AFP (Agencia France-Presse)
ROMA. - El criminal nazi Erich Priebke, cuyo cadáver permanecía este miércoles en el aeropuerto militar de Roma a la espera de que se decida qué hacer con sus restos mortales después de que su funeral fuera anulado por disturbios, se convirtió en un cadáver incómodo para Italia.
"Italia quiso extraditarlo, procesarlo, condenarlo, tenerlo detenido por años, ahora esa papa caliente tiene que resolverla", aseguró a la AFP el abogado del excapitán de las SS, Paolo Giachini.
El cuerpo de Priebke, quien falleció el viernes a los 100 años en su residencia de Roma donde cumplía desde 1998 una condena a cadena perpetua por la masacre en 1944 de las Fosas Ardeatinas, que dejó 335 civiles muertos, se encuentra en el aeropuerto de Pratica di Mare en una zona protegida.
Una ceremonia religiosa, presidida el martes por el movimiento católico ultraconservador lefebvrista en la localidad de Albano Laziale, a 25 km de Roma, fue anulada a causa de la indignación generada en los residentes antifascistas y los disturbios provocados por militantes de movimientos pronazi.
"Nos vimos forzados a suspender el martes los funerales [religiosos] porque se corría el riesgo de que se convirtieran en una manifestación neonazi", explicó el miércoles a la prensa el prefecto de Roma, Giuseppe Pecoraro.
Las gestiones para el funeral de Priebke están bloqueadas oficialmente porque la familia no ha presentado solicitud alguna.
"Piden un funeral digno, católico, con invitados", sostiene Giachini, quien mantiene contacto con los dos hijos del exoficial alemán, uno residente en Estados Unidos y el otro en Argentina.
Una incógnita
Las autoridades de Alemania, su país de nacimiento, han aclarado que "toca a la familia decidir lo que quiere hacer con los restos de un alemán fallecido en el extranjero".
A su vez, la cancillería italiana precisó que el pedido oficial para que el cuerpo sea enviado a Alemania debe ser presentado por la familia o su representante, lo que hasta el momento nadie ha hecho.
Por lo tanto, sigue siendo una incógnita dónde recibirá sepultura o si será incinerado Priebke, a quien la ultraderecha italiana intenta convertir en un emblema, ya que jamás pidió disculpas ni manifestó arrepentimiento alguno.
"El gobierno va a considerar el caso un secreto de Estado y va hacer desaparecer el cadáver, va a aducir problemas de seguridad nacional", sostiene Giachini, considerado cercano a la extrema derecha europea, quien fue el apoderado de Priebke desde que fue extraditado de Argentina a Italia en 1995.
"La comunidad judía teme que la tumba de Priebke se convierta en un santuario neonazi. ¿Por qué no?", comentó con tono provocador justo el día en que Roma conmemora 70 años de la deportación de un millar de italianos a los campos de concentración nazis.
El alcalde de Roma, Ignazio Marino, quien asistió junto con las más altas autoridades de Italia a la ceremonia este miércoles en la sinagoga de la capital explicó de nuevo su rechazo a autorizar el funeral.
"No podíamos aceptar que el funeral del verdugo nazi se celebrara en Roma", declaró Marino a la salida del templo tras recordar que las víctimas de la masacre eran romanas, 75 de ellas judías, algunos miembros de una misma familia.
La decisión de anular el funeral de Priebke ha generado polémica y algunos sectores políticos han pedido la renuncia del prefecto, acusado de haber manejado mal el delicado caso.
"Están usando ese cuerpo", comentó el presidente de la Comunidad Judía de Roma, Riccardo Pacifici.
Después de muerto, Priebke, quien vivió tranquilamente 40 años en Argentina, sigue suscitando controversia debido al rechazo del Vaticano, de Argentina, de Alemania, en particular su pueblo natal, y de la alcaldía de Roma, a celebrar su funeral.
Los lefebvristas que aceptaron celebrar el funeral ya que no respetan las disposiciones del Vaticano desde que fueron excomulgados hace 20 años, negaron que lo hubieran hecho por "razones ideológicas", pese a que a varios obispos y sacerdotes del movimiento ultraconservador niegan la existencia del Holocausto de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
En un mensaje, el papa Francisco instó a "no olvidar la atrocidad del Holocausto" y a "no bajar la guardia ante el racismo y el antisemitismo".