El resentimiento árabe frente a la alianza kurdo-estadounidense en Siria

AFP (Agence France-Presse)

Beirut, Líbano. - La estrecha alianza entre las fuerzas kurdas de Siria y la coalición liderada por Washington contra el grupo Estado Islámico (EI) engendró victorias, pero también un resentimiento en las comunidades árabes que podría entorpecer el combate contra los yihadistas.

Los analistas estiman que el grupo EI sólo podrá ser derrotado con el apoyo de los sirios árabes sunitas, pero estos últimos se sienten excluidos por el "favoritismo" de Estados Unidos hacia los kurdos.

Durante los últimos meses, las Unidades de Protección del Pueblo kurdo (YPG) expulsaron al grupo extremista del estratégico puesto fronterizo de Tall Abyad y repelieron varios ataques yihadistas.

Los bombardeos de la coalición han jugado un papel clave en estos avances y demuestran que Washington considera a los kurdos como un aliado seguro.

Pero en algunas regiones, los árabes, que mantienen relaciones tensas con los kurdos, ven esta alianza con desconfianza.

"Rechazamos esta política de apoyo basado en criterios étnicos o sectarios", indicó a la AFP Usama Abu Zeid, consejero del Ejército Sirio Libre (ESL), una de las coaliciones rebeldes que lucha contra el régimen sirio de Bashar al Asad y contra el EI.

Los kurdos "están considerados como el ojito derecho de Occidente", explica Emile Hokayem, un experto sobre Siria del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.

"Reciben ayuda militar, informaciones, armas, mientras que los árabes afirman que ellos sufren más y también combaten al EI y a Asad", afirma el analista.

 

 - Tensiones que vienen de lejos - 

 

Las tensiones y la desconfianzan entre los kurdos y los árabes en el norte de Siria vienen de lejos.

Desde 1970, el régimen de Damasco estableció a árabes sunitas en las regiones kurdas con el doble objetivo de debilitar su afán independentista y ganarse a las tribus árabes.

La rivalidad entre ellos por los recursos naturales exacerbó las discrepancias, sobre todo durante los años de sequía de la preguerra.

Y en el momento de la revuelta contra Asad en 2011, la oposición de los kurdos a unirse al combate no hizo más que incrementar la crispación.

Los kurdos alcanzaron un acuerdo tácito con el régimen para permanecer neutrales y defender la seguridad de sus regiones con el fin de establecer una administración local.

En las últimas semanas estalló una guerra verbal inédita entre la oposición y las YPG, acusadas de haber expulsado de sus casas a los no kurdos y ocupado los pueblos arrebatados al EI. 

Las YPG niegan estas acusaciones, que están siendo investigadas por organizaciones de defensa de los derechos humanos.

Un pequeño grupo rebelde de etnia árabe que lucha junto a los kurdos, Burkan al Furat, estima que estas acusaciones están "politizadas".

 

 - Los límites de la estrategia -

 

"Desde el comienzo de los bombardeos de la coalición (en septiembre de 2014), las YPG han sido las grandes beneficiarias, mientras que los rebeldes árabes sunitas tuvieron que pasar por la criba antes de ser considerados aliados", explica Charles Lister, del Brookings Doha Center.

Washington siempre ha sido reticente a la idea de suministrar armas a los insurgentes que luchan contra Asad, aduciendo que podrían caer en manos de extremistas.

Sobre el terreno, los habitantes árabes de Tall Abyad, reconquistada por las YPG, no se ahorran críticas contra los kurdos. 

"No aceptaremos a los kurdos porque no es su tierra", afirma Seyh Deham Hasseki, un hombre de 60 años que describe al EI como "menos diabólico que los militantes kurdos".

Según Hokayem, los sunitas tienen la impresión "de que se toma menos en cuenta su sufrimiento que el de las otras comunidades.

A largo plazo, esto podría obstaculizar la lucha contra el EI, puesto que las fuerzas kurdas no lucharán más allá de sus regiones, y en algún momento la participación de los árabes sunitas será ineludible.

"Llegamos a los límites de la estrategia estadounidense", afirma Hokayem.



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