El colono Yoram se irá de Cisjordania si así lo decide el proceso de paz
AFP (Agence France-Presse)
COLONIA DE OFRA, Charly Wegman, (AFP) - En las inmediaciones de la colonia de Ofra, en la Cisjordania ocupada, Yoram Cohen, un colono viticultor que elabora cotizados vinos kosher, está resignado a partir si las negociaciones de paz en Washington tienen éxito, pero se le "partiría el alma".
Las viñas de Yoram Cohen se extienden en 27 dunams (2,7 hectáreas) en los alrededores de la colonia judía religiosa de Ofra, de 3.000 habitantes, a unos treinta kilómetros al norte de Jerusalén, en la Cisjordania ocupada, donde se instaló en 1989.
El paisaje parece salido de la Biblia. Dos jóvenes pastores palestinos, montados en burro, llevan su rebaño de ovejas por un camino escarpado en medio de viñedos. Algunas gacelas saltan por las rocas. A lo lejos, en las colinas, se dibujan los minaretes y las viviendas de tres poblados palestinos: Ein Yabrud, Taybé y Silwad.
No se ve ninguna presencia militar o policial. Nada permite imaginar que el destino de los 300.000 israelíes de las 150 colonias de Cisjordania, incluso el de los otros 200.000 que viven en Jerusalén Este, ocupado y anexado en 1967, podría cambiar al cabo de la próxima ronda de conversaciones de paz que comienza el 2 de septiembre en Washington.
"Me da mucha pena que un colono tenga viñas en mi tierra. (Los colonos) se comportan como si fuesen los propietarios", afirmó por su parte Abed Alhamid, de 46 años, originario de Silwad.
Casado y padre de seis hijos, este albañil reclama 20 dunams (2 hectáreas) en el sector de Ofra.
"En 1994, a más de 90 habitantes de mi pueblo les prohibieron el acceso a sus parcelas. Cuando recurrieron a los tribunales israelíes, les respondieron que sólo podían ir si tenían un permiso especial", relató. Furioso, precisa que una parte de esos terrenos fueron confiscados por los colonos en 1996 y 2005.
"De eso nada, son los palestinos los que vinieron a instalarse en nuestra tierra y nunca han tenido un Estado", replica Yoram Cohen, quien destaca que se descubrieron antiguas cubas en el vecindario, "prueba de que hace tres milenios mis ancestros se dedicaban a la misma actividad que yo".
Este año, una ola de calor obligó al viticultor a adelantar la vendimia y se felicita del resultado: 800 kg de uva por dunam, es decir una producción de vino estimada en unas 40.000 botellas.
"La cosecha 2010 será excepcional", exclama, y se jacta de haber logrado unas quince medallas en concursos internacionales.
Los productos de sus cepas (Cabernet-sauvignon, Merlot, Pinot Noir) llevan los nombres de sus ocho hijos. Estrictamente kosher, las botellas son vendidas a una clientela judía en Estados UNidos, Italia, Bélgica y Francia.
"Me trae sin cuidado el boicot de los europeos, que aplican a mi vino una tasa aduanera de 28% porque es originario de Judea (Cisjordania)", comenta.
El acuerdo de asociación con la UE que permite a Israel beneficiarse de una desgravación fiscal no se aplica a los productos provenientes de los territorios palestinos ocupados desde la guerra israelí-árabe de junio de 1967.
El suelo calcáreo rocoso, el clima montañoso con noches frías pero soleado y las escasas lluvias son bazas que han hecho que Yoram Cohen apostara por los viñedos, mientras sus vecinos palestinos se dedican a los tradicionales olivares.