En el país del mulá Omar, los afganos vacilan entre los talibanes y el gobierno

AFP (Agencia France-Presse)

Sangesar, Afganistán. - En la mezquita afgana donde el mulá Omar fundó el movimiento talibán, los lugareños dudan entre apoyar a la insurgencia o al gobierno, ahora que los soldados estadounidenses hacen las maletas. Y parecen inclinarse por los rebeldes.

El pueblo de Sangesar, con casas de adoble a la salida de Kandahar, la principal ciudad del sur de Afganistán, ha sido testigo, como otros muchos, del conflicto sangriento entre los talibanes y la OTAN desde la intervención occidental de 2001.

El mulá Omar, jefe de los talibanes afganos, era un joven combatiente sin grado cuando vivía en Sangesar para luchar contra los soviéticos en los años 1980. Una década más tarde se instaló allí con su familia.

Estudió y predicó en esta mezquita antes de imponerse en medio del caos de la guerra civil. La población recibió con los brazos abiertos a los talibanes, harta de los enfrentamientos entre los señores de la guerra y de sus abusos.

Bismila, de 30 años, imán desde el año pasado de la mezquita de Sangesar, recuerda todavía con emoción el recorrido de un hombre por cuya cabeza Estados Unidos ofrece 10 millones de dólares. "El mulá Omar era antes que nada un combatiente. Se alió con algunos señores de la guerra para tomar el control de la ciudad de Kandahar". Fue hace 20 años, en 1994.

 

 - Un talibán en cada aldea -

 

La toma de Kandahar en 1994 abrió el camino para apoderarse dos años después de la capital, Kabul, e imponer una versión rigorista de la ley islámica en el país.

El final estos días de la misión de combate de la OTAN, de la que sólo quedarán en enero 12.500 soldados como instructores, en comparación con los casi 140.000 militares de 2010, hace que muchos anticipen una vuelta al poder de los talibanes por la fuerza.

"Estamos felices de ver que los estadounidenses se van", asegura Bismila. "Pero dejaron a la policía local a cargo, y nos da dolor de cabeza. La policía pide comida y sobornos. Toma partido en los conflictos tribales y con este motivo incluso se pelean entre ellos", explica el imán.

Entre el gobierno y los talibanes, prefiere no elegir. "Veremos quién es el más fuerte. Poco importa quién se impone, nuestras demandas son claras: libros y lápices para nuestro colegio y un altavoz para la mezquita", respondió, muy pragmático.

Sangesar es "uno de los lugares más importantes en la vida" del mulá Omar, explica el periodista Bette Dam.

"Quizá ya no viva ahí, pero su movimiento sigue ahí, dispersado. En cada aldea hay por lo menos una persona motivada para la yihad, el dinero, la droga, la oposición a Estados Unidos o al gobierno, y que por lo tanto puede convertirse en talibán", añadió.

 

 - "La gente apoya a los talibanes" -

 

Las fuerzas afganas todavía controlan esta zona del distrito de Zhari de la provincia de Kandahar, pero nada garantiza que sea por mucho tiempo.

"Cuando Estados Unidos deje de dar dinero y armas a las fuerzas afganas, los talibanes retomarán el control del sector", estima Samad Khan, un granjero de 33 años.

Abdula, un pequeño comerciante en la aldea aledaña de Pashmul, dice que ha dejado de hacerse ilusiones con la policía y el ejército afganos, que considera "corruptos" y "no profesionales".

"La gente aquí apoya a los talibanes y esto no me plantea ningún problema. Los talibanes reinaron aquí durante mucho tiempo y pueden volver", asegura.

Las tropas estadounidenses se retiraron del distrito de Zhari en agosto, durante un verano de violentos enfrentamientos entre talibanes, tribus y fuerzas afganas.

En los alrededores de Sangesar, los cadáveres de víctimas se descompusieron en la meseta porque las familias tenían demasiado miedo de ir a buscarlos, contaron testigos.

Y las noticias del distrito vecino de Maiwand, escenario de enfrentamientos, no auguran nada bueno para las fuerzas gubernamentales.

"Por un lado, el gobierno no es lo bastante fuerte para contener la situación, pero por otro, muchos habitantes tienen un mal recuerdo de los talibanes", resume Malik Din Mohamad, un jefe tribal de Maiwand.

"Las autoridades deben aportar bastante a la población local para convencerla de que el futuro no son los talibanes", dijo.



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