"Pienso que la confusión es verdaderamente una cosa maravillosa", explica su directora artística, la estadounidense Carolyn Christov-Bakargiev, insistiendo en que carece de "concepto".
La decimotercera edición de la Documenta, que se lleva a cabo cada cinco años en Kassel (centro de Alemania) abarca en efecto un largo espectro, con 150 artistas de 55 países, pero también con un centenar de otros participantes de disciplinas tan variadas como la literatura, el cine, la economía, el activismo político, feminista o ecológico; la física, la biología e incluso la zoología.
"Ante el hecho de que existe una multitud de verdades válidas, nos enfrentamos permanentemente a interrogantes insolubles. De ahí la posibilidad de no escoger (...) o de decidir algo que sabemos también parcial e inevitablemente falso", dice Christov-Bakargiev.
Es por ello que la Documenta es "a ciencia cierta pertubadora e incompleta", y lo que los participantes harán en Kassel "será tal vez arte, o quizás no", advierte la curadora.
Por muy desconcertante que sea, la exposición, que cerrará sus puertas el 16 de septiembre, tiene todas las posibilidades de ser un gran éxito popular.
La edición anterior, en 2007, atrajo a más de 750.000 visitantes. Los organizadores esperan lograr algo igual este año, e incluso llegar a un millón.
La Documenta 13 será inaugurada el sábado por el presidente alemán Joachim Gauck.
Las obras y los actos del programa están diseminados en una gran cantidad de sitios diferentes en la ciudad, en sus museos, pero también en su gran parque barroco, el Karlsaue, así como en cines, almacenes o antiguos salones de baile.
La Documenta se descentraliza también al organizar por primera vez eventos y seminarios en el parque nacional canadiense de Banff, así como en El Cairo y en Alejandría (Egipto). Igualmente en Kabul, la capital afgana, y en Bamiyan, la ciudad donde los talibanes dinamitaron estatuas gigantes de Buda en 2001.
Kabul y Damiyan hacen eco a una de las consignas de la Documenta: "destrucción y renovación", que es también pertinente para Kassel, en gran parte destruida por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra mundial, y hoy en día impregnada aún de la arquitectura austera y funcional de los años 1950.
Además de artistas muy connotados ya como el sudafricano William Kentridge o la alemana Rosemarie Trockel, la Documenta ofrece también una visibilidad a numerosos artistas menos conocidos, procedentes de regiones como el Cercano y Medio Oriente o China.
El ambicioso proyecto de dos artistas de hacer venir a Kassel "El Chaco", un meteorito gigante de 37 toneladas que cayó hace 4.000 años en el noreste de Argentina, fue abandonado no obstante a comienzos de año ante la oposición de antropólogos y de una comunidad indígena local.