La Vanguardia, Barcelona, España
Barcelona, España. - Es uno de los libros más enigmáticos de la historia y su lenguaje cifrado es uno de los grandes retos a los que se enfrentan obsesivos desde hace siglos historiadores y lingüistas de todos los continentes.
Juan José García, el editor, dice que la tirada tendrá un número palíndromo, 898 ejemplares, tras la suerte que les dio editar 696 ejemplares de su primer título, el facsímil del Bestiario de Juan de Austria. El precio sólo estará al alcance de bibliotecas y coleccionistas: entre 7.000 y 8.000 euros. Siloé juega con red: antes de imprimir ya tiene 300 vendidos.
García explica que la Universidad de Yale se decidió a venderles los derechos por tres razones: para evitar el bloqueo que les supone las ingentes peticiones de consulta; porque no dan abasto con los museos que se lo piden para exposiciones y porque así lo difunden mejor. El libro, claro, no sale de la caja fuerte de Yale.
El manuscrito Voynich conserva intacto el magnetismo que aún tienen los libros secretos, el libro que explica el sentido de la vida, el libro con poderes mágicos o, en su cara opuesta, el libro demoníaco cuya lectura provoca la locura o la muerte. La historia del manuscrito ya es misteriosa de por sí y durante un tiempo se creyó que era un invención de un turbio librero lituano de origen polaco, Wilfrid Voynich. Revolucionario deportado a Siberia por la policía zarista, logró huir primero a Alemania y luego a Londres. Allí se casó con la hija de un gran matemático. Licenciado en Farmacia, tradujo al inglés a Marx y Engels, hablaba, mal, 18 lenguas, e hizo fortuna con el comercio de libros antiguos. En 1914 se enteró de que los jesuitas del Nobile Collegio Mondragone de Frascati, faltos de dinero, vendían sus fondos. Voynich acudió a la subasta y se fijó en un pequeño libro de apenas 23 x 16 centímetros al que le faltaban 28 páginas. Tenía vistosos dibujos de plantas extrañas, diagramas astrológicos y mujeres desnudas bañándose en densos lagos de color verde. No fue hasta meses más tarde, ya en Londres, cuando se dio cuenta de que estaba escrito en un lenguaje desconocido que ningún experto lograba descifrar. ¿Por qué cifrar el contenido? Si es un libro alquímico, tal vez porque trata sobre materias prohibidas por la Iglesia.
Las dudas sobre la autenticidad del manuscrito se diluyeron cuando un estudio con carbono 14 certificó que el papel databa de entre el 1404 y 1438 y la tinta, máximo hasta 1459. Entre sus propietarios, Rodolfo II de Bohemia (protagonista de una novela de Chatwin).
Desde el hallazgo del manuscrito, hay teorías para todos los delirios, desde que está escrito por extraterrestres hasta un lenguaje sin sentido o un engaño del orientalista del XVIII Andreas Müller, capaz de estafar al mismísimo sabio Athanasius Kircher. En 2014, el profesor Stephen Bax sostuvo que había logrado descifrar 14 caracteres, utilizando herbarios medievales árabes y asiáticos: Taurus, junto a un dibujo de siete estrellas – tal vez las Pléyades–, y cilantro (Kantairon), junto a la imagen de una planta centáurea.