AFP (Agencia France-Presse)
Nápoles, Italia. - El alcalde de Nápoles, Luigi De Magistris, en vías de ser reelegido el domingo, no deja a nadie indiferente. Sus enemigos lo tachan de megalómano y demagogo, y sus simpatizantes de visionario inspirado en un modelo político más participativo.
Pese a las divergencias de opiniones, todo parece indicar que los habitantes de esta ciudad del sur de Italia concederán un nuevo mandato de cinco años a este hombre de izquierda y enemigo acérrimo del jefe de gobierno de centro-izquierda Matteo Renzi.
Y es que "Nápoles ha mejorado", resume Massimiliano Gallo, que dirige una web de información en internet, "Il Napolista".
En 2011, cuando fue elegido, Nápoles estaba sumergida por una huelga de basura que obligó al ejército a intervenir y alejó a los turistas.
"Hoy la crisis de la basura terminó y el turismo se halla en pleno auge", explica Gallo.
La solución vino del gobierno, que impuso la incineración de los desechos, y no del alcalde, pero lo importante para la población es que la crisis se resolvió.
"Hoy Nápoles es una ciudad llena de vitalidad, que ha redescubierto el sentido del orgullo, de la participación, es otra Nápoles", asegura el alcalde, que el martes cumplirá 49 años, en declaraciones a la AFP.
"Creo que Nápoles puede convertirse en referencia nacional", añade en su oficina, con vistas al puerto. "Lo que hacemos es lanzar un movimiento de liberación popular que espero que se contagie" en Europa.
Su objetivo: una "red de ciudades europeas" para construir "la Europa de los pueblos y de las personas, en vez de esta Europa de los gobiernos centrales y de los grandes bancos".
Mantiene una buena relación con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, aliada de Podemos, un partido político de izquierda que se presenta como alternativa a las formaciones tradicionales. Es el movimiento europeo con el que Luigi De Magistris comulga más.
- 'Alcalde de las calles' -
El conocido como "alcalde de las calles" se ha forjado una buena reputación, gracias al contacto con los ciudadanos.
"Infundió una dinámica social nueva, favoreció muchos proyectos en materia social y cultural y creó una relación más directa con la gente", explica el director de la Academia de Bellas Artes de Nápoles, Giuseppe Gaeta.
"La gente pide que la política cambie y De Magistris se basa en eso", asegura Stefania Tarantino, de la Universidad de Nápoles.
Otros lo acusan de dar a la población lo que quiere para tenerla a favor. Quieren "fiestas, creatividad y no reglas", reprocha Sandra Macci, del Partido Democrático (PD) de Renzi.
Con frecuencia se le compara con un personaje local apodado Masaniello, que luchó contra los impuestos españoles en el siglo XVII antes de morir asesinado y denostado por sus enemigos, que lo llamaban loco.
"En vez de hacer el Masaniello, sé un mánager", le espetó Aurelio de Laurentiis, productor de cine y dueño del Nápoles, el club de fútbol local. Muchos coinciden con él en reprochar al alcalde saliente la ausencia de programa económico en una ciudad con un índice de desempleo altísimo.
Los napolitanos albergan, a veces, sentimientos antinacionales, asegura Massimiliano Gallo, y la estrategia de Renzi ha beneficiado al alcalde.
"De Magistris se ha reforzado cuando Renzi lo ha designado su enemigo", explica el periodista Marco Demarco.
Como consecuencia, el alcalde de Nápoles se sintió más fuerte que nunca, llegando a decirle a Renzi en un mitin: "Vete a casa, tienes que tener miedo, te vas a cagar encima".
Si Renzi fracasara en octubre en el referéndum sobre su reforma constitucional, Luigi De Magistris no descartaría desempeñar un papel a nivel nacional, con un giro a la izquierda.