El tráfico con los yihadistas, un negocio en alza en la frontera turco-siria
AFP (Agencia France-Presse)
Beylerbeyi, Turquía. - Algunos jóvenes que no tenían trabajo lo han encontrado en la localidad turca de Beylerbeyi (sur), donde la presencia militar no impide toda una serie de lucrativos tráficos con los yihadistas, que controlan la frontera desde el lado sirio.
Fatma Güllü, de 70 años, lleva dos años presenciando con exasperación y discreción el incesante comercio de la zona, hasta el punto de conocerse los precios.
"Por entre 50 y 100 dólares te llevan al aeropuerto de Gaziantep en Kilis", la capital provincial, asegura. "Y por 5.000 liras turcas [unos 2.000 euros], te llevan junto al grupo Estado Islámico (EI) al otro lado".
Beylerbeyi, una localidad de apariencia pacífica de menos de 400 personas perdida en un escenario desértico, se encuentra solo a unos cientos de metros de Siria y de los combatientes yihadistas de la bandera negra, que campan a sus anchas en esa zona.
Fue solo a unos kilómetros de allí donde los hombres del EI abrieron fuego el jueves pasado contra un puesto avanzado del ejército turco y mataron a uno de sus soldados, desencadenando una amplia respuesta del ejército turco.
La región, muy pobre, se ha convertido en un foco de todo tipo de contrabandos, ya sean "drogas, productos de primera necesidad, armas o personas", explica Fatma, que afirma que "todos los días" llegan a sus campos de olivos combatientes islamistas "turcos, chechenos, franceses, ingleses...".
Para quienes se niegan a participar, estos tráficos tienen consecuencias "dramáticas", lamenta Fatma, evocando "amenazas, violaciones o violencias", sin entrar en detalles.
"Todo el pueblo se calla", continúa la señora, "porque es difícil denunciar a quienes ayer no tenían dinero ni empleo y hoy se ganan su pan".
Durante un tiempo, Fatma tuvo la esperanza de que la reciente llegada de un contingente de militares para vigilar la frontera pusiera fin a este "negocio" ilegal o, al menos, lo debilitara. Pero "los militares también cierran los ojos a los pasos de los contrabandistas", suspira con disgusto.
"El espacio entre dos posiciones del ejército turco es tan grande que es imposible prohibir estos pasos y estos tráficos", reconoce a la AFP, bajo condición de anonimato, un oficial desplegado recientemente en el sector.
Desde hace meses, los aliados de Ankara denuncian la porosidad de los 900km de frontera turco-siria, el principal paso de los reclutados que se unen a las filas delo EI en Siria.
Turquía afirma, apoyándose en las cifras, que ha reforzado su vigilancia y que hace todo lo que puede, asegurando que desde principios de año ha llevado a cabo más de 1.000 detenciones.
Los habitantes señalan directamente al alcalde de la localidad, Ahmet Solak, de 55 años, quien rechaza las críticas sobre la financiación de su lujosa casa.
"Ni el gobierno ni el Estado impiden estos cientos de pasos a la semana, así que ¿por qué lo voy a hacer yo?", se justifica.
Muchos vecinos de Beylerbeyi lo confirman. Desde que estalló la guerra en Siria, en 2011, miles de personas han atravesado ilegalmente la frontera.
Fettah Kaya, de 59 años, considera que la situación es "incomprensible", y recuerda perfectamente la época no tan lejana en la que "había que enseñar las autorizaciones escritas para ir a trabajar en los campos a lo largo de la frontera".
"El único culpable de esta historia es el Estado", que "no ha creado los puestos avanzados donde el ejército habría podido proceder a todos los controles necesarios", acusa este habitante.
"Ahora puede poner tantos soldados como quiera en la frontera, que ya es demasiado tarde, el mal ya está hecho", insiste Fettah.
"Un día, todo el mundo pagará el precio de estos tráficos", cree una de sus vecinas, que prefiere no decir su nombre. "Los que ayudan a las personas a atravesar la frontera, los ladrones y los mentirosos. Hay que armarse de paciencia y esperar a que las cosas cambien".
"Por entre 50 y 100 dólares te llevan al aeropuerto de Gaziantep en Kilis", la capital provincial, asegura. "Y por 5.000 liras turcas [unos 2.000 euros], te llevan junto al grupo Estado Islámico (EI) al otro lado".
Beylerbeyi, una localidad de apariencia pacífica de menos de 400 personas perdida en un escenario desértico, se encuentra solo a unos cientos de metros de Siria y de los combatientes yihadistas de la bandera negra, que campan a sus anchas en esa zona.
Fue solo a unos kilómetros de allí donde los hombres del EI abrieron fuego el jueves pasado contra un puesto avanzado del ejército turco y mataron a uno de sus soldados, desencadenando una amplia respuesta del ejército turco.
La región, muy pobre, se ha convertido en un foco de todo tipo de contrabandos, ya sean "drogas, productos de primera necesidad, armas o personas", explica Fatma, que afirma que "todos los días" llegan a sus campos de olivos combatientes islamistas "turcos, chechenos, franceses, ingleses...".
Para quienes se niegan a participar, estos tráficos tienen consecuencias "dramáticas", lamenta Fatma, evocando "amenazas, violaciones o violencias", sin entrar en detalles.
"Todo el pueblo se calla", continúa la señora, "porque es difícil denunciar a quienes ayer no tenían dinero ni empleo y hoy se ganan su pan".
- 'Cierran los ojos' -
Durante un tiempo, Fatma tuvo la esperanza de que la reciente llegada de un contingente de militares para vigilar la frontera pusiera fin a este "negocio" ilegal o, al menos, lo debilitara. Pero "los militares también cierran los ojos a los pasos de los contrabandistas", suspira con disgusto.
"El espacio entre dos posiciones del ejército turco es tan grande que es imposible prohibir estos pasos y estos tráficos", reconoce a la AFP, bajo condición de anonimato, un oficial desplegado recientemente en el sector.
Desde hace meses, los aliados de Ankara denuncian la porosidad de los 900km de frontera turco-siria, el principal paso de los reclutados que se unen a las filas delo EI en Siria.
Turquía afirma, apoyándose en las cifras, que ha reforzado su vigilancia y que hace todo lo que puede, asegurando que desde principios de año ha llevado a cabo más de 1.000 detenciones.
Los habitantes señalan directamente al alcalde de la localidad, Ahmet Solak, de 55 años, quien rechaza las críticas sobre la financiación de su lujosa casa.
"Ni el gobierno ni el Estado impiden estos cientos de pasos a la semana, así que ¿por qué lo voy a hacer yo?", se justifica.
Muchos vecinos de Beylerbeyi lo confirman. Desde que estalló la guerra en Siria, en 2011, miles de personas han atravesado ilegalmente la frontera.
Fettah Kaya, de 59 años, considera que la situación es "incomprensible", y recuerda perfectamente la época no tan lejana en la que "había que enseñar las autorizaciones escritas para ir a trabajar en los campos a lo largo de la frontera".
"El único culpable de esta historia es el Estado", que "no ha creado los puestos avanzados donde el ejército habría podido proceder a todos los controles necesarios", acusa este habitante.
"Ahora puede poner tantos soldados como quiera en la frontera, que ya es demasiado tarde, el mal ya está hecho", insiste Fettah.
"Un día, todo el mundo pagará el precio de estos tráficos", cree una de sus vecinas, que prefiere no decir su nombre. "Los que ayudan a las personas a atravesar la frontera, los ladrones y los mentirosos. Hay que armarse de paciencia y esperar a que las cosas cambien".