Donald Trump, Roy Moore y la lucha de poder en el Partido Republicano

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Montgomery, EEUU. - Donald Trump no puso ningún pie en el estado norteamericano de Alabama. Dio su discurso a un par de kilómetros de la frontera, en Florida. Sin embargo, su mensaje llegó a donde iba dirigido: llamó a los electores en Alabama a votar el martes por Roy Moore, el controvertido candidato republicano al Senado, a quien varias mujeres han acusado de acoso sexual.

Durante el mitin en la noche del viernes, el presidente solo mencionó el nombre de Moore en dos ocasiones. Sin embargo, no dejó ninguna duda acerca de sus intenciones. El Partido Republicano no puede permitirse la pérdida de un escaño a favor de los demócratas, señaló.
Según Trump, está en juego su agenda política, la seguridad fronteriza, el muro en el límite con México y el reforzamiento del Ejército. "Queremos empleos, empleos, empleos", gritó. "Por tanto, acudan a las urnas y voten por Roy Moore", arengó. Poco después, el propio Moore, de 70 años, difundió las palabras de Trump por su cuenta en Twitter.
   
Mucho está en juego en la elección en Alabama, que tuvo que ser convocada por el nombramiento del senador Jeff Sessions como titular del Departamento de Justicia. Los republicanos tienen en el Senado una exigua mayoría de dos mandatos. En realidad, Alabama es un feudo seguro para los republicanos. Sin embargo, los sondeos auguran un reñida contienda entre Moore y su contrincante demócrata, Doug Jones.
Alabama se ha convertido en un experimento para saber si la campaña electoral presidencial de 2016 fue una anomalía o si los electores siguen dispuestos a permitirle todo a un candidato, escribió el diario "The New York Times".
 
También se trata de la lucha de poder en el seno del propio Partido Republicano, de si el partido va a continuar con su deriva extremista o si las voces moderadas se van a imponer.  
Al igual que Trump, Moore es un candidato sumamente controvertido. Ya lo era antes de que varias mujeres lo acusaran de haberlas acosado sexualmente en las décadas de los 70 y 80. 
En el pasado, Moore se ha pronunciado reiteradas veces a favor de prohibir la homosexualidad. También ha abogado por que se elimine el Estado de derecho secular y se proclame como único derecho la "ley de Dios". En el año 2006 escribió en un artículo de opinión que el diputado Keith Ellison, recientemente elegido, no debería ser juramentado debido a su creencia musulmana.
 
Moore fue suspendido dos veces de su puesto en el Tribunal Supremo de Alabama. La primera vez, porque se negaba a quitar de una pared del edificio del tribunal un panel de piedra con los Diez Mandamientos. La segunda vez, porque había ordenado a algunos tribunales que no aplicaran el fallo del Tribunal Superior a favor del matrimonio para todas las orientaciones sexuales.
 
Al igual que en el caso de Trump, el insulto es parte del carácter de Moore y se presenta como un candidato atípico que quiere declarar la guerra a las élites. También borra todas las críticas y todas las acusaciones, por considerarlas producto de una campaña de difamación de sus enemigos. E igual que en el caso de Trump, los seguidores de Moore se mantienen fieles.
 
Cuando las acusaciones contra Moore salieron a la luz, muchos republicanos en el Congreso tomaron distancia de él y el Comité Nacional del Partido Republicano retiró su ayuda a la campaña.
Trump, sin embargo, se calló durante mucho tiempo y después expresó sus dudas sobre las acusaciones de las mujeres. La semana pasada, finalmente, salió en defensa del candidato y le manifestó su total apoyo en una conversación telefónica. Como consecuencia, el Comité Nacional del Partido Republicano renovó su respaldo a Moore y transfirió 170.000 dólares para su campaña electoral.
   
El caso demuestra el poder que ha conquistado Trump en el seno de su partido. Según "The Washington Post", Trump se ha adueñado totalmente de la organización. La brújula moral del Grand Old Party da vueltas, luchando entre dos tendencias.
Quizás el debate sobre Moore no es más que el preludio de lo que ocurrirá antes de las elecciones al Congreso de 2018. Steve Bannon, el ex jefe de estrategia de Trump, ha declarado abiertamente la guerra al "establishment". El próximo año, Bannon pretende lanzar contra casi todos los republicanos que ocupan cargos públicos candidatos que comparten su ideario populista y nacionalista.
   
El hecho de que la lucha de poder ya se ha desatado lo demostró la semana pasada un enfrentamiento verbal entre Bannon y Mitt Romney, el candidato presidencial republicano en 2012. Romney, de 70 años, intervino en la discusión sobre Moore advirtiendo sobre el peligro de que se corrompan los valores republicanos. "Ninguna elección, ninguna mayoría puede justificar la pérdida de nuestra dignidad, de nuestra integridad", escribió en Twitter. 
 
A continuación, Bannon aprovechó un mitin electoral en Alabama para arremeter contra Romney. Moore tiene más honor e integridad en el dedo meñique que toda la familia (de Romney) en su ADN, afirmó Bannon, quien acusó a Romney de haberse escabullido del servicio militar en Vietnam.
Probablemente, Bannon no eligió al azar el blanco de sus ataques. Actualmente, Romney acaricia la idea de lanzar su candidatura para senador de Utah. Este estado podría convertirse en el próximo escenario de la lucha de poder entre los republicanos.


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