El Festival de La Habana se viste de "cuentapropista" y se aleja del Estado
AFP (Agencia France-Presse)
LA HABANA. - El 33er Festival de Cine de La Habana, que bajará su telón el domingo después de 10 días, ha estado marcado por una diferencia con respecto a los anteriores: la gestión privada, independiente, alejada del Estado, según participantes.
Cuando el presidente del Festival, Alfredo Guevara, alertó a los visitantes extranjeros del "instante" que vive Cuba en que "es necesario, urgente, desencadenar en dimensión potenciada la marea revolucionaria revolucionando la sociedad toda radicalmente ya, ahora, no mañana" algunos pensaron que era retórica de un "histórico" de la revolución cubana.
Los cambios impulsados por el presidente Raúl Castro, desde que relevó en el poder a su hermano enfermo Fidel, en 2006, contemplan la aplicación del trabajo privado (por "cuenta propia"), el que ya engrosan 340.000 personas.
Sus manifestaciones emergieron con más fuerza en estos días de Festival en las calles y en las salas de cine, sin un guión previsto, más bien atraídos por un aumento de la demanda.
Un crítico español, muy conocedor de la producción cinematográfica nacional y del Festival, descolgó la mandíbula cuando un joven cineasta local le contó los avances del cine independiente en Cuba, lo que significa sin el patrocinio del estatal Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos (ICAIC).
Un botón de muestra: de los cuatro largometrajes cubanos que pujan por el premio Coral, tres no fueron financiados por el ICAIC -"Chamaco", "Fábula" y "Juan de los Muertos"-, lo que sí hizo con "Marina".
Antes de cada proyección en el estatal cine Yara, uno de los 17 que exhiben las cintas del evento, un anuncio en rojo a toda pantalla explica que las actividades en esa sala son auspiciadas por el ron Havana Club.
La 'Guía del Delegado', un cuadernillo que reciben los participantes con información general sobre hoteles, restaurantes y otros servicios, incluyó este año, por primera vez, un listado de "paladares", restaurantes privados autorizados por el Gobierno.
Entre ellos aparecen "La Guarida", locación del famoso filme cubano "Fresa y Chocolate" del desaparecido Tomás Gutiérrez Alea, y el "Café Chaplin", del ex canciller Roberto Robaina, devenido pintor y hombre de negocios desde su defenestración en 1999.
La mayor agitación festivalera se concentra en la céntrica calle 23, donde están cinco de las 17 salas.
"El restaurante se mantiene lleno, a veces hay cola, tanto de cubanos como de extranjeros", dijo a la AFP Javier Martínez, dueño del paladar "Habáname", ubicado frente al cine Riviera.
Según los organizadores, cada año más de medio millón de espectadores acude a las salas del Festival, haciendo largas filas y "empatando" (viendo) varias películas en una misma jornada.
En la entrada de los cines, vendedores ambulantes privados ofrecen golosinas y bocadillos, mientras que pequeños puestos, ubicados estratégicamente cerca de las salas, venden bebidas y otros alimentos más baratos, al alcance de bolsillos más estrechos.
"Ayer vi tres películas, dos en un mismo cine y corrí para otro. En el medio me comí un perro caliente y un refresco", contó María Fernández, una jubilada de 56 años.
El propio Festival perdió hace años buena parte del financiamiento estatal debido a la crisis económica y en 2003 el aporte de la Unión Europea, que castigó a Cuba por el encarcelamiento de 75 disidentes. Ahora depende de patrocinadores comerciales.
Las cortinas del Festival cierran el domingo pero a nadie asombrará que, una semana después, algunos de los más sonados filmes exhibidos aparezcan en DVD en los puestos de vendedores privados de música y películas, donde impera una piratería tolerada.