El discurso de Obama en El Cairo fue vitrina nueva para exhibir mercancía vieja

RIA Novosti, Rusia

El discurso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronunciado en El Cairo demostró una vez más que el nuevo mandatario estadounidense es un auténtico rey del espectáculo. Como los animadores duchos en el arte de la improvisación, Obama pudo "vender" con mucho éxito sus ideas al público, a pesar de que sus tesis no plantearon absolutamente nada nuevo.

Pronunciado para miles de millones de teleespectadores en los países musulmanes, el discurso de Obama, en esencia, no expuso ningún planteamiento que pudiera significar la existencia de cambios importantes en la política de Estados Unidos con respecto a Oriente Medio y Afganistán.
Pero la prestigiosa Universidad de El Cairo utilizada por Obama como vitrina para presentar su mercancía un poco rancia, fue sin lugar a dudas, un éxito rotundo de mercadotecnia.
Con dedo severo, el presidente estadounidense amenazó a Israel por continuar las obras de construcción en los territorios ocupados en Cisjordania, pero esa misma postura la tuvieron las administraciones anteriores comenzando por la de Bill Clinton.
Obama también prometió el retiro las tropas estadounidenses de Iraq para el año 2012 y las unidades de combate, en agosto de 2010. Pero las administraciones anteriores nunca hablaron de que convertirían a Iraq en una de sus colonias,  simplemente, los presidentes anteriores siempre eludieron hablar de fechas concretas sobre el retiro de sus tropas.
Y las palabras de que "EEUU no pretende tener bases en el territorio de Iraq o que no aspira a su tierra o a sus recursos", ni en Iraq ni en ningún país musulmán podrán tener algún crédito.
Porque a vista de todos emergen las actuales bases estadounidenses en Kosovo, Arabia Saudita, Afganistán, y en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central.
Todos esos ejemplos mejor que cualquier otra cosa ilustran el conocido principio de que en el mundo no hay nada más permanente que las bases supuestamente temporales que emplazan los gobernantes estadounidenses.
Y no obstante, Obama debe poseer un don especial, porque muchos quieren tener fe en sus palabras. Durante el discurso de Obama las calles de El Cairo con sus veinte millones de habitantes permanecieron desiertas.
En relación al mensaje del presidente estadounidense, el público árabe fue escéptico y, al mismo tiempo, demostró un profundo interés.
Al describir los estados anímicos en la sociedad islámica, algunos periodistas occidentales que viajaron a El Cairo en ocasión del discurso de Obama subrayaron: aquí todavía no impera la esperanza, pero si la posibilidad de que ella pueda existir.
"Él (Obama) puede pronunciar frases muy bonitas, puede decirles a los musulmanes que entre ellos y EE.UU. hubo un mal entendido y que ahora, nosotros entramos en una nueva era de respeto y amor mutuo, pero todo esto será interpretado por la gente como retórica huera. Si sus intenciones son serias, el sentido auténtico de sus palabras serán sus propuestas para solucionar el problema palestino", dijo la víspera el presidente de del Consejo de Política Exterior de Egipto, Andel Rauf al-Ridi.
Sobre la problemática palestina, Obama habló de su forma característica. Dijo muchas frases bonitas y brillantes, incluida la misma palabra "Palestina", pues hasta ahora, los presidentes estadounidenses prefirieron hablar de la "Autoridad Palestina" o del "futuro Estado palestino".
Por el momento, no se sabe hasta adónde está dispuesto a llegar Obama para contener los planes de los "halcones" en el gobierno israelí, y también cuál será su estrategia para entablar contactos con los líderes palestinos que realmente controlan el sector de Gaza.
Como es sabido, el poder real en Gaza está en manos de los líderes del movimiento radical islámico Hamas, y las autoridades israelíes mediante el bloqueo y los bombardeos intentan que los palestinos se arrepientan de la opción que hicieron en los comicios democráticos celebrados en 2007, en los que Hamas obtuvo la mayoría de los votos.
Para Egipto, el sector de Gaza no es un problema abstracto. Precisamente desde allí rompiendo barreras fronterizas o cavando túneles clandestinos, a Egipto llegan refugiados, guerrilleros y proveedores de armas para Hamas.
Por ahora, Obama se ha limitado a declaraciones simbólicas sobre la necesidad de reprender con sermones a los radicales de ambos bandos, y llamamientos para que Hamas "renuncie a la violencia, reconozca los acuerdos y el derecho de Israel a existir como Estado".
Es evidente que bajo el cumplimiento de estas condiciones, EE.UU. podrá reconocer a Hamas, que como admitió Obama, "goza de determinado apoyo entre ciertos sectores palestinos".
Pero la desgracia es que Hamas fue creado como un movimiento en base a la idea de la lucha armada, la renuncia a los acuerdos de paz suscritos en 1993 en Oslo, y el rechazo categórico a un reconocimiento de Israel.
Renunciar a estos tres pilares ideológicos para Hamas sería como si a los bolcheviques de los años 20 se les pidiera renunciar al sueño sobre el comunismo.
Además, la única zanahoria que Obama puede ofrecer a los palestinos de suspender las obras en los asentamientos israelíes en Cisjordania tampoco tiene garantías de que se pueda cumplir.
En comentarios bastante negativos al discurso de Obama, expertos israelíes subrayan que la prohibición en los asentamientos supone una violación a ciertas promesas dadas por EE.UU.
Y en realidad, ¿cómo podrá EE.UU. obligar a Israel a suspender las obras, cuando el mismo ministro de Asuntos Exteriores israelí Avigdor Lieberman vive en uno de esos asentamientos?
Mucho dependerá, a fin de cuentas, de cuál será la reacción que desate el discurso de Obama en EE.UU. e Israel.
Por el momento, Obama ha logrado conservar a su favor la mayor parte de la opinión pública en EE.UU. cansada por las dos guerras desatadas por la administración Bush en Iraq y Afganistán.
Pero en EE.UU. cada vez son más fuertes las críticas. Sectores cristianos fundamentalistas que apoyan a Israel y la comunidad judía conservadora critican a Obama su debilidad y comparan las fronteras de Israel sin los asentamientos con las alambradas que rodearon el campo de exterminio de Auschwitz.
Para sofocar estas voces, ahora Obama más que nunca necesita al menos algún resultado que mejore la situación en Iraq o en Afganistán y ciertos avances  en los problemas relacionados con el programa nuclear iraní.
Una de las llaves clave para solucionar estos problemas se encuentra en Rusia, que cuenta con una gran experiencia con las situaciones que afrontan los Estados islámicos. Así que en el próximo discurso de Obama al mundo musulmán, es muy posible que el presidente estadounidense haga alguna referencia a nuestro país.

Dmitri Babich, RIA Novosti.


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