El rock derrota al imperio británico de los realities televisivos
Público, Madrid, España
Ha sido una pequeña victoria para la música y una gran derrota para la televisión, algo que ya no ocurre con frecuencia. Una canción de Rage Against The Machine, de 1992, ha sido la vencedora en la pelea en Gran Bretaña por conseguir el número 1 de ventas de singles de cara a las Navidades.
El recuento concedió a 'Killing In The Name' 502.000 copias, unas 50.000 más que la canción de McElderry .
La victoria no hubiera sido posible sin la movilización creada en Twitter y Facebook. La iniciativa partió de un amante del rock de Essex llamado Jon Morter, que pretendía denunciar el inmenso poder de un concurso de audiencias millonarias.
Intentó el mismo truco el año pasado, pero sin éxito, quizá porque eligió una canción de Rick Astley –Never Gonna Give You Up, nada menos– y la audiencia no tenía estómago para comprar un disco como ese.
Esta vez, la campaña funcionó. La canción de la banda californiana sí expresa el sentido de la protesta y el hartazgo de la gente de que los realities no sólo dominen la programación televisiva sino también la música.
Mensaje de protesta
Zack de la Rocha, cantante de Rage, estaba entusiasmado con la noticia. “Dice mucho de la actitud espontánea de los jóvenes que se han movido para derrotar a este monopolio pop tan vacío”, dijo.Su compañero Tom Morello comentó unos días atrás que la victoria sería “una maravillosa dosis de anarquía”. Ayer admitió que la violenta canción no es propia del espíritu navideño, pero “su mensaje contra las grandes corporaciones es el vehículo perfecto para la protesta”.
La banda ha prometido que dará un concierto gratis en Gran Bretaña en agradecimiento a los fans.
El voto de protesta no era tanto contra McElderry, sino contra Simon Cowell, el creador y miembro del jurado de The X Factor. Este personaje prepotente y poderoso, que ya ha exportado el programa a EEUU, reconoce que no tiene mucho interés por la música y que lo suyo es el entretenimiento televisivo.
Inicialmente, denunció que la campaña era poco menos que un linchamiento de McElderry, pero luego se calmó y el sábado llamó a Jon Morter para felicitarle por el éxito de la iniciativa.
Lo que la gente no soporta de Cowell es que su poder es tal que termina controlando a la industria discográfica, de por sí bastante conservadora. Su dominio del panorama musical hace prever un futuro sombrío, según decía hace unos días la directora de la revista NME: “David Bowie nunca habría podido existir si hubiera tenido que competir en el programa. Le habrían expulsado en la primera votación”.