Entre los escombros, los voluntarios intentan salvar la universidad de Mosul
AFP (Agencia France-Presse)
Mosul, Irak. - Apoyado en su muleta, Nizar escarba entre los escombros del edificio principal de la universidad de Mosul en busca de documentos administrativos que pueda salvar, en un campus destruido por la guerra.
Forma parte de un grupo de cuatro voluntarios, exempleados de la universidad, que tratan pacientemente de ponerla de nuevo en marcha, tres meses después de que las fuerzas iraquíes retomaran el este de la segunda ciudad del país.
El extenso campus de la universidad quedó en gran parte destruido por los combates, pues servía de cuartel general para los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), quienes siguen resistiendo en la parte oeste de Mosul.
"Ya no queda nada dentro", explica Nizar, tras entrar en una deteriorada habitación donde se imprimían los carnés de estudiantes en otro tiempo.
Sala por sala, piso por piso, este joven de 20 años -herido en la pierna por el estallido de un obús- y sus tres amigos rebuscan en el más mínimo rincón para tratar de encontrar documentos que puedan facilitar la reanudación de la actividad del campus.
"Hemos venido aquí tras la liberación para evaluar los daños", explica Hamdun, uno de los jóvenes voluntarios.
"Doce edificios fueron totalmente destruidos, los otros resultaron dañados, la mayor parte por el fuego", afirma. "En algunos se habían colocado bombas pero ahora ya son seguros".
En el exterior, las sillas rotas se apilan frente a los edificios que quedan en pie, que llevan la mención "seguro" o "peligroso" con pintura roja.
"Estos inmuebles tienen una historia y nosotros también tenemos una historia en cada uno de ellos", cuenta Hamdun. "El descubrimiento de las destrucciones nos partió el corazón pero creo que la universidad volverá a ser una de las principales de Irak".
Fundada en los años 1960, la universidad de Mosul estaba considerada como una de las mejores de la región y la segunda del país, por detrás de la de Bagdad.
"Es un órgano vital de Mosul y hoy necesita apoyo", agrega Hamdun.
La tarea es inmensa pero la ayuda sigue siendo escasa pues el campus, que se extiende a lo largo del Tigris, está cerca de zonas todavía azotadas por los combates.
Los yihadistas, posicionados al otro lado del río, disparan obuses de mortero con regularidad contra la parte oriental o perpetran ataques con drones armados.
Sin ningún apoyo por parte del gobierno central ni de la comunidad internacional, principalmente para pagar sueldos, los resultados serán limitados, admite Nizar.
"Pero es nuestra ciudad, es nuestra universidad, fue buena con nosotros", dice. "Respondimos al llamado de la dirección, que buscaba voluntarios, con el objetivo de hacer algo útil".
Cientos de miles de personas han huido de Mosul desde que en octubre comenzaran las operaciones militares para expulsar al grupo EI, además de las que ya habían escapado de la ciudad desde junio de 2014, cuando se instalaron los yihadistas.
Si bien decenas de miles de habitantes han regresado a Mosul, el alcance de las destrucciones y la falta de servicios públicos hacen que la vuelta a la normalidad sea muy lenta.
Las organizaciones internacionales son reacias a poner en marcha verdaderos programas de reconstrucción mientras los combates al otro lado del río no hayan terminado. Y la cuestión de saber quién gobernará la ciudad cuando ésta se haya recuperado enteramente todavía no se ha decidido.
Mientras tanto, varios equipos como el de Nizar y sus amigos rastrean entre los escombros de lo que fue su universidad.
Limpian, examinan y clasifican en cajas cada uno de los documentos que encuentran, y los guardan en un lugar seguro.
"Su trabajo es muy valioso", indica un responsable universitario, tras pedir el anonimato. "Los documentos que han encontrado son como tesoros para nosotros ya que, desgraciadamente, el EI quemó gran parte de nuestros archivos".
El extenso campus de la universidad quedó en gran parte destruido por los combates, pues servía de cuartel general para los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), quienes siguen resistiendo en la parte oeste de Mosul.
"Ya no queda nada dentro", explica Nizar, tras entrar en una deteriorada habitación donde se imprimían los carnés de estudiantes en otro tiempo.
Sala por sala, piso por piso, este joven de 20 años -herido en la pierna por el estallido de un obús- y sus tres amigos rebuscan en el más mínimo rincón para tratar de encontrar documentos que puedan facilitar la reanudación de la actividad del campus.
"Hemos venido aquí tras la liberación para evaluar los daños", explica Hamdun, uno de los jóvenes voluntarios.
"Doce edificios fueron totalmente destruidos, los otros resultaron dañados, la mayor parte por el fuego", afirma. "En algunos se habían colocado bombas pero ahora ya son seguros".
En el exterior, las sillas rotas se apilan frente a los edificios que quedan en pie, que llevan la mención "seguro" o "peligroso" con pintura roja.
"Estos inmuebles tienen una historia y nosotros también tenemos una historia en cada uno de ellos", cuenta Hamdun. "El descubrimiento de las destrucciones nos partió el corazón pero creo que la universidad volverá a ser una de las principales de Irak".
Fundada en los años 1960, la universidad de Mosul estaba considerada como una de las mejores de la región y la segunda del país, por detrás de la de Bagdad.
"Es un órgano vital de Mosul y hoy necesita apoyo", agrega Hamdun.
- 'Útil' -
La tarea es inmensa pero la ayuda sigue siendo escasa pues el campus, que se extiende a lo largo del Tigris, está cerca de zonas todavía azotadas por los combates.
Los yihadistas, posicionados al otro lado del río, disparan obuses de mortero con regularidad contra la parte oriental o perpetran ataques con drones armados.
Sin ningún apoyo por parte del gobierno central ni de la comunidad internacional, principalmente para pagar sueldos, los resultados serán limitados, admite Nizar.
"Pero es nuestra ciudad, es nuestra universidad, fue buena con nosotros", dice. "Respondimos al llamado de la dirección, que buscaba voluntarios, con el objetivo de hacer algo útil".
Cientos de miles de personas han huido de Mosul desde que en octubre comenzaran las operaciones militares para expulsar al grupo EI, además de las que ya habían escapado de la ciudad desde junio de 2014, cuando se instalaron los yihadistas.
Si bien decenas de miles de habitantes han regresado a Mosul, el alcance de las destrucciones y la falta de servicios públicos hacen que la vuelta a la normalidad sea muy lenta.
Las organizaciones internacionales son reacias a poner en marcha verdaderos programas de reconstrucción mientras los combates al otro lado del río no hayan terminado. Y la cuestión de saber quién gobernará la ciudad cuando ésta se haya recuperado enteramente todavía no se ha decidido.
Mientras tanto, varios equipos como el de Nizar y sus amigos rastrean entre los escombros de lo que fue su universidad.
Limpian, examinan y clasifican en cajas cada uno de los documentos que encuentran, y los guardan en un lugar seguro.
"Su trabajo es muy valioso", indica un responsable universitario, tras pedir el anonimato. "Los documentos que han encontrado son como tesoros para nosotros ya que, desgraciadamente, el EI quemó gran parte de nuestros archivos".