De oligarquías y populismos
El Periódico de Guatemala
La amenaza no es el populismo, es la miope autocomplacencia de la oligarquía. El caldo de cultivo del populismo –entendido como desprecio a normas e instituciones, y más: envoltura probable de futuros autoritarios y totalitarios– no es la pobreza, ni siquiera la desigualdad, es el encierro de las oligarquías: sus maneras informales y corruptas de imponer intereses, sus formas brutales de ahogar la competencia, y su victimización como táctica para defender privilegios y escamotear su egoísmo.

El modelo de poder de la oligarquía es jerárquico, exige obediencia. La irritan los disidentes. Lo que escapa a su control o le resulta ininteligible, es riesgo o amenaza. A lo exótico, por diferente, le tiene nombre: el mal, y su deber es proyectarlo al imaginario social empate o no con su esencia: comunista, corrupto, populista, mafia. ¿Quién se calza el estigma? La prudencia aconseja no granjearse (ese tamaño de) enemigos. Silencio cómplice es el nombre de (llevarla en) “la paz”.
Con una oligarquía hegemónica el Estado democrático no echa raíz, se edifica en falso. El hermano mayor da el ejemplo, pero, ¿si salta potreros y dicta su ley particular? No transgrede la ley, pues está por encima de la ley. Sin instituciones que procesen las normas, florece el delito y se forma otra familia (ilegítima). El crimen organizado es hermano bastardo de la oligarquía, y reclama lugar. Compra acciones en las empresas, en la política, en la academia. Al otro lado, el populismo crece como planta silvestre.
El único tipo de competencia que cabe en la estructura oligárquica es el crimen organizado y el populismo. Hacen juego de espejos. La democracia no tiene cabida, se pudre. El dilema no es oligarquía o populismo. Lisonja o atajo. Es el bíblico camino pedregoso, inseguro, angosto… tras la democracia. Aquella noción que no iguala a la gente en fortuna sino en dignidad.
Igualdad es que a nadie le falten los medios, para no humillarse ante el prójimo; sea este notable oligarca, criminal intimidante, seductor populista, gris burócrata o clasemediero acomplejado.