El jefe de los talibanes apoya las negociaciones con Kabul
AFP (Agencia France-Presse)
Kabul, Afganistán. - El jefe de los talibanes afganos, el molá Omar, calificó el miércoles de "legítimas" las negociaciones de paz con el gobierno de Kabul, en su primer mensaje tras el inicio de las conversaciones la semana pasada en Pakistán bajo los auspicios de Estados Unidos y China.
Las grandes capitales y la ONU celebraron la primera toma de contacto directa la semana pasada entre una delegación del gobierno afgano y otra talibán, con el objetivo de abrir la vía a conversaciones de paz para estabilizar un país desgarrado por más de una década de insurrección islamista.
En su reacción, si bien el molá Omar no menciona específicamente esta ronda preliminar, da su consentimiento para iniciar la pacificación del país.
"Paralelamente a la yihad armada, los esfuerzos políticos y la vía pacífica (...) constituyen un principio islámico legítimo", afirmó el "emir de los creyentes" en este mensaje publicado en la página oficial de los talibanes.
"Desde el punto de vista de nuestros preceptos religiosos, uno se da cuenta de que los encuentros e incluso los contactos pacíficos con los enemigos no están prohibidos", proseguía en un largo texto difundido con ocasión del Aid al Fitr, fiesta que marca el fin del mes de ayuno del ramadán que tendrá lugar este fin de semana.
Posteriormente a esa fecha ya hay programadas otras reuniones, aunque interrogado por la AFP, el jefe del ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, dijo ignorar dónde y cuándo tendrían lugar.
El mutismo del molá Omar, dado por muerto en varias ocasiones y que supuestamente vive clandestinamente en Pakistán, ha lanzado a un número considerable de combatientes talibanes a los brazos de la organización Estado Islámico (EI), cuyos militantes ya están plenamente implantados en el este de Afganistán, en la frontera con Pakistán.
En las últimas semanas se han producido sangrientos combates entre ambas facciones.
Pese a la muerte del líder de la nueva rama afgana del EI, Hafez Said, en un ataque con dron la semana pasada, una fetua del grupo extremista llamaba a principios de esta semana a todos los combatientes de la región a someterse a la autoridad de su máximo líder, Abu Bakr al Baghdadi.
En ese edicto religioso, el EI acusaba al molá Omar de ser un jefe "nacionalista" interesado únicamente en controlar Afganistán y contrario a la creación de un "califato mundial", objetivo último de la organización ultrarradical.
Las defecciones hacia el EI han complicado la tarea al jefe talibán, al tiempo que ciertos comandantes cuestionaron la semana pasada la legitimidad de los insurgentes que acudieron a las primeras negociaciones, abriendo numerosos interrogantes sobre la unidad de la rebelión.
Sobre el terreno, los talibanes están aún lejos de deponer las armas; por el contrario, han multiplicado los ataques en los últimos meses y siguen exigiendo la salida de la totalidad de las tropas de la OTAN, de las que aún quedan 12.500 soldados.
El final del ramadán está siendo particularmente sangriento. El domingo por la noche, un atentado suicida cerca de una base de la OTAN en Jost (este) mató a 33 personas.
En su reacción, si bien el molá Omar no menciona específicamente esta ronda preliminar, da su consentimiento para iniciar la pacificación del país.
"Paralelamente a la yihad armada, los esfuerzos políticos y la vía pacífica (...) constituyen un principio islámico legítimo", afirmó el "emir de los creyentes" en este mensaje publicado en la página oficial de los talibanes.
"Desde el punto de vista de nuestros preceptos religiosos, uno se da cuenta de que los encuentros e incluso los contactos pacíficos con los enemigos no están prohibidos", proseguía en un largo texto difundido con ocasión del Aid al Fitr, fiesta que marca el fin del mes de ayuno del ramadán que tendrá lugar este fin de semana.
Posteriormente a esa fecha ya hay programadas otras reuniones, aunque interrogado por la AFP, el jefe del ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, dijo ignorar dónde y cuándo tendrían lugar.
El mutismo del molá Omar, dado por muerto en varias ocasiones y que supuestamente vive clandestinamente en Pakistán, ha lanzado a un número considerable de combatientes talibanes a los brazos de la organización Estado Islámico (EI), cuyos militantes ya están plenamente implantados en el este de Afganistán, en la frontera con Pakistán.
- Rivalidad con el EI -
En las últimas semanas se han producido sangrientos combates entre ambas facciones.
Pese a la muerte del líder de la nueva rama afgana del EI, Hafez Said, en un ataque con dron la semana pasada, una fetua del grupo extremista llamaba a principios de esta semana a todos los combatientes de la región a someterse a la autoridad de su máximo líder, Abu Bakr al Baghdadi.
En ese edicto religioso, el EI acusaba al molá Omar de ser un jefe "nacionalista" interesado únicamente en controlar Afganistán y contrario a la creación de un "califato mundial", objetivo último de la organización ultrarradical.
Las defecciones hacia el EI han complicado la tarea al jefe talibán, al tiempo que ciertos comandantes cuestionaron la semana pasada la legitimidad de los insurgentes que acudieron a las primeras negociaciones, abriendo numerosos interrogantes sobre la unidad de la rebelión.
Sobre el terreno, los talibanes están aún lejos de deponer las armas; por el contrario, han multiplicado los ataques en los últimos meses y siguen exigiendo la salida de la totalidad de las tropas de la OTAN, de las que aún quedan 12.500 soldados.
El final del ramadán está siendo particularmente sangriento. El domingo por la noche, un atentado suicida cerca de una base de la OTAN en Jost (este) mató a 33 personas.