En Gaza, sin cines, las escasas proyecciones merecen alfombra roja
AFP (Agencia France-Presse)
Gaza, Palestina. - Cuando era joven, Abu Raed, de 50 años, iba "todos los fines de semana con su familia al cine Nasr de Gaza". Hoy esta sala ha desaparecido, como todas las de este enclave palestino, abandonadas o reducidas a cenizas.
Los 10 cines que funcionaban en la franja de Gaza cerraron en 1987 al estallar la primera Intifada. La mitad reabrió en 1995 cuando la Autoridad Palestina se instaló en el territorio pero los ataques con granadas incendiarias por parte de islamistas radicales condujeron a su cierre definitivo.
Se acabaron las salidas familiares para ir a ver la última película romántica egipcia o las superproducciones musicales de Bollywood que inundan el mundo árabe desde hace décadas. A cada intento, el gobierno de Hamas que dirige la Franja desde hace 10 años rechazó cualquier apertura.
Por eso los hijos de Abu Raed, profesor de historia en una de las numerosas escuelas de la ONU, nunca han visto una pantalla grande.
Para ellos, como para los 1,9 millones de gazatíes, la única opción para ver películas es la plataforma de videos YouTube, la última ventana al mundo en este pequeño territorio situado entre Egipto, Israel y el mar Mediterráneo, bloqueado por Israel y gobernado con mano de hierro por Hamas.
Sus pantallas tienen ahora el tamaño de la televisión, las tabletas o incluso los teléfonos móviles. Pero, explica Souhad, una veinteañera, "no tenemos otra opción".
Con su marido Saher, vio una película en pantalla grande, un acontecimiento extraordinario en Gaza para el que los organizadores desplegaron una larga alfombra roja en la ciudad.
Con ocasión de un festival --12 películas y documentales y siete cintas de animación en cinco días--, los palestinos viven "Cannes con un pequeño toque gazatí", se alegra Hadaya, una estudiante de 19 años que se pavonea con sus amigas por la alfombra roja.
En cuanto empieza la proyección, más de un millar de pares de ojos se giran hacia la pantalla. El público reacciona y comenta --a veces de manera ruidosa-- cosas de la película, que narra la vida de un cantante gazatí, Mohammed Assaf, que salió de su campo de refugiados para ganar el concurso televisivo "Arab Idol" en Líbano.
Saher se alegra de haber podido disfrutar de "la oportunidad de ver una película en otro sitio que en casa". "Pero el sonido y la iluminación no estaban bien, y había mucho ruido en la sala" transformada en cine para la ocasión, lamentó.
Para Khalil al Mozian, cineasta y director del festival cuyo lema es "Queremos respirar", la experiencia está todavía lejos de una verdadera sesión de cine y de la sensación de evasión que le gustaría ofrecer a sus compatriotas.
Las luces debieron permanecer encendidas durante toda la película "para evitar cualquier problema" entre hombres y mujeres, explican unos empleados que prefieren permanecer anónimos.
La presencia de hombre y mujeres impidió al festival organizar proyecciones al aire libre, agregó Mozian. Había espacio para instalar las pantallas y a más de 10.000 festivaleros pero el ministerio de Cultura de Gaza se opuso.
Durante la inauguración de la muestra, Khalil al Mozian lanzó al público: "Me hubiese gustado celebrar este festival al aire libre o en el cine Nasr", hoy un edificio abandonado y reconocible solo por el nombre en letras mayúsculas latinas de color azul que todavía puede leerse en una pared descascarada.
"Hace diez años que vivimos bajo un bloqueo, ya basta, necesitamos respirar. Hamas, estamos cansados, queremos un poco de libertad" en Gaza, destruida desde 2008 por tres guerras y paralizada política y económicamente.
En el centro de Gaza, algunos vestigios reflejan todavía la "belle epoque" que conoció Abu Raed: el cine Samer, el más antiguo de la ciudad abierto en 1944, se desmorona lentamente. El Houria, el gran cine del sur de la franja, en Jan Yunés, es ahora un centro del libro islámico.
