El descontento de la población en la región etíope de Amhara sigue al rojo vivo

AFP (Agencia France-Presse)

Bahir Dar, Etiopía. - En la región de Amhara, en el norte de Etiopía, ya no hay manifestaciones multitudinarias, pero el descontento sigue siendo el mismo y el miedo salta a la vista, sobre todo después del baño de sangre de agosto.

El movimiento de protestas antigubernamentales desembocó, el pasado 7 de agosto, en una manifestación masiva, durante la cual las fuerzas de seguridad etíopes mataron a por lo menos 30 personas, según un balance de Amnistía Internacional.

"¡Yo diría que al menos 50 muertos!", corrige Getachew (nombre falso) en declaraciones a la AFP. Se basa en los contabilizados ese día en el hospital local.

El joven, de unos 30 años, está de luto por su hermano Abebe, de 28 años, fallecido de dos disparos, uno en la cabeza y otro en el costado, cuando participaba con él en la manifestación.

"Los 'Agazi' estaban en los tejados. Comenzaron a disparar a la muchedumbre, mientras que la policía lanzaba gases lacrimógenos", recuerda, refiriéndose a las fuerzas especiales desplegadas ese día en Bahir Dar, la capital regional de Amhara. Mientras habla, Getachew enseña las fotos de víctimas tomadas con su teléfono móvil.

Como muchos manifestantes, su hermano llevaba sobre los hombros una bandera etíope verde, amarilla y roja, sin la estrella central que añadió el Frente Democrático Revolucionario de los Pueblos Etíopes (EPRDF) cuando expulsó del poder al dictador Mengistu en 1991.

 

- 'Os matarán' -

 

Getachew es uno de los pocos que aceptan hablar. Bahir Dar, una pequeña ciudad turística a orillas del lago Tana, intenta cicatrizar las heridas. Muchos se callan por miedo a represalias. Los turistas han desertado de los hoteles y los guías se aburren.

"Si digo algo en una cafetería, el Kebele (comité de barrio) lo sabrá. No se puede confiar en los vecinos ni en los amigos", admite uno de ellos en un hotel.

El miedo es palpable. Los arrestos se multiplican. "Cinco de los amigos de Abebe fueron detenidos tras asistir al entierro. No sabemos dónde están", afirma Getachew.

En la aldea de Dangla, al sur de Bahir Dar, Andualem vio cómo las fuerzas de seguridad iban de casa en casa antes de las protestas avisando: "No vayáis a la manifestación u os van a matar".

Los servicios de internet y telefonía móvil y las redes sociales están bloqueados.

Los motivos de las protestas contra la coalición que dirige Etiopía desde hace 25 años son múltiples: corrupción, ausencia de libertad y sensación entre los Amhara de estar marginados frente a la minoría de los Tigray, espina dorsal del régimen.

Ashenafi (nombre falso) se manifestó "para enviar un mensaje" a un gobierno que considera dominado por los Tigray pero que, según la comunidad internacional, ha conseguido resultados en materia de desarrollo.

"El desarrollo es tangible. No se pueden negar las carreteras, los edificios, el acceso a la electricidad -reconoce. Pero todos los que toman las decisiones son Tigray. Dominan la economía y la sociedad. Todas las industrias están en el Tigray", asegura. Una queja recurrente en Etiopía, donde esta etnia ocupa puestos claves en las fuerzas de seguridad, el gobierno y las empresas públicas.

 

- Federalismo étnico -

 

Para estos jóvenes Amhara, la decisión de unir la provincia de Wolkait (norte) a la región de Tigray prendió la mecha. El movimiento de protestas se unió al de los Oromo, que se manifiestan desde noviembre de 2015 contra un proyecto de apropiación de tierras, abandonado finalmente por las autoridades.

Decenas de manifestantes también murieron el 7 y 8 de agosto en esta región del sur del país. Los Oromo y los Amhara suman más del 60% de la población de Etiopía.

Las protestas ponen en entredicho el "federalismo étnico", un modelo que supuestamente concede representación y la posibilidad de autoadministrarse a una multitud de etnias.

"El federalismo étnico no funciona, porque no se aplica de forma igualitaria", asegura Molla Wasie, miembro del Partido Democrático Agaw, una etnia de un millón de personas en la región de Amhara.

"La situación es cada vez más tensa. El gobierno y los partidos de la oposición deben reunirse para hallar una solución", añade, sugiriendo una "conferencia nacional" para reformar el sistema.

Los manifestantes no creen en ella.

"No se han disculpado por las víctimas -dice Ashenafi (...) No veo ninguna señal de que vayan a cambiar de actitud".



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