AFP (Agencia France-Presse)
París, Francia. - El bandoneón, que aportó las notas nostálgicas al tango, será el rey del festival que esta semana se organiza en las afueras de París, donde en 1989 se impartió la primera clase de este instrumento en Europa.
El departamento de bandoneón y tango del Conservatorio Edgar-Varese de Gennevilliers, confiado en aquel entonces a los músicos argentinos Juan José Mosalini, miembro de Tiempo Argentino, y Cesar Stroscio, del célebre Cuarteto Cedrón, reivindica hoy en día una fama mundial.
"Buena parte de nuestros exalumnos se convirtieron en profesionales" y en consecuencia Bernard Cavanna, director del Conservatorio, "decidió organizar el festival", explicó a la AFP Juan José Mosalini, que enseña el bandoneón y la orquestación.
"Cuando vine [a París en 1977], había tres bandoneonistas, Astor Piazzola, César Stroscio y Roberto Caldarela", recuerda Mosalini, que aportó entonces una nueva forma de tocar aprendida en Argentina, junto a sus grandes maestros.
Actualmente, el departamento que inauguró cuenta con medio centenar de alumnos y promueve cursos en otras ciudades francesas.
"En Alemania, Róterdam, Finlandia, Suecia, Noruega, Taiwán, e incluso en Argentina, tengo exalumnos que crearon departamentos de tango", subraya Mosalini.
Esta música, ahora universal, tiene influencias de todo tipo: la clásica y las músicas de Europa del Este, que se unieron a una base rítmica innegablemente africana, dándole esta cadencia tan particular.
"San Telmo, Montserrat, estos barrios cerca del puerto estaban casi completamente habitados por esclavos africanos hacia mediados del siglo XIX" en Buenos Aires, afirma Mosalini.
- Un aire nuevo -
El bandoneón desembarcó en Argentina, procedente de Alemania, en la segunda mitad del siglo XIX. En el tango aparece a finales de ese siglo, hasta convertirse en el instrumento indisociable.
Horacio Ferrer, escritor e historiador de tango, explica que antes de la introducción de este instrumento, a esta música "le faltaba una definición para poder transmitir esa dosis de nostalgia tan fuerte, que estaba en el corazón de los inmigrantes".
"Se pueden escuchar tangos sin bandoneón pero es verdad que este instrumento tiene un sonido, una presión, una dinámica enorme, muy muy rica. Se puede tocar muy pianissimo pero también hacerlo gritar", explica Mosalini, de 73 años, que empezó a tocarlo a los ocho.
Para este músico, "el pasaporte argentino ya no es una garantía absoluta. Lo único que hay que hacer es amar esta música, aprenderla y conocer sus particularidades".
Los Piazzolla, Stroscio y Mosalini tienen ahora herederos franceses, noruegos, españoles, que se llaman Per Arne Glorvingen, Victor Villena, Sergio Amico, Carmela Delgado o Jean-Baptiste Henry.
Algunos de ellos actuarán en el festival de tango de Gennevilliers, de jueves a domingo.