El francés, adoptado por Jorge Semprún, segunda patria de muchos escritores

AFP (Agencia France-Presse)

PARÍS, (AFP) - Como el español Jorge Semprún, enterrado el domingo cerca de París, muchos escritores cambiaron su lengua por el francés, desde el checo Milan Kundera al estadounidense Jonathan Littell, pasando por Héctor Bianciotti, nacido en las pampas argentinas y miembro desde 1996 de la Académie Française.

La academia francesa.
La academia francesa.
Estos autores tienen ilustres antecesores, como el veneciano Casanova y, ya en el siglo XX, el español Fernando Arrabal, el franco-rumano Eugène Ionesco y el irlandés Samuel Beckett, quien confesó haberse librado así de la impronta tutelar de su compatriota James Joyce, o el rumano Emil Cioran.
Luego de la prohibición de sus obras por el régimen comunista de Bucarest, Cioran, exilado en Francia, abandonó el rumano en 1947 y decidió escribir en francés.
Kundera eligió el francés para marcar su ruptura con el régimen comunista de su país de origen y tradujo él mismo al francés sus libros escritos antes en checo.
El novelista y cineasta franco-afgano Atiq Rahimi, refugiado político en Francia y premio Goncourt 2008 con "Syngué sabour. Pierre de patience", su primer libro escrito en francés, dijo que durante todos los años de exilio en Francia, no se sentía "capaz de escribir en esa lengua adoptiva".
Pero "ahora, cuando regreso a mi país, escribo directamente en francés, como si me volviera francés cuando estoy allá y cuando estoy aquí en Francia, me volviera afgano", agregó.
Premio Goncourt 2006 por "Las Benévolas", el estadounidense Jonathan Littell, que vivía en Barcelona, había causado asombro y orgullo en Francia al escribir esta obra en francés.
Bianciotti, nacido en 1930, deja su país en 1955 y, a partir de 1982, escribe exclusivamente en francés. Desde 1996, el autor de "Sans la miséricorde du Christ" ocupa un sillón en la Académie Française.
"Como un sonámbulo y por caminos de contrabandista, pasé de la lengua de mi infancia a la del país de mi elección (...). Después de unos quince años, oía en mis sueños voces francesas. Hicieron falta (otros) cinco años para que escribiera, sin darme cuenta, la primera página de un relato en francés", contó.
Otro argentino, Copi (1939-1987), dejó su impronta en las letras francesas, con obras de teatro como "Eva Peron" o "Une visite inopportune", en la cual pone en escena con ribetes burlescos y oníricos a un personaje que, al igual que el autor, se estaba muriendo de sida. Copi también fue novelista y dibujante y autor de recordadas historietas (tebeos), como "La femme assise" (La mujer sentada).
El escritor de origen cubano Eduardo Manet, refugiado en Francia a fines de los años 1960, también eligió el francés como lengua de escritura.
"Para nosotros, latinoamericanos, el francés es importante. Y eso sigue siendo así", afirmó en 2009 al diario Le Figaro.
El escritor franco-marroquí Tahar Ben Jelloun, nacido en Fès, dijo el miércoles pasado, al día siguiente de la muerte de Semprún, que con el escritor español había compartido "la misma elección de escribir en francés", y agregó: "Al igual que yo, no se hacía muchas preguntas sobre esas historias de lengua y siempre vi en él a un gran escritor francés".
La autora eslovena Brina Svit dice por su lado: "El francés me aportó libertad, franqueza y la sensación de ser una escritora muy joven".


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