El Coliseo de Roma cuenta su increíble historia en una muestra
AFP (Agencia France-Presse)
Roma, Italia. - Con una muestra que incluye maquetas, mármoles, fotografías y filmes, el Coliseo cuenta su propia increíble y milenaria historia como icono de Roma. La exposición, que abrirá las puertas al público el 8 de marzo, fue montada en el segundo piso del célebre anfiteatro romano, construido en el siglo I D.C., y uno de los monumentos más visitados y sugestivos del mundo.
Ubicado en pleno centro de Roma, el imponente edificio con ochenta filas de gradas y una arena para la lucha de gladiadores, tuvo un pasado glorioso por casi 500 años, para ser luego olvidado en la Edad Media, apreciado durante el Renacimiento, cuando era meta privilegiada de poetas, pintores y soñadores, para pasar a ser icono del cine en el siglo XX.
"Ha tenido la capacidad de vestirse con trajes diferentes a través de su larga historia", reconoce a la prensa el arquitecto Francesco Prosperetti, superintendente especial para el Coliseo.
"Fue un lugar del que sustraían y extraían indiscriminadamente todo tipo de materiales. Fue fortaleza, cantera y hasta hospital en el siglo XVI, quedan en las gradas marcas de los escudos de las familias nobles", resume la arqueóloga Rosella Rea, entre las mayores expertas en el Coliseo.
"De todo ello han quedado huellas", recalca Rea, quien contó que familias enteras residieron en su interior y que llegó a tener tiendas, carnicerías y en el siglo XVII los botánicos descubrieron que contaban con un huerto botánico con plantas exóticas.
Para estudiantes, artistas, intelectuales, sobre todo del norte de Europa, por siglos fue obligatorio para completar su formación una visita al monumento.
Muchos de ellos dejaron pinturas, poemas, libros y ensayos que se inspiran en el mayor ejemplo de la arquitectura romana y que ahora son mencionados en la exposición.
Copias de bocetos, planos, borradores de artistas como Pieter Brueghel el viejo, Giuliano da Sangallo, Andrea Palladio, Diego Velázquez, son expuestos.
"Errando me quedé una noche en el claro de luna del Coliseo", reza un escrito sobre un muro del poeta inglés Lord Byron al contemplar la grandiosa vista del monumento.
Dividida en 12 secciones, la muestra cuenta también la transformación del Coliseo con el nacimiento de la arqueología en el siglo XIX, las primeras investigaciones sistemáticas, los objetos y piezas que quedaron enterrados, entre ellos el descubrimiento de la lápida "Lampadius", también expuesta.
El símbolo de un imperio, "donde los leones no se comían a los cristianos", recuerda la curadora Serena Romano, sirvió para forjar el mito del martirio de los cristianos, alimentado siglos después por el cine, en particular por Hollywood.
Un ciclo de filmes en la Casa del Cine de Roma completará la muestra e incluye el colosal "Quo Vadis", realizado en Italia nada menos que en 1913.
"Lo que queremos es que el Coliseo deje de ser una suerte de isla para el tráfico romano", se lamenta Prosperetti, que aspira a administrar el enorme flujo de turistas.
Una advertencia para el ministerio de Cultura, que lanzó este mes un concurso internacional para seleccionar al nuevo director del área arqueológica del Coliseo para los próximo cuatro años.
Un reto que marcará la historia del monumento en el siglo XXI.
"Ha tenido la capacidad de vestirse con trajes diferentes a través de su larga historia", reconoce a la prensa el arquitecto Francesco Prosperetti, superintendente especial para el Coliseo.
"Fue un lugar del que sustraían y extraían indiscriminadamente todo tipo de materiales. Fue fortaleza, cantera y hasta hospital en el siglo XVI, quedan en las gradas marcas de los escudos de las familias nobles", resume la arqueóloga Rosella Rea, entre las mayores expertas en el Coliseo.
"De todo ello han quedado huellas", recalca Rea, quien contó que familias enteras residieron en su interior y que llegó a tener tiendas, carnicerías y en el siglo XVII los botánicos descubrieron que contaban con un huerto botánico con plantas exóticas.
- Emblema de la gloria y los dolores de Roma -
Para ilustrar la extensa vida de ese gigante "mamotreto", como lo llamó Rea, que representa mejor que ninguno gloria y dolores de la Ciudad Eterna, los organizadores de la exposición decidieron en forma didáctica iniciar el recorrido con la espectacular maqueta realizada por Carlo Lucangeli entre 1790 y 1812, con capiteles, figuritas en bronce y carruajes en hueso.Para estudiantes, artistas, intelectuales, sobre todo del norte de Europa, por siglos fue obligatorio para completar su formación una visita al monumento.
Muchos de ellos dejaron pinturas, poemas, libros y ensayos que se inspiran en el mayor ejemplo de la arquitectura romana y que ahora son mencionados en la exposición.
Copias de bocetos, planos, borradores de artistas como Pieter Brueghel el viejo, Giuliano da Sangallo, Andrea Palladio, Diego Velázquez, son expuestos.
"Errando me quedé una noche en el claro de luna del Coliseo", reza un escrito sobre un muro del poeta inglés Lord Byron al contemplar la grandiosa vista del monumento.
Dividida en 12 secciones, la muestra cuenta también la transformación del Coliseo con el nacimiento de la arqueología en el siglo XIX, las primeras investigaciones sistemáticas, los objetos y piezas que quedaron enterrados, entre ellos el descubrimiento de la lápida "Lampadius", también expuesta.
El símbolo de un imperio, "donde los leones no se comían a los cristianos", recuerda la curadora Serena Romano, sirvió para forjar el mito del martirio de los cristianos, alimentado siglos después por el cine, en particular por Hollywood.
Un ciclo de filmes en la Casa del Cine de Roma completará la muestra e incluye el colosal "Quo Vadis", realizado en Italia nada menos que en 1913.
"Lo que queremos es que el Coliseo deje de ser una suerte de isla para el tráfico romano", se lamenta Prosperetti, que aspira a administrar el enorme flujo de turistas.
Una advertencia para el ministerio de Cultura, que lanzó este mes un concurso internacional para seleccionar al nuevo director del área arqueológica del Coliseo para los próximo cuatro años.
Un reto que marcará la historia del monumento en el siglo XXI.