Mal que pese "a las mentes reaccionarias", hay que reabrir los cines, insiste Abu Raed. Porque, más allá del placer de los espectadores, "producir películas es también dar a conocer la causa palestina".
Se acabaron las salidas familiares para ir a ver la última película romántica egipcia o las superproducciones musicales de Bollywood que inundan el mundo árabe desde hace décadas. A cada intento, el gobierno de Hamas que dirige la Franja desde hace 10 años rechazó cualquier apertura.
Por eso los hijos de Abu Raed, profesor de historia en una de las numerosas escuelas de la ONU, nunca han visto una pantalla grande.
Para ellos, como para los 1,9 millones de gazatíes, la única opción para ver películas es la plataforma de videos YouTube, la última ventana al mundo en este pequeño territorio situado entre Egipto, Israel y el mar Mediterráneo, bloqueado por Israel y gobernado con mano de hierro por Hamas.
- 'Pequeño toque gazatí' -
Sus pantallas tienen ahora el tamaño de la televisión, las tabletas o incluso los teléfonos móviles. Pero, explica Souhad, una veinteañera, "no tenemos otra opción".
Con su marido Saher, vio una película en pantalla grande, un acontecimiento extraordinario en Gaza para el que los organizadores desplegaron una larga alfombra roja en la ciudad.
Con ocasión de un festival --12 películas y documentales y siete cintas de animación en cinco días--, los palestinos viven "Cannes con un pequeño toque gazatí", se alegra Hadaya, una estudiante de 19 años que se pavonea con sus amigas por la alfombra roja.
En cuanto empieza la proyección, más de un millar de pares de ojos se giran hacia la pantalla. El público reacciona y comenta --a veces de manera ruidosa-- cosas de la película, que narra la vida de un cantante gazatí, Mohammed Assaf, que salió de su campo de refugiados para ganar el concurso televisivo "Arab Idol" en Líbano.
Saher se alegra de haber podido disfrutar de "la oportunidad de ver una película en otro sitio que en casa". "Pero el sonido y la iluminación no estaban bien, y había mucho ruido en la sala" transformada en cine para la ocasión, lamentó.
Para Khalil al Mozian, cineasta y director del festival cuyo lema es "Queremos respirar", la experiencia está todavía lejos de una verdadera sesión de cine y de la sensación de evasión que le gustaría ofrecer a sus compatriotas.
- Luces encendidas -
Las luces debieron permanecer encendidas durante toda la película "para evitar cualquier problema" entre hombres y mujeres, explican unos empleados que prefieren permanecer anónimos.
La presencia de hombre y mujeres impidió al festival organizar proyecciones al aire libre, agregó Mozian. Había espacio para instalar las pantallas y a más de 10.000 festivaleros pero el ministerio de Cultura de Gaza se opuso.
Durante la inauguración de la muestra, Khalil al Mozian lanzó al público: "Me hubiese gustado celebrar este festival al aire libre o en el cine Nasr", hoy un edificio abandonado y reconocible solo por el nombre en letras mayúsculas latinas de color azul que todavía puede leerse en una pared descascarada.
"Hace diez años que vivimos bajo un bloqueo, ya basta, necesitamos respirar. Hamas, estamos cansados, queremos un poco de libertad" en Gaza, destruida desde 2008 por tres guerras y paralizada política y económicamente.
En el centro de Gaza, algunos vestigios reflejan todavía la "belle epoque" que conoció Abu Raed: el cine Samer, el más antiguo de la ciudad abierto en 1944, se desmorona lentamente. El Houria, el gran cine del sur de la franja, en Jan Yunés, es ahora un centro del libro islámico.
Mal que pese "a las mentes reaccionarias", hay que reabrir los cines, insiste Abu Raed. Porque, más allá del placer de los espectadores, "producir películas es también dar a conocer la causa palestina".