En una entrevista al periódico As Safir, el general Jean Qahwaji describe la situación como "el desafío para la seguridad más peligroso después de ocho años", en alusión al asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri.
El lunes, por segundo día consecutivo, tuvieron lugar manifestaciones en los sectores sunitas de Beirut, en el norte y en el litoral sur. Los manifestantes quemaron neumáticos y bloquearon carreteras para expresar su rechazo a los ataques producidos el domingo en las regiones chiítas.
El general ha instado a políticos y religiosos "a asumir sus responsabilidades con el objetivo de impedir que se siembre la cizaña en la patria".
Qahwaji confió en que "decenas de miles de soldados se desplieguen del extremo norte al extremo sur" del Líbano, antes de instar a sus conciudadanos a "medir los riesgos a los que se expone el país".
El lunes por la noche, el ejército dispersó los manifestantes que bloqueaban las carreteras y arrestó a varios de ellos.
Los incidentes se han producido en un clima tenso en el Líbano, consecuencia del conflicto en la vecina Siria. Una mayoría de los miembros y simpatizantes de la coalición de partidos denominada "8 de marzo"-de todas las confesiones,antiisraelí y antiestadounidense- apoya el régimen de Bashar Al Asad, mientras que los miembros y simpatizantes de la coalición de partidos denominada "14 de marzo"-de todas las confesiones, proestadounidense-  apoyan a los rebeldes que luchan contra el jefe de estado sirio.
El primer ministro libanés, de confesión sunita, que se encuentra en Italia con motivo de la entronización del papa, ha llamado a la calma.
Estas agresiones han sido condenadas también por los dos principales partidos chiítas Amal y Hezbolá, que las han calificado de "tentativas (orientados) a atizar los conflictos confesionales".