“Desde aquí era imposible la lucha”

Listín, República Dominicana

SANTO DOMINGO, FERNANDO QUIROZ. - “Se llegó a decir en el exilio que nosotros los dominicanos éramos unos cobardes, pero era que no conocían la magnitud de esa dictadura, la monstruosidad, el terror, el miedo. Entonces desde aquí era imposible la lucha”, valoró Mayobanex Vargas, uno de los sobrevivientes de la Expedición del 14 de Junio de 1959.

Mayobanex Vargas
Mayobanex Vargas
Había un problema –agrega al citar las debilidades de la expedición– porque entonces muchos se llegaron a creer que desde que sonara el primer tiro el pueblo se iba a levantar, pero él que tenía seis meses que se había ido del país sabía que todo era muy restringido.
“Nosotros nos pasamos 26 días en la montaña y no se acercó nadie a nosotros. Yo era el único campesino del grupo”, dijo.
Cuando yo hablo de inmolación, digo que nosotros vinimos a iniciar la lucha contando con el respaldo del pueblo...”
Mayobanex Vargas, combatiente antitrujillista
Mayobanex tenía 23 años de edad cuando se enroló en esa empresa.
Exilio
Tras momentos muy difíciles en su natal Bonao, y temiendo por su vida, Mayobanex logra irse a Nueva York pese a las difi cultades que existían durante la tiranía para conseguir pasaportes.
Allá estaba su tía, la luchadora Aniana Vargas.
Poco a poco se logró reclutamiento de dominicanos que tenían como meta común luchar contra Trujillo, sobre todo a partir de la huída del dictador Fulgencio Batista en Cuba y el triunfo de la Revolución Cubana.
Mayobanex se fue inscribiendo en todos los grupos con ideas antitrujillistas.
En Cuba
La mañana del 14 de junio de 1959, frente al avión, el cual fue camuflado con las siglas de la Aviación Militar Dominicana, estaban formados los expedicionarios. Enrique Jiménez Moya pidió cinco compañeros para ser los primeros en desembarcar y hacer frente a lo que apareciera. “Salió un dominicano...
un muchacho de Santiago, y salió un cubano.
Eso me avergonzó a mí”, relata Vargas.
A las tres de la tarde salimos de la Sierra Maestra, en Cuba, desde una pista de aterrizaje que tenía el gobierno fruto de la revolución cubana.
Cantaron tres veces de manera consecutiva el Himno Nacional. “Hay que tener una sangre fría para uno no levantarse, no animarse”, precisó.
Constanza
Mayobanex considera que Constanza no fue el lugar más apropiado para el desembarco aéreo por la falta de comida.
Usa como lógica que donde un ejército de guerrilleros opera y no hay comida, están “presos”.
Cuando vio las dificultades para encontrar alimentos le llegó a proponer al comandante cubano Delio Gómez Ochoa que fueran a Bonao, donde había mucha comida, y era la zona de su familia.
Debilidad
Fidel Castro, en Cuba, durante su lucha revolucionaria, tuvo un movimiento diseminado en el país entero, apoyándolo.
Precisamente eso fue lo que le faltó al grupo expedicionario del 14 de junio, dijo Mayobanex.
“Una de las debilidades de nosotros fue la falta de apoyo; la conciencia del campesino en Cuba no era la de nosotros, el terror de los campesinos cuando nos veían a nosotros... temblaban de miedo”, añadió.
La coordinación, la logística militar era insuficiente, con la agravante de que a la hora de la verdad en el exilio “se echó todo el mundo para atrás” y hubo que escoger entre los que estaban.
Cuando estaban en el campamento, desesperados comprueban la dureza del entrenamiento, tendidos en el suelo y comiendo comida mala. Había un grupo que hizo resistencia desesperándose por salir de allá, de ese ambiente, porque alegaba que nosotros no estábamos preparados.
Entrega
Tras quedar solo entre montañas, Mayobanex decide llegar hasta la finca de su padre en Bonao y luego entregarse.
“Cuando yo me entregué me trajeron aquí a Bonao, y de Bonao me llevaron a Constanza, donde estaba el general Mélido Marte, jefe de operaciones militares, allá”, expresó.
A las 2:00 de la mañana el general Marte se levantó y le hizo unas preguntas.
El mismo general hizo el interrogatorio. ¿Qué tú ibas a hacer con el jefe si ustedes ganaban? –Fusilarlo. ¿Qué tú ibas a hacer con Ramfi s si ganaban...”, preguntaba y Mayobanex respondía a todo.
Luego le ordenó a los guardias que se lo llevaran y lo encerraran.
“Recibí un trato diferente”, dijo, le dio un puesto de general en La Vega. A través del mismo general se enteró del fracaso de las expediciones de Puerto Plata, incluso, sentados debajo de un árbol, sintió que le dio un trato afable, y pidió a los guardias que no lo esposaran.
“¿Tú sabes quién era ese general? Juan Tomás Díaz”, respondió para hacer hincapié en que fue uno de los que ajustició a Trujillo.
Resultados
A 51 años de los acontecimientos, Mayobanex entiende que se han conseguido algunas cosas como sociedad.
Sin embargo, aclara que esta no es la sociedad que deseaban.
“Si tú lees el programa mínimo que nosotros traíamos en la mochila... no, no...
una sociedad más justa, una sociedad más participativa”, dijo. Lamenta que la gente tiene miedo de salir a las calles por las drogas y la delincuencia.
Critica que en cualquier esquina se puede encontrar droga tan fácil como azúcar y sal.
CAMPESINOS PENSABAN LO PEOR DE ELLOS
Cuando llegó a un lugar llamado El Rodeo, que conocía muy bien, se subió a un árbol y miró para la finca. La estaban peinando, buscándolo pulgada por pulgada.
La razón, una señora, de una casa donde habían estado como grupo de vanguardia, asustada, con sus niños, pensaban que habían llegado a matar a los hijos, a matar a las mujeres, y todas las cosas malas del mundo que nosotros les íbamos hacer a ellos.
Habían llegado a esa casa y le dijeron a ella que tenían hambre. Entonces ella nos dice: “Lo único que hay aquí es plátano”.
Tenían tres días sin comer cuando llegaron ahí.
La señora le dijo que próximo estaba la propiedad de Negrito Vargas (Juan de Jesús), que tenía muchas vacas, chivos, agricultura –y le señalaba el lugar–. “Dicen que por ahí anda un hijo de él”, sin imaginar a quién tenía en el frente.
Cansado, hambriento, sin fuerza para seguir caminando, logró llegar a la finca de su familia. Llovía, y entró a la casa del encargado, que no estaba ahí. Aprovechó para salcochar plátanos, encontró carne y la asó, “¡y me di esa hartura!”.
Cuando escuchó llegar al encargado, se adelantó a decir “Juan, soy yo... y entró, me abrazó”. Este en su desesperación preguntó a quién de su familia habían asesinado. “No, a nadie. Lo que están es presos”.
Mayobanex confiesa que podía volver a las montañas de nuevo, pero pensó en su familia.
Al hablar de su madre y rememorar esos momentos, Mayobanex cerró los ojos, y cortó sus palabras.


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