El Trump checo: ¿Qué quiere el populista Andrej Babis?

DPA (Deutsche Press Agency-Agencia de Prensa Alemana)

Praga/Pilsen. - Andrej Babis, de 63 años, entrega su libro a todo el que pasa por una calle de Pilsen, en la República Checa. En el volumen titulado "Lo que sueño cuando excepcionalmente duermo" promete de todo: Internet gratuito para todos, trenes de alta velocidad entre las grandes ciudades, aire limpio y un Estado mínimo.

Cada dos por tres para alguien para hacerse una foto con él y Babis sonríe de buena gana a la cámara. Este multimillonario fundó hace cinco años el partido liberal ANO (Acción de los Ciudadanos Insatisfechos) y ahora es el favorito en los sondeos para las elecciones parlamentarias que se celebrarán entre hoy y el sábado. "Yo lo critico todo", dice a dpa.
Muchos esperaban que un empresario como Babis, con empresas en Alemania y una casa de veraneo en Francia, fuera proeuropeo; sin embargo, Babis rechaza el euro y aboga por la corona checa. Aunque asegura que no está a favor de una salida de su país del bloque.
Babis no quiere saber nada de la solidaridad en la crisis de los refugiados. Quiere que se frene la migración ilegal y está convencido de que Europa es capaz de solucionar el problema. "Nuestras empresas quieren ucranianos y eslovacos, pero no los migrantes que Europa nos obliga a aceptar", señala.
Además, desearía recortar aún más las ayudas sociales. El lo llama "separar a los parásitos de los que trabajan".
En los últimos días antes de las elecciones, muchos hogares recibieron por correo un "contrato entre Andrej Babis y los ciudadanos checos". Está claro cuál es ejemplo: el "contrato con los votantes estadounidenses" de Donald Trump para los primeros 100 días en la Casa Blanca.
Los escándalos no han dañado a Babis, que es dueño de los periódicos "MF Dnes" y "Lidove noviny": el Parlamento le retiró la inmunidad, la Policía le acusa de estafa con subvenciones de la UE -concretamente diez millones de euros-, y fue despedido como ministro de Finanzas por prácticas fiscales sospechosas.
Según la última encuesta de la agencia Median, ANO cuenta con el 25 por ciento de los apoyos y los socialdemócratas (CSSD) -vencedores en las elecciones de 2013- solo con el 12,5. Estos últimos ya no se presentan con el jefe de Gobierno, Bohuslav Sobotka, sino con el ministro de Exteriores, Lubomir Zaoralek. El ministro lucha con un decidido programa de izquierdas por el "final de la mano de obra barata" dado el impulso económico que vive el país.
Babis podría volver a formar Gobiernos con los socialdemócratas, esta vez como primer ministro. Pero algunos críticos consideran otra opción que creen que sería desastrosa: un Gobierno en minoría tolerado por los comunistas no reformados y el xenófobo SPD (Libertad y Democracia Directa). Aunque incluso el propio Babis se refirió al fundador del SPD, Tomio Okamura, como un "fanático".
Babis es un empresario populista tipo Silvio Berlusconi o Donald Trump, según el politólogo Jiri Pehe, que fue asesor del presidente Vaclav Havel (1936-2011): "En cuanto a su relación con la democracia, en el fondo no es demócrata".
Babis se refirió al Parlamento como una sala de parloteo y quiere eliminar al Senado como segunda cámara, explica Pehe. "Cree que su vocación es convertir al país en una de sus empresas".
Sin embargo, el politólogo Lukas Jelinek considera que Babis es simple y llanamente un hombre pragmático y populista. "No me gusta su demonización como amenaza a la democracia, simplemente no ha entendido aún los principios de la democracia liberal y del parlamentarismo".
Muchos se preguntan también cómo este eslovaco de nacimiento e hijo de una familia de funcionarios comunistas ha llegado a tener tal patrimonio. Su grupo empresarial Agrofert está entre las empresas de alimentación, agrarias y mediáticas más grandes de la República Checa.
Los directores Vit Janecek y Zuzana Piussi, que realizaron un documental sobre las prácticas empresariales de Babis, le acusan de un conflicto de intereses, pues sus negocios dependen en gran parte de subvenciones y contratos públicos. Además cuentan que muchos no quisieron involucrarse en el proyecto por miedo o por haber sucumbido a su "capacidad de interpretar el papel de persona cariñosa y cercana".


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