Día de vértigo en Cataluña: Puigdemont avanza con plan soberanista
DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)
Barcelona/Madrid. - España vivió hoy otra jornada de vértigo y confusión por la crisis independentista en Cataluña cuando el jefe del Gobierno regional, Carles Puigdemont, pareció pisar el freno en su plan soberanista y convocar elecciones autonómicas, pero luego descartó esa vía y ratificó el rumbo soberanista.
El anuncio de una inesperada declaración institucional de Puigdemont alimentó el rumor de que el líder catalán convocaría elecciones, un vuelco en su estrategia que podía llevar al Gobierno de Mariano Rajoy a frenar la intervención de la autonomía de la región que aprobará mañana el Senado español, pero finalmente no se produjo ese paso.
"Saben que he estado dispuesto a convocar estas elecciones siempre que se dieran unas garantías que permitieran su celebración en absoluta normalidad", anunció Puigdemont. Sin embargo, añadió, "no se da ninguna de estas garantías que justifiquen hoy la convocatoria de elecciones".
Puigdemont tachó de "fuera de la ley, abusiva e injusta" la intervención de Cataluña por parte el Estado central y delegó al "Parlament" en Barcelona la responsabilidad de decidir una respuesta. Como estaba previsto, la Cámara inició luego un pleno que podría acabar mañana con una declaración unilateral de independencia.
La frenética jornada acabó así con el mismo escenario previsto de antemano, pero el terremoto político desatado por los rumores de unas elecciones finalmente nunca convocadas reflejó la tensión con la que España vive sus horas más decisivas en décadas.
Tras meses de incertidumbre, mañana podrían decidirse casi al mismo tiempo la declaración de independencia (en el "Parlament") y la intervención del Estado en Cataluña mediante el artículo 155 de la Constitución (en el Senado), las dos amenazas extremas que tanto Madrid como Barcelona vienen evitando concretar desde hace semanas.
Y es que ambas medidas desatarán consecuencias drásticas. Si la independencia puede costar a Puigdemont no solo la destitución, sino también una querella por rebeldía, la inédita intervención de la autonomía por parte de Madrid generó ya llamados de "resistencia civil" en Cataluña y de desobediencia en la administración.
En un escenario nada improbable, los independentistas podrían comenzar el viernes celebrando en las calles el nacimiento de la "república catalana" -las entidades soberanistas convocaron ya concentraciones- y terminarlo viendo cómo Puigdemont y su "Govern" son destituidos, si no directamente detenidos.
La decisión de Puigdemont de seguir adelante con su plan fue recibida con frialdad en Madrid, donde la "número dos" de Rajoy, Soraya de Sáenz de Santamaría, defendió la obligación de concretar la intervención de la autonomía para "rescatar a Cataluña".
"Cumplimos con una obligación legal porque la primera responsabilidad de un Gobierno es la de respetar y hacer respetar las leyes", dijo en la Cámara alta. Entre las medidas previstas, además de la destitución del "Govern", figuran la limitación de competencias del "Parlament" y la convocatoria de elecciones en Cataluña en un máximo de seis meses.
Las idas y vueltas de la jornada sirvieron también para sacar a flote las presiones que afronta Puigdemont desde dentro de su propio entorno.
El mero rumor de que convocaría elecciones abrió una grieta interna en el independentismo y llevó incluso a dos diputados de su Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) a anunciar su renuncia a su acta en señal de protesta.
El partido Esquerra Republicana de Catalunya avisó que retiraría a sus consejeros (ministros) del "Govern" si se confirmaban los comicios y, en una concentración de estudiantes frente a la "Generalitat" en Barcelona, se oyeron gritos de "traidor" dirigidos al "president" y a favor de la independencia.
En el lado opuesto, miembros del propio Gobierno catalán mostraron sus reparos por una independencia sin ninguna perspectiva de éxito. Uno de ellos fue el responsable del área de Empresa, Santi Vila, quien presentó su dimisión a última hora de la jornada, según medios. En los últimos días se había posicionado a favor de la convocatoria de elecciones en Cataluña y contra una declaración de secesión.
En la encrucijada entre esos dos frentes, Puigdemont terminó por mantener el rumbo que había sugerido ya este miércoles al publicar un comentario en su Instagram con la etiqueta "#CatalanRepublic". Todas las miradas apuntarán ahora al "Parlament" en Barcelona, que mañana podría dar el paso definitivo a la independencia.
Sería la culminación de una escalada abierta por el referéndum soberanista organizado por Puigdemont el 1 de octubre pese a que había sido suspendido por el Tribunal Constitucional.
Un 90 por ciento votó entonces a favor de la independencia, según datos del Gobierno en Barcelona, aunque la participación fue del 43 por ciento y los partidarios del "no" (una mayoría de catalanes, según los sondeos) boicotearon la consulta por ser ilegal.
"Saben que he estado dispuesto a convocar estas elecciones siempre que se dieran unas garantías que permitieran su celebración en absoluta normalidad", anunció Puigdemont. Sin embargo, añadió, "no se da ninguna de estas garantías que justifiquen hoy la convocatoria de elecciones".
Puigdemont tachó de "fuera de la ley, abusiva e injusta" la intervención de Cataluña por parte el Estado central y delegó al "Parlament" en Barcelona la responsabilidad de decidir una respuesta. Como estaba previsto, la Cámara inició luego un pleno que podría acabar mañana con una declaración unilateral de independencia.
La frenética jornada acabó así con el mismo escenario previsto de antemano, pero el terremoto político desatado por los rumores de unas elecciones finalmente nunca convocadas reflejó la tensión con la que España vive sus horas más decisivas en décadas.
Tras meses de incertidumbre, mañana podrían decidirse casi al mismo tiempo la declaración de independencia (en el "Parlament") y la intervención del Estado en Cataluña mediante el artículo 155 de la Constitución (en el Senado), las dos amenazas extremas que tanto Madrid como Barcelona vienen evitando concretar desde hace semanas.
Y es que ambas medidas desatarán consecuencias drásticas. Si la independencia puede costar a Puigdemont no solo la destitución, sino también una querella por rebeldía, la inédita intervención de la autonomía por parte de Madrid generó ya llamados de "resistencia civil" en Cataluña y de desobediencia en la administración.
En un escenario nada improbable, los independentistas podrían comenzar el viernes celebrando en las calles el nacimiento de la "república catalana" -las entidades soberanistas convocaron ya concentraciones- y terminarlo viendo cómo Puigdemont y su "Govern" son destituidos, si no directamente detenidos.
La decisión de Puigdemont de seguir adelante con su plan fue recibida con frialdad en Madrid, donde la "número dos" de Rajoy, Soraya de Sáenz de Santamaría, defendió la obligación de concretar la intervención de la autonomía para "rescatar a Cataluña".
"Cumplimos con una obligación legal porque la primera responsabilidad de un Gobierno es la de respetar y hacer respetar las leyes", dijo en la Cámara alta. Entre las medidas previstas, además de la destitución del "Govern", figuran la limitación de competencias del "Parlament" y la convocatoria de elecciones en Cataluña en un máximo de seis meses.
Las idas y vueltas de la jornada sirvieron también para sacar a flote las presiones que afronta Puigdemont desde dentro de su propio entorno.
El mero rumor de que convocaría elecciones abrió una grieta interna en el independentismo y llevó incluso a dos diputados de su Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) a anunciar su renuncia a su acta en señal de protesta.
El partido Esquerra Republicana de Catalunya avisó que retiraría a sus consejeros (ministros) del "Govern" si se confirmaban los comicios y, en una concentración de estudiantes frente a la "Generalitat" en Barcelona, se oyeron gritos de "traidor" dirigidos al "president" y a favor de la independencia.
En el lado opuesto, miembros del propio Gobierno catalán mostraron sus reparos por una independencia sin ninguna perspectiva de éxito. Uno de ellos fue el responsable del área de Empresa, Santi Vila, quien presentó su dimisión a última hora de la jornada, según medios. En los últimos días se había posicionado a favor de la convocatoria de elecciones en Cataluña y contra una declaración de secesión.
En la encrucijada entre esos dos frentes, Puigdemont terminó por mantener el rumbo que había sugerido ya este miércoles al publicar un comentario en su Instagram con la etiqueta "#CatalanRepublic". Todas las miradas apuntarán ahora al "Parlament" en Barcelona, que mañana podría dar el paso definitivo a la independencia.
Sería la culminación de una escalada abierta por el referéndum soberanista organizado por Puigdemont el 1 de octubre pese a que había sido suspendido por el Tribunal Constitucional.
Un 90 por ciento votó entonces a favor de la independencia, según datos del Gobierno en Barcelona, aunque la participación fue del 43 por ciento y los partidarios del "no" (una mayoría de catalanes, según los sondeos) boicotearon la consulta por ser ilegal.