En la plaza de la liberación la voluntad de echar a Mubarak es más fuerte que el miedo

AFP, Agencia France-Presse

EL CAIRO, Anna Cuenca, (AFP) - Hombres y mujeres de todas las edades, familias con adolescentes y niños abarrotaron el martes la plaza Tahrir-liberación- de El Cairo, venciendo el miedo a represalias, para demostrar que su voluntad de derrocar al presidente Hosni Mubarak sigue viva cuando se cumplen dos semanas de protestas.

En la plaza de la liberación la voluntad de echar a Mubarak es más fuerte que el miedo
"Debemos mantener una presencia muy fuerte en la plaza", explica a la AFP Mohammed Nizar, de 36 años, temeroso de que las fuerzas pro Mubarak, organizadas según él por la policía, vuelvan a atacar a los manifestantes si el movimiento se debilita.
"La gente desconfía del gobierno (...); piensan que les pueden agredir si el número de manifestantes disminuye", agrega.
El llamamiento llegó a la población, que confluyó por cientos de miles reuniendo a última hora de la tarde la mayor protesta desde el inicio del movimiento el 25 de enero.
Muchos llevaban insignias de las redes sociales de internet Facebook y Twitter, inestimables herramientas de movilización gracias a militantes como el ejecutivo de Google Wael Ghonim, convertido en un héroe tras haber permanecido en detención, con los ojos vendados, durante 12 días a raíz de una manifestación.
"El héroe no soy yo, sino vosotros, que estáis aquí en la plaza", grita Ghonim exaltando el ánimo de los manifestantes.
"Debéis insistir para que se cumplan vuestras reivindicaciones", agrega, interrumpido por la multitud que grita: "Queremos que caiga el régimen".
Con una expresión de seriedad en el rostro, grupos de mujeres jóvenes, muchas con niños de la mano, se niegan a hablar con los periodistas extranjeros. Muchos hombres rehúyen también las preguntas.
Desde los violentos ataques contra miembros de la prensa extranjera, la semana pasada, ha aumentado la desconfianza.
Las fuerzas de seguridad impiden la entrada a la plaza a todos los corresponsales desprovistos de una acreditación oficial, imposible de obtener hasta ahora dado que el servicio de prensa del ministerio de Interior permaneció cerrado.
"Obedecemos órdenes, además debemos evitar la presencia de espías extranjeros", afirma tajante un militar armado.
La semana pasada, un ataque de partidarios de Mubarak dio lugar a una batalla campal que dejó 11 muertos y centenas de heridos, según un balance oficial.
En quince días de movilización, el balance es de al menos 300 muertos, según un balance no confirmado de la ONU, y los manifestantes lamentan que sus demandas sigan sin respuesta y Mubarak se aferre al poder.
Sin embargo para algunos el cambio está en el aire y ya no hay marcha atrás. "La juventud de hoy está abierta al mundo, no tiene miedo, no se somete como nuestra generación o la de nuestros padres", afirma Amor Kalia, taxista de 57 años, acostumbrado a años de represión política y brutalidad policial.
"Cuando veo a estos jóvenes, a los que les disparan y siguen avanzando, pidiendo libertad, pienso que los tiempos han cambiado, que el miedo ha terminado y que nunca más habrá dictadura", afirma esperanzado.
Pero no todos los jóvenes defienden el cambio. Samar Adel y Samah Yheia, ambas de 15 años, acuden por primera vez a una de estas protestas, más por curiosidad que por simpatía.
"Amo a Egipto, amo a Mubarak y no me gusta lo que está pasando. La gente detrás de los disturbios no son buenos egipcios. Vengo porque quiero verlos en persona, ver quién es esta gente", afirma Samar, vestida como cualquier adolescente occidental, aunque con el cabello cuidadosamente cubierto por un pañuelo rosa.


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