El Guía Ali Jamenei, máxima autoridad de Irán

La Vanguardia, Barcelona, España

BEIRUT. - El presidente de la república islámica del Irán no es la máxima autoridad del Estado. Muchas veces he escrito que el complejo sistema político iraní está basado en sus diversos centros de poder.

Ali Jamenei
Ali Jamenei
De hecho es un estado bicéfalo porque así lo dicta la Constitución promulgada después del triunfo de la revolución que derrocó al Sha en el invierno del 1979, al establecer dos fuentes del poder. Una a través del sufragio universal del pueblo para elegir al presidente, a los parlamentarios, a los consejeros municipales, y otra por medio de un sistema teocrático de una asamblea de expertos jurisconsultos descollantes, que elige el Guía de la república, en cuyas manos se concentra el poder. Esta es la peculiaridad de la Carta magna iraní que, en aplicación de la polémica doctrina del vilayat el faqui que el imam Jomeini impuso a la comisión redactora donde estaban representados todos los grupos revolucionarios, atribuye a un alto dignatario religioso, un ayatollah, o a un reducido grupo de jefes espirituales, las decisivas competencias del estado.  El artículo 5 introduce en un texto de derecho positivo, un precepto místico ya que esta máxima autoridad permanecerá en vigor ¨hasta que aparezca el Señor del Tiempo, el duodécimo Imam Oculto, el Mahdi tan esperado por los chiis. No es el presidente de la república quien tiene en sus manos, y nunca mejor dicho, las riendas del estado. El Guía, cargo vitalicio, solo debe rendir cuentas ante Dios.
Derecho divino, legislación republicana, en el mismo articulado. Legitimidad fundada en el poder político de la nación, y sometimiento del hombre a Dios. ¨Quien le ofrece disponer de si mismo¨. ¨Nadie puede despojar al hombre de su derecho divino a la soberanía someterlo a otro o bien a otro grupo de personas. El pueblo ejerce la soberanía a través de sus votos¨.
De acuerdo con la Constitución, el Guía traza las directrices de gobierno que el presidente de la república tiene que aplicar. Es comandante en jefe de las fuerzas armadas, de los Pasdaran o Guardianes de la Revolución, un estado dentro del Estado. Designa a los jefes de la magistratura, dirige la diplomacia, nombra los influyentes miembros del Consejo de los Guardianes, que tiene entre otras destacadas misiones la supervisión de las candidaturas de las elecciones, avala al presidente de la república, y puede destituirlo de acuerdo con el parlamento. Concede amnistías, declara la guerra, concierta la paz. Domina poderosas ¨fundaciones¨ creadas en las jornadas de la revolución, que disponen de sus propios fondos económicos.
A la muerte del imam Jomeini en 1989, fue elegido Guía Ali Jamenei, que antes fue también presidente de la república. Su arrolladora victoria en las elecciones presidenciales de 1981 significó la imposición total de los sectores religiosos ultraconservadores, que en los primeros tiempos de la revolución en 1979 no tuvieron más remedio que compartir el poder con las fuerzas laicas y de tendencias progresistas. Al suceder a los presidentes Bani Sadr y Ali Rijai, que no pertenecían a la casta de dirigentes religiosos, Jamenei fue el primer presidente del clero chii.
Su sucesión al imam Jomeini fue muy polémica porque no tenía el rango de ayatollah, ni gozaba de la calidad de Marja o fuente de emulación piadosa. De hecho el Guía desempeña la jefatura del estado, aunque los embajadores presenten sus cartas credenciales al presidente de la república.
Muchos de los graves problemas de estos treinta años del envejecido régimen islámico han surgido de este principio constitucional que somete al presidente a la autoridad del Guía pese a algunas enmiendas que han ampliado sus competencias. Ahmadinejad, al tomar posesión por primera vez de su mandato en 2005, se postró ante el Guía y le besó la mano.
El Guía siempre ha obstaculizado las tentativas reformistas de los presidentes Rafsanjani, con su Perestroika o primavera de Teherán, más tarde de Jatami. Si el presidente Ahmadinejad fue al principio su sometido protegido, trató después de imponer su voluntad al tratar de alejarse de la jerarquía religiosa, provocando una grave crisis política que le retuvo en su casa diez días en el mes de abril del 2011 dejando de asistir a reuniones del consejo de ministros y a sus actividades públicas. Su candidato en esta elección, Rachim Madai, decidió retirarse de la contienda de las urnas. Todos los candidatos han defendido unánimes, en sus programas, el derecho legitimo del Irán a la energía atómica civil. Es uno de los importantes temas reservados a Ali Jamenei. Solo un muy difícil cambio constitucional podría acabar con este poder bicéfalo que en realidad, más allá de los espejismos democráticos, sigue siendo uno, en manos del Guía.
Tomás Alcoverro


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