejar como legado.
Tuve suerte en los años 70 cuando conocí a Peter Crawshaw (biólogo brasileño con el que estudió al jaguar) y él a su vez entrenó muchos estudiantes. Ese pequeño comienzo terminó teniendo un impacto grande. ¿Cuánta gente está interesada hoy en día en los jaguares de Brasil? -se preguntó-. Cuando empecé, el único interés que había era en matarlos.
Schaller, un académico alemán multipremiado de 82 años, habló en una entrevista con la AFP en Brasil sobre los desafíos que enfrenta la gigantesca reserva natural de la Amazonia, en permanente pugna entre el desarrollo, la preservación y las necesidades de las comunidades locales.
Este hombre delgado y amable, formado en Estados Unidos, participó en un congreso de conservación organizado por Grupo Boticario, donde ancló su mensaje en el aspecto que considera más importante de su vasto relicario como naturalista: el apoyo de los lugareños.
A continuación, los pasajes salientes de la conversación con uno de los padres del conservacionismo, cuyos estudios en Congo en los años 50 fueron la Biblia que guió el trabajo de Dian Fossey, autora de "Gorilas en la Niebla".
Pregunta: ¿Cómo encontró las cosas en Brasil?
Respuesta: Ha habido un progreso impresionante. Mucha más gente está enterada de lo que pasa y hay muchos biólogos trabajando bien. El Gobierno ha creado reservas naturales, de indígenas y parques.
Es cierto que aún hay muchos problemas de administración, que son los mismos que en todos lados: la puja entre la necesidad de desarrollo, el conservacionismo y las comunidades.
P: ¿Es posible armar una agenda conservacionista en países emergentes?
R: Brasil proyectó 417 represas en la Amazonia. Calcule cuántas carreteras implica eso, cuántas personas circulando, cuánta caza en esa área y cuántos bosques serán destruidos.
El impacto será enorme y hay que medirlo para ver cuáles son las áreas más importantes qué proteger, y hay que trabajar con los vecinos porque cualquier polución, por ejemplo en Ecuador, llegará a Brasil. Pero es posible hacerlo con una buena planificación.
P: ¿Cuál es su opinión sobre el proyecto ferroviario que cruzará la Amazonia desde Brasil hasta Perú?
R: Se puede hacer una obra como esa de una manera ecológicamente razonable. Ahora, ¿cómo se harán esas ferrovías? ¿Se destruirá más de lo que se gane o se intentará evitar afectar las zonas importantes? ¿Se permitirá que la gente destruya ésas áreas? ¿Se controlará la caza? No me parece que Brasil esté controlando mucho la cacería.
En China construyeron una hermosa vía férrea a través de la meseta del Tíbet y fue un trabajo magnífico con un mínimo de daño. En la Amazonia es más difícil porque hay terrenos inundables, pero puede hacerse con una planificación inteligente.
P: ¿Qué papel deben jugar los gobiernos para garantizar el futuro?
R: Las grandes corporaciones no se interesan por el país o sus tierras. Quieren ganar dinero, y más si son extranjeras, que quieren hacerlo rápido e irse. A menos que el Gobierno tenga planes serios de regular lo que les permite hacer, cobrarles muchos impuestos y permitir que la comunidad local también gane dinero, nada cambiará.
P: ¿Porqué es tan difícil ver los beneficios de proteger el medio ambiente?
R: Porque no son inmediatos. Construir una gran mina, destruyendo cientos de kilómetros cuadrados de suelo y bosques genera una renta inmediata y eso satisface a muchos. Pero no tiene futuro. Si se pierde todo, nadie va a estar contento.
P: ¿Cuál fue la experiencia más conmovedora de su vida como naturalista?
R: Básicamente, me gustaba estar al aire libre y mirar animales hermosos y me pregunté cómo podía ganarme la vida haciendo eso.
Algunos se convierten en fotógrafos, yo me hice científico. Luego quise ayudar a especies en riesgo y apareció el conservacionismo, que no es tan divertido porque hay que lidiar con la economía, la política y la cultura. Pero también encontré mucha gente buena y siempre busqué trabajar con biólogos y estudiantes locales porque realmente es lo único que puedo dejar como legado.
Tuve suerte en los años 70 cuando conocí a Peter Crawshaw (biólogo brasileño con el que estudió al jaguar) y él a su vez entrenó muchos estudiantes. Ese pequeño comienzo terminó teniendo un impacto grande. ¿Cuánta gente está interesada hoy en día en los jaguares de Brasil? -se preguntó-. Cuando empecé, el único interés que había era en matarlos.