AFP (Agencia France-Presse)
Córdoba, España. - La célebre mezquita de Córdoba, icono del arte musulmán en España y catedral cristiana desde la Edad Media, es centro de una creciente controversia, desde que la Iglesia católica la registró a su nombre frente a las reticencias de algunos ciudadanos que quieren preservar su legado islámico.
¿Santa Iglesia Catedral? Si llega a la ciudad andaluza y pide un folleto de la Mezquita de Córdoba, patrimonio mundial de la humanidad de la Unesco desde 1984, le darán un tríptico así titulado.
Tal es el nombre del templo para el obispado cordobés, propietario de esta joya arquitectónica edificada por emires y califas omeyas entre los siglos VIII y X -durante la dominación musulmana de la península Ibérica- sobre los restos de una antigua basílica cristiana.
El folleto contiene 11 veces la palabra catedral, dos el término mezquita y otras dos, la fórmula 'catedral, antigua mezquita'. Y la página web oficial se llamawww.catedraldecordoba.es.
La Plataforma Mezquita-Catedral Patrimonio de Todos ve en ello ejemplos de que la Iglesia intenta "cambiar la historia" del que siglos atrás llegó a ser el principal templo musulmán de Occidente, hasta que en 1236 el rey Fernando III conquistó la ciudad.
En el siglo XVI se construyó, incrustada en el corazón de la Mezquita, la imponente nave de crucero que remataba su conversión en catedral.
"Hasta el año 1998, todos los obispos de Córdoba se habían sentido usuarios y protectores del monumento, nunca dueños. Cuando empiezan a sentirse dueños es cuando empiezan a cambiar su historia, incluso a eliminar el nombre", asegura Miguel Santiago, portavoz de la plataforma.
Aquel año, el gobierno de José María Aznar (Partido Popular, derecha), reformó un artículo de la ley hipotecaria para permitir a la Iglesia inscribir como propios los templos de culto, sin necesidad de documento que lo acreditara.
La diócesis cordobesa pudo inmatricular la Mezquita, el 2 de marzo de 2006, por el módico precio de 30 euros, pues el templo no estaba a nombre del Estado ni de nadie.
La Iglesia es la "legítima dueña" desde 1236, afirma José Juan Jiménez, canónigo portavoz del cabildo catedralicio, recordando que el rey se la entregó entonces mediante su consagración, aunque sus oponentes aseguran que la "consagración es un acto meramente religioso, no un modo de adquirir propiedad".
Tanto como la propiedad, a la plataforma ciudadana le preocupa la gestión cultural y turística del monumento por el obispado.
"La Mezquita-Catedral es el eje cultural de la ciudad y su principal empresa turística. Cambiarle el nombre es ir contra los intereses turísticos de Córdoba y, lo más grave, contra su esencia histórica, artística y simbólica", opina Miguel Santiago. La plataforma también critica que la Iglesia minimice el pasado de la Mezquita hablando en sus folletos de "intervención islámica" o "huella islámica".
Y los musulmanes cordobeses piden respeto al legado andalusí.
"Nos duele el intento de tergiversar la historia del edificio, de borrar el nombre de Mezquita, que a la construcción musulmana se la llame 'intervención'.... La gente, cuando viene a Córdoba, viene a ver la Mezquita, no la catedral", afirma Kamel Mejelef, presidente de la Asociación de Musulmanes de Córdoba.
Por eso, la plataforma ciudadana reclama la titularidad pública del templo y una cogestión con las instituciones, basada en aspectos técnicos y científicos. "Los curas sabrán mucho de misas, pero dudo que sepan de turismo y de cultura", resume Santiago. En cambio, la Iglesia defiende la validez de su visión histórica y de su labor de conservación a lo largo de ocho siglos.
"Este templo es una catedral, que fue antigua mezquita y que fue antigua basílica visigoda. No hicimos lo que hicieron los musulmanes con la iglesia visigoda, que fue derruida: respetamos, cuidamos y conservamos. Quien visite el templo puede ver la huella islámica", insiste José Juan Jiménez.
En el 2014, la Mezquita-Catedral recibió 1.565.017 visitantes, un 9,4% más que en 2013, y dejaron unos diez millones de euros en entradas. Un dinero que el obispado administra solo.
El debate inquieta al alcalde José Antonio Nieto (PP), quien teme un posible perjuicio a la economía cordobesa. "Antes de que vaya a más, queremos aclarar el asunto y transmitir una imagen de Córdoba como ciudad de consenso y abierta, en que prevalezca el entendimiento y la convivencia", señala.
Los ciudadanos críticos con la Iglesia ya han recogido 387.000 firmas en la web change.org solicitando la intervención de las autoridades españolas y de la Unesco.
La experta en gestión del patrimonio cultural María Ángeles Querol, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, cree secundario quién posea la propiedad. Pero sí recuerda un matiz clave del templo cordobés. "Como catedral, es igual que todas las andaluzas; como mezquita, es única".