AFP (Agencia France-Presse)
BOGOTÁ. - Aída Avella, candidata presidencial colombiana del partido de izquierda Unión Patriótica, quien sufrió un ataque de la guerrilla ELN la semana pasada, vive bajo amenazas de muerte en Colombia tras pasar 17 años en Suiza exiliada por la violencia.
"Después de dejar un país por casi 18 años y volver lo encuentro otro país", dijo en una entrevista a la AFP Avella, que pasó de vivir en el destierro en Ginebra a recorrer Colombia para hacer campaña, bajo fuertes medidas de seguridad.
El 23 de febrero, la caravana de Avella sufrió un ataque en el este de Colombia, un mes antes había recibido, juntos a otros candidatos de la izquierda, una amenaza de muerte de la banda de origen paramilitar Águilas Negras.
El ELN, la segunda guerrilla de Colombia, reconoció la autoría del ataque y pidió perdón a la candidata, señalando que había sido un error que se produjo cuando los coches no pararon en un "punto de control".
"No puedes salir a la panadería, tu vida gira alrededor de otras vidas, de otras personas, es una vida muy limitada, no puedes hacer cosas normales. No puedes ir a la peluquería, a la panadería, no puedes montar en bicicleta", contó Avella.
En 1996, la misma Avella resultó ilesa de un ataque con un misil tipo "Rocket", tras el cual salió de Colombia con una maleta y no pudo volver al país en casi 18 años, durante los que pasó contando los días para su regreso.
- "Supervivientes de un genocidio" -
Avella, que representa a un partido de origen comunista formado durante el fallido diálogo de paz de las FARC en los años 1980, pasó de vivir apaciblemente en su casa de Ginebra a tener una docena de guardaespaldas.
Sin embargo, su situación es privilegiada en comparación con otros candidatos de su formación que no cuentan con ningún esquema de seguridad.
"Estamos trabajando sin garantías, muchos candidatos no contamos con seguridad", afirmó Ana Carlina Bohórquez, candidata a la cámara de representantes de UP.
Bohórquez sufrió varios atentados a finales de la década de 1980 por su militancia y en 1995 perdió a su compañero, que aún está desaparecido.
"Me da miedo que algo le pase a mis hijos. Ellos no estaban de acuerdo con que yo me presentara. 'Ya nos pasó con mi papá', me decían", señaló la candidata.
Por su parte, Angel Ramírez, candidato a diputado de Bogotá, dice que el problema de las amenazas ha sido permanente.
"Soy superviviente de un genocidio", declara en relación a los 3.000 simpatizantes, militantes y dirigentes de la UP que fueron asesinados por grupos paramilitares de ultraderecha, en alianza con agentes del Estado, entre ellos dos candidatos presidenciales entre 1980 y finales de 1990.
- "A ver si sobrevivimos" -
La candidata presidencial, que cuenta con una intención de voto en torno al 1,6%, dice que volvió a Colombia luego que su partido recuperara la personería jurídica y por la ilusión que le causa el proceso de paz que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos sostiene con la guerrilla de las FARC en Cuba desde noviembre de 2012.
"Yo creo que es necesario empujar este proceso", explicó Avella, cuya familia en Suiza no entiende que haya vuelto a Colombia. "Uno causa mucho sufrimiento", señaló.
La UP fue diezmada violentamente, y en 2002 dejó de ser partido por la falta de apoyo electoral. Un fallo de 2013 restauró su personería jurídica, al reconocer que enfrentó una campaña de exterminio.
La candidata dice que no piensa en la muerte y explica que en Colombia, por la violencia, se ha perdido un poco el sentido de la vida, y dice que ningún país de Latinoamérica sufrió una situación semejante en democracia.
"En un año en Colombia se mataba casi a tanta gente como en Chile en 17 años bajo la dictadura de Pinochet", afirmó.
En Colombia, el conflicto armado, en el que han participado guerrillas de izquierda, grupos paramilitares de derecha, organizaciones del narcotráfico y agentes del Estado, ha dejado a lo largo de medio siglo cientos de miles de muertos.
"Tengo miedo como todos los colombianos, Colombia es un país con miedo, todos sentimos miedo, de una forma o de otra", confesó Avella, quien todavía no ha deshecho su maleta.
"Vamos a ver qué pasa, vamos a ver si sobrevivimos", concluyó.