AFP (Agencia France-Presse)
Sana, Yemen. - Dos atentados suicidas con la marca de Al Qaida, uno de ellos contra chiitas, causaron al menos 67 muertos el jueves en Yemen, país inmerso en una crisis política que amenaza con transformarse en guerra civil.
La agravación de la violencia ocurre en el peor momento para el presidente Abd Rabbo Mansour Hadi, quien no pudo imponer al primer ministro Ahmed Awad ben Mubarak, a quien nombró el martes.
Al menos 47 personas murieron este jueves en Saná en un atentado suicida contra los simpatizantes de los rebeldes chiitas que controlan la capital de Yemen, y 20 soldados en un ataque similar cerca de Mukalla (sudeste), según fuentes médicas y castrenses.
La explosión sucedió en un puesto de control de la plaza Tahrir, donde se estaban congregando los partidarios de los rebeldes chiitas, contaron varios testigos, que afirman haber visto muchas esferas de acero en el suelo.
El último balance, comunicado por el ministerio de Salud, registra 47 muertos y 75 heridos.
Se trata del ataque más sangriento desde que la red extremista sunita amenazó con una guerra sin tregua a los rebeldes chiitas hutis del movimiento Ansarula, que se apoderaron de la capital el 21 de septiembre.
Un fotógrafo de la AFP, presente en el lugar, describió escenas de horror, con cuerpos destrozados por bolas de acero mezcladas con explosivo, y civiles aterrorizados corriendo en todos los sentidos.
Indicó que vio los cuerpos inanimados de cuatro niños entre otras víctimas.
El balance del atentado --el más sangriento desde mayo de 2012 en Saná, donde un centenar de soldados murieron en un ataque suicida de Al Qaida-- no ha parado de aumentar durante el día.
Los hospitales de Saná lanzaron llamados a donaciones de sangre y convocaron al personal en vacaciones para que atiendan a los heridos.
"El riesgo" de un conflicto armado abierto entre Al-Qaida y los rebeldes chiitas "es grande y no para de aumentar", declaró a la AFP April Longley, especialista en el Yemen en el International Crisis Group.
"Al Qaida llamó abiertamente a realizar más ataques y se espera que ocurrirán más", subrayó.
Al Qaida, muy bien implantado en el sudeste de Yemen, se dirigió a fines de septiembre a los sunitas, mayoritarios en Yemen, para pedirles ayuda para combatir a los rebeldes, adeptos del zaidismo, una rama del chiismo.
"Verán volar sus cabezas", había amenazado Al Qaida, en un comunicado dirigido a los rebeldes, acusados de tener lazos con Irán, enemigo jurado de la red extremista.
Por otro lado 20 soldados murieron el jueves y 13 resultaron heridos en un atentado suicida con coche bomba en un retén cerca de la ciudad de Mukalla, en el sudeste de Yemen, anunció una fuente militar, que atribuye la autoría a Al Qaida.
Estados Unidos condenó enérgicamente el atentado, que calificó de "despreciable", y llamó a todos los partidos a cooperar para lograr una transición política.
"El pueblo de Yemen desde hace mucho tiempo ha vivido una violencia sin sentido y el reciente brote de hostilidades contra civiles inocentes sólo socava los progresos hechos por Yemen desde 2011 en materia de reformas" políticas, expresó el departamento de Estado en un comunicado.
- Un presidente fragilizado -
Los atentados fueron cometidos horas después de que el presidente yemenita aceptó la renuncia de un primer ministro que acababa de ser nombrado.
Según la agencia oficial Saba, el presidente accedió a una petición del primer ministro Ahmed Awad ben Mubarak de que fuera relevado de su misión "con el fin de preservar la unidad nacional y proteger al país contra las divisiones".
De hecho, Abd Rabbo Mansour Hadi cedió a las presiones del jefe de los rebeldes chiitas Abdel Malek al-Houthi.
Este había amenazado el miércoles por la noche con organizar una gran manifestación el jueves en Saná para obligar al jefe de Estado a "corregir el error" que consistió, según él, en nombrar a Ahmed Awad ben Mubarak al cargo de primer ministro